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10 libros de mujeres periodistas que todos deberíamos leer

Gay Talese afirmó en una charla que no tenía referentes femeninos a los que admirar en su profesión. Aquí una lista de pensadoras que sí han dejado huella en el gremio.

Janet Malcolm: El periodista y el asesino (Gedisa, 2004)   "El periodista es una especie de hombre de confianza, que explota la vanidad, la ignorancia, o la soledad de las personas, que se gana la confianza de éstas para luego traicionarlas sin remordimiento alguno". Así es parte del primer párrafo de este libro, que enfrentó a esta escritora y periodista con casi toda la profesión. En El periodista y el asesino (que inicialmente fue publicado por entregas en The New Yorker), Malcolm disecciona al gremio sin bondades. "No coma nunca enfrente de Janet Malcolm; o le enseñe su apartamento, o corte tomates mientras ella le mira. Cualquier gesto desfavorecedor o tic nervioso quedará registrado con devastadora precisión", escribió Robert S. Boynton sobre la ensayista más temida.  
Joan Didion: Los que sueñan el sueño dorado (Mondadori, 2012) Aunque Talese ninguneó a Didion en su polémica charla de hace unos días, debería recordar que ella sí entró en la lista de los representantes del Nuevo Periodismo. En esta edición de Mondadori se reúnen una selección de ensayos y artículos de la escritora norteamericana sobre la contracultura de los 60, narrraciones de guerrillas y crímenes (como la de El Salvador en los 80) o reflexiones sociales sobre el exilio y la migración como la que vislumbra en Miami.  
Renata Adler: Lancha rápida (Sexto Piso, 2015) Formó parte del equipo de The New Yorker, cubrió la marcha de Selma con Martin Luther King (se puede leer aquí) o la guerra de Vietnam. Adler es una de esas mujeres brillantes de las que pocos han oído hablar porque tuvo la valentía de machacar públicamente el trabajo de una compañera de equipo (Pauline Kael) y pasar al ostracismo social. Estará en mayo en el festival Primera Persona, y allí la entrevistará Begoña Gómez Urzaiz, que recalca aquí a propósito de la obsesión de la escritora de no malgastar el lenguaje: "Adler ha acabado encontrando a su público, que la adora ahora con fervor sectario, varias generaciones más allá de la suya, entre gente que ha crecido alimentada justo de lo contrario, de palabrería digital inconsecuente".  
Martha Gellhorn: Cinco viajes al infierno (aventuras conmigo y ese otro) La pionera corresponsal de guerra que lo vivió prácticamente todo explica aquí sus peores viajes. Un relato de auténtica supervivencia que transita por  una China en guerra en compañía de Ernest Hemingway, la búsqueda de de submarinos alemanes por el Caribe, su travesía de África de Oeste a Este y una cata de la Rusia soviética.BOADA
Dorothy Parker: Narrativa completa (Contemporánea) Sarcástica, mordaz, de lengua afilada y tremendamente neoyorquina, Dorothy Parker es una de esas maestras del relato corto que supo retratar la hipocresía social que rodeó a la Gran Depresión. Por las páginas de Vogue, el New Yorker y Vanity Fair escribió de todo. Críticas teatrales, columnas y poesía flapper. Una auténtica vividora que también se comprometió políticamente y llegó hasta España para escribir en 1937 sobre los soldados de la República.
Marie Colvin: On the front line La mítica corresponsal de guerra del Sunday Times lo cubrió prácticamente todo: entrevistó a Yasser Arafat y a Gadaffi, informó desde la guerra de Timor (donde avergonzó a la ONU por el trato dispensado a los refugiados) y estuvo en Chechenia. Fue en Sri Lanka donde la metralla de un ataque de los rebeldes tamiles le cegó un ojo y la dejaría con su característico parche. Colvin fue asesinada en 2012 mientras cubría el conflicto de Siria. Este libro, en inglés, recoge 25 años de trabajo de una cronista indispensable de esta generación.
Ellen Willis: The Essential Pionera de la crítica feminista rock en la década de los 60, aquí se recopilan los ensayos que publicó en The New Yorker, Rolling Stone o Slate, entre muchos otros. Desde la liberación sexual femenina a Los Soprano, pasando por Susan Sontag o la contracultura de los 60, Willis fue una autora imprescindible.
Katharine Graham: Personal History Cuando murió en 2001 la despidieron con un funeral digno de un presidente.  La que fuese patrona del Washington Post en la era del Watergate convirtió a su diario en uno de los más respetados del mundo y fue una de las editoras más trascendentales del último siglo. Benjamin Bradlee contó en su funeral que Graham recibió una llamada de Ronald Reagan cuando estaba en la ducha. En albornoz y con el pelo empapado, tomó bolígrafo y cuaderno y atendió al presidente, que le pedía que el Post no publicara una historia sobre una fracasada operación de espionaje a la URSS. Lo gracioso, dijo Bradlee, es que '"nosotros ni habíamos oído hablar de esa operación". El diario, obviamente, se puso a investigarlo.  
Svetlana Alexiévich: La guerra no tiene rostro de mujer (Debate) La ganadora del premio Nobel de 2015 recopila aquí los recuerdos de un centenar de mujeres que dispararon, condujeron tanques y lucharon con el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial.
Barbara Ehrenreich: Por cuatro duros  (Capitan Swing) Pensadora y columnista de Time, The New York Times, The Atlantic o Mother Jones, Ehrenreich se infiltra en los trabajos peor pagados de Estados Unidos para contar las miserias de la clase trabajadora desde dentro. Una crónica de la nueva esclavitud moderna que ya es un libro de cabecera en las principales universidades estadounidenses.