Las bragas para practicar sexo oral que quieren romper el cliché de que las relaciones con protección no se disfrutan
Las autoridades han avalado en Estados Unidos bragas de látex que protegen frente a las infecciones de transmisión sexual por vía oral. ¿Qué futuro tienen en el mercado y cómo pueden ayudar a concienciar sobre un problema de falta de protección tan generalizado?
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“No consigo ver la relación entre el sexo oral y las bragas”, escribía un usuario de Twitter cuando a finales de mayo la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) autorizaba la comercialización de las primeras bragas diseñadas para proteger durante el sexo oral. Desde entonces, la red social se ha llenado de reveladores comentarios al respecto señalando una realidad que reconocen a este medio la ginecóloga y la sexóloga entrevistadas a continuación: la protección frente a a las infecciones de transmisión sexual en las prácticas orales es mucho más impopular que en las prácticas coitocentristas, para las que el uso del preservativo masculino o femenino está más normalizado también por su protección frente a embarazos. “Quería sentirme sexy y segura de mí misma y usar algo que estuviera hecho pensando en mi cuerpo y en el sexo real”, contaba Melanie Cristol, creadora de Lorals, prendas interiores protectoras con sabor a vainilla, a The New York Times.
Las bragas vienen en paquetes de cuatro y cuestan 24,95 euros. Un precio que, al tratarse de productos de un solo uso, las posicionan de cara al consumidor como un producto de semilujo, algo que comprar más por la curiosidad de la experiencia que como hábito de protección necesario. Según la OMS, cada día más de un millón de personas contraen una infección de transmisión sexual (ETS) que, en la mayoría de los casos, son asintomáticas. Se trata además de una realidad al alza: el informe anual de Vigilancia Epidemiológica de las Infecciones de Transmisión Sexual en España de 2017 apuntaba que, desde 2013 hasta entonces, la media anual de contagios había aumentado en un 26,3%.
“Sífilis, gonorrea, herpes genital o virus del papiloma humano (que es el gran silencioso por no presentar síntomas)” son algunas de las infecciones más comunes que se pueden contraer con el sexo oral, explica a S Moda la ginecóloga Conchi de Lucas. Aunque es difícil determinar en qué casos el contagio se ha dado por vía oral o genital, puesto que es habitual que ambas prácticas se den en un mismo encuentro sexual. Cuando se habla del virus del papiloma humano, con el que el 90% de la población activa sexualmente está en contacto alguna vez en su vida —según datos de la OMS—, “este se asocia al riesgo de cáncer de cuello uterino, pero no se tienen en cuenta los riesgos que pueden derivar también del contagio por sexo oral o anal”, señala De Lucas. La ginecóloga pone el ejemplo de Michael Douglas que, como él mismo contó a The Guardian en una entrevista en 2013, padeció un cáncer de orofaringe derivado de una infección de virus del papiloma humano por sexo oral. “El uso de protección en las relaciones se ha centrado mucho en la prevención frente a embarazos no deseados, pero las enfermedades de transmisión sexual son las que a largo plazo pueden condicionar la salud con la aparición de un cáncer o problemas de esterilidad”.
“No conozco a prácticamente nadie que haga un cunnilingus o un annilingus con una barrera de látex”, cuenta al teléfono Inma Sutt, encargada de la tienda erótica Amantis de Sant Antoni (Barcelona) y community manager de la marca. Estas barreras de las que habla, de forma rectangular, son la única opción regulada y efectiva de protección durante el sexo oral para la vulva y el ano que podemos encontrar en España, donde las bragas de látex aún no han sido aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento, pero sí otras barreras protectoras poco conocidas. El escaso conocimiento de su existencia tiene que ver, según sugiere Sutt, con una educación sexual pobre y una oferta desigual en el mercado. “En tienda se venden muy poco y en supermercados es que ni hay”. Pueden encontrarse en algunas farmacias, en sex shops y por internet.
Además, “las barreras de látex son proporcionalmente mucho más caras que los condones”, subraya Sutt. La tasa rosa, que se aplica de manera discriminatoria sobre los productos dirigidos al público femenino, se ceba también aquí: “Una caja de barreras, que trae cuatro piezas, cuesta 7,99 euros. Una caja de preservativos masculinos MY.SIZE, que son una marca alemana, vegana y con una variedad de hasta siete tallas diferentes, trae 36 y cuesta 22,99 euros”. Ante la poca accesibilidad, explica la encargada de Amantis, “muchas chicas lo que hacen es comprar condones y cortarlos para usarlos como barrera. Otras usan papel film, pero eso no protege y además puede causar infecciones”.
«Hay muchos mitos en torno al sexo oral”, dice a este medio la sexóloga y psicóloga clínica Carme Sánchez. “Muchas personas piensan que no hay probabilidades de contagio o que este es muchísimo menor en la práctica de sexo oral. Es cierto que hay menos riesgos, pero eso no significa que no existan. No debemos confundir menos probabilidad con cero probabilidad”. Su recomendación es que, “si no conocemos a las personas con la que tenemos las relaciones, o si no tenemos una relación monógama, o cualquier circunstancia en la que no podamos estar seguras del estado de salud de la otra persona, se debe usar protección siempre”.
¿Qué futuro tienen entonces estas prendas para el sexo oral? ¿Pueden contribuir en cierto modo a concienciar sobre la necesidad de protección al respecto? “Que existan es una buena noticia, aunque viéndolas online no estoy segura de que sean muy apetecibles”, reflexiona Inma Sutt, que conoce de primera mano el mercado del placer sexual. “Que sean negras no me convence, en el sexo oral es importante ver”. Su intuición es buena. Melanie Cristol, la fundadora de Lorals, ha anunciado que va a lanzar otro modelo transparente. “Si son muy finitas sí que puede ser una opción interesante. Al llevarlas puestas pueden ser más cómodas y más seguras que las barreras bucales, que hay que sujetarlas todo el tiempo y es fácil que se caigan”. La conclusión a la que llegan las tres entrevistadas es similar: hacen falta opciones seguras que ayuden a romper la asociación de que el sexo con protección no se disfruta.