Jessa Crispin: «El rechazo esnob a la astrología es porque la practican las mujeres»
La incisiva escritora publica en España ‘El tarot creativo: una guía moderna para una vida inspirada’ (Alpha Decay) donde critica lo new age y defiende su uso como herramienta para la introspección.
Cuando Jessa Crispin publicó en 2016 un libro en el que defendía al tarot como herramienta creativa útil para el día a día pensó que «nadie del círculo literario me llamaría nunca más para cualquier cosa relacionada con algo intelectual». La escritora y fundadora de BookSlut, conocida en España por su particular e incisivo manifiesto feminista Por qué no soy feminista (Lince, 2017) y una autobiografía viajera mezclada con análisis literario –...
Cuando Jessa Crispin publicó en 2016 un libro en el que defendía al tarot como herramienta creativa útil para el día a día pensó que «nadie del círculo literario me llamaría nunca más para cualquier cosa relacionada con algo intelectual». La escritora y fundadora de BookSlut, conocida en España por su particular e incisivo manifiesto feminista Por qué no soy feminista (Lince, 2017) y una autobiografía viajera mezclada con análisis literario –El Complot de las damas muertas (Alpha Decay, 2018)–, edita el próximo mes de abril la traducción de El tarot creativo: una guía moderna para una vida inspirada (Alpha Decay, 2019). En este manual, muy Jessa Crispin por las habituales pullas, lecturas y referencias culturales que ofrece en sus textos, se desentraña el significado arquetípico de cada carta de la baraja (relacionándolas con otras lecturas, películas o canciones), precedida por una introducción histórica y sociólogica alejada de misticismos bastante útil tanto para escépticos como aficionados a la baraja del tarot. Aprovechando su workshop en La Casa Encendida de Madrid sobre este ámbito, charlamos con la escritora en un café de Barcelona. Sobre cómo aguantó las críticas a su libro, ella responde a lo Crispin: «Mira, la gente va a decir cosas terribles sobre ti todo el tiempo, no necesitan una nueva excusa para hacerlo. Definitivamente tuve comentarios del tipo: ‘Me gustabas hasta que dijiste que creías en el tarot’. Está bien, pues perfecto, tío. Primero, no se ‘cree’ en el tarot. Se usa. Y segundo, esto no va sobre ti ni sobre cómo te hace sentir a ti, imbécil».
Dalí tenía su propio juego de cartas, John Cage componía haciendo tiradas de I Ching y Philip K. Dick o Yeats usaban el tarot en su proceso creativo. ¿Por qué se desconocen estas aficiones de artistas reconocidos por la crítica?
Porque la gente durante mucho tiempo se ha sentido incómoda con estos hechos. Pasaron muchos años antes de que me enterase de que William James creó un instituto para mediums. Muchas biografías lo habían ignorado. Decidían que esa parte no era digna de aparecer porque alguien que visita a un médium no es digno. Quizá lo escondieron porque querían conservar la reputación de ciertos autores. Estas cosas son importantes, no importa si tú crees o no, era algo útil para ellos. Yeats, en particular, escribía poemas a través de su tabla Ouija, él buscaba el contacto con los espíritus para preguntar sobre sus metáforas. Aunque él estuviese hablando ya sea con su propio inconsciente o con lo que él creía que era un espíritu, no importa. No puedes borrarlo de su vida solo porque sea inconveniente, feo o raro. Es una parte de cómo vivimos nuestras vidas y no todos somos súper racionales todo el tiempo.
Tu fascinación con el tarot empezó después de una tirada en un piso de Nueva York «artístico y bien decorado» que te hizo una mujer «culta» que nada tenía que ver con el imaginario asociado a una pitonisa. ¿Qué fue lo que te motivó a estudiarlo a fondo?
Había tenido tiradas que habían sido bastante malas. Ya sabes, esas del tipo en las que te dicen que conocerás a un tío en seis meses, os enamoraréis y tu vida será maravillosa. No creo que eso sea un recurso de ayuda, pero es lo que busca mucha gente. Yo estaba esperando que me pasara justo eso cuando fui a verla, que me dijera lo típico de que todo iba a salir bien y que no me preocupase. Al contrario, me dijo que estaba jodida, que era tal y cómo me sentía en ese momento. Para mí lo interesante fue cómo supo leer e interpretar las cartas que tenía delante. Fue básicamente eso, vi que aquello se podía usar de formas que nunca había visto. Así empecé, sacando una carta al día y viendo qué pasaba.
Dices que no tenemos que «creer» en el Tarot, que tenemos que «usarlo», ¿por qué?
Porque básicamente estamos hablando de una baraja y un conjunto de cartas. Es solo eso. Mucha gente cree que son cómo mágicas o algo parecido, se te acerca y pregunta: ‘¿Oh, qué debo hacer cuando ya no quiero usarla más? ¿Qué hago, las entierro en una especie de ritual?’. Pues qué vas a hacer, ¡ponerla en el contenedor de reciclaje como cuando tiras tus cosas! Son solo cartas. Buscamos darle un significado a este tipo de cosas: está la gente que lo quiere ver como algo espiritual, de acuerdo; si quieres pensar que son una herramienta intuitiva, también está bien; si solo quieres pensar que son solo arte, también lo está. Tienen el significado que le quieras dar, no hay un sistema de creencias asociado a ellas. No hay que creer en ningún Dios, solo es una baraja de cartas.
El libro está centrado en el tarot creativo, ¿en qué se diferencia del tarot en sí?
Una de las razones por las que empecé a hacer lecturas de tarot profesionales fue porque cuando buscaba una lectura sobre la creatividad, no me solían servir los tarotistas habituales. El proceso es totalmente distinto. Sentí que existía esa necesidad de enfocarlo así y por eso escribí el libro. Además, quería que fuese algo que fuese práctico, nada que ver con todo ese rollo new age místico, de cristales y gatos con el que se suele asociar, toda esa basura.
En España tenemos ahora mismo un ministro de Ciencia, astronauta, centrado en combatir y desmentir pseudociencias como el tarot. ¿Qué le dirías para convencerle de que aceptase una tirada en modo creativo?
No creo que merezca la pena convencer a según qué tipo de gente. Definitivamente, hay cierto esnobismo frente a métodos como el tarot o la astrología y creo que se debe en mayor parte a que quienes lo suelen practicar y llevar a cabo son mujeres. En el mundo intelectual, además, la gente siempre trata de demostrar que ellos son súper racionales tooodo el tiempo. Yo creo que la espiritualidad es algo importante y que tiene peso en el mundo, no creo que las organizaciones religiosas sean geniales, pero sí que, en cierto sentido, la humildad y la divinidad son importantes. Esta especie de reacción esnob de rechazo suele venir de gente que tiene la necesidad de tener el control absoluto de su vida, gente que cree que no existen los misterios o cosas que no puedan entender. A este tipo de gente no suelo encontrarla muy interesante.
¿Dices que esta aversión social es porque es una afición femenina?
Sí, totalmente. Este tipo de comentarios son los que recibo siempre por parte de hombres. Pero también es porque necesitan reafirmarse en que son mucho más listos que tú, ellos invierten mucho tiempo en hacerlo. Quizá deberían leer algunos buenos libros sobre el tema en lugar de hacer presuposiciones sin conocer de qué hablan.
En el libro criticas que la persona que te lee la mano «intentará decirte lo que quieres oír» y en contrapartida planteas el tarot como una introspección psicológica. ¿Por qué?
Es como una clave visual arquetípica sobre qué pasa contigo mismo o con los proyectos que tienes. Lo puedes utilizar para lo que quieras, aunque bueno, en realidad mejor no lo uses para tomar decisiones con tus impuestos. Imagina intentar explicárselo a Hacienda: ‘¡Vaya, es que me salió el demonio en las cartas y por eso lo hice así!’ (ríe). En realidad es solo como un punto de partida de meditación. Te enseña cómo prestar atención. Tenemos demasiado ruido en nuestra vida y es fácil perderse y no saber dónde centrarse. Tener esa especie de pista diaria que te ayude a centrarte es algo útil.
¿Por qué recomiendas que determinadas tiradas no se las haga uno solo y busque a alguien para hacerlo?
Hay lecturas que no puedo hacerme, especialmente las que tienen que ver con grandes decisiones o impactos vitales: o ves lo que quieres ver, o reniegas de la tirada porque no buscas esa respuesta. Para evitar ese tipo ataques de pánico, prefiero optar por lecturas mucho más específicas y menores. Además, lleva mucho tiempo hacerte una tirada de ese tipo, puedes estar más de una hora, especialmente cuando aparecen el demonio y la torre juntos y te vienen todos los males encima. Ahora soy buena leyendo mis cartas para mis proyectos, pero cuando se trata de algo sentimental o estar en un momento en el que me siento fatal porque no sé qué voy a hacer, especialmente después de escribir un libro, es mejor que no me lo haga a mí misma.
En Por qué no soy feminista (Lince, 2017) escribías tu oposición la cultura del empoderamiento femenino sin tener en cuenta un cambio interseccional a nivel social. Ahora, asistimos a una nueva moda de astrólogas feministas que se acogen a esta narrativa, con miles de seguidores en redes y suscripciones personalizadas. ¿Qué opinión te merecen?
Lo que más he notado en esta expansión del tarot y la astrología es que a la gente le aterroriza la oscuridad. Cuando la gente habla sobre gurús, piensan que les traerán sabiduría, pero en realidad les vaciarán la cuenta corriente y probablemente tengan algún que otro ataque de pánico. Existe una oleada de new age en la que la gente cree: ‘Oh, con todo esto aprenderé muchísimo’ y no es así. La vida a veces te trae cáncer y otras veces nos quedamos sin trabajo y sin dinero. No siempre tiene que tener un gran significado detrás o enmarcarse en esa narrativa en la que todo lo que llega se debe asimilar con alegría o como una especie de prueba para mejorarnos interiormente. Creo que es bastante inquietante. Mucha gente lo usa porque tienen miedo a la muerte y necesita creer que existe algo que pueda controlar tu existencia, cuando en realidad los astrólogos que más saben de esto te dirán que no hay nada bajo control en esta vida.
¿Y qué opinas de este boom de astrólogas o chamanas que se están enriqueciendo con esta narrativa de la astrología feminista empoderadora?
Creo que es lo mismo, muy similar. Extrañamente, asistimos a una especie de auge en el que la identidad política se asigna ahora a los signos del zodíaco. Gente que dice: ‘Soy cáncer, soy especial de determinadas maneras’. Sí, y también eres un imbécil en muchas otras. También me sorprende esta nueva moda de culpar de tu mal humor o de tus malas actitudes hacia al resto porque tienes una determinada luna en tu signo. Esos que te dicen: ‘¡Estoy insoportable porque mi luna está en Virgo!’. Es extraño ver cómo la gente utiliza para su beneficio este tipo de información. Se supone que esta es una herramienta para conocerte interiormente y para la introspección, pero la gente la utiliza como una especie de escudo personal para no tener que lidiar con quien realmente es.
«En el cerebro y en la vida ocurren cosas que no podemos procesar con racionalidad, ni pueden sacarse a la luz de manera lógica», escribes. ¿Qué papel juega el inconsciente en las lecturas?
No se trata solo de leer una carta y otra y otra. Es más la conexión que hay entre ellas y también la información de cómo se expresa la persona a través del cuerpo. Es raro, porque cuando estoy haciendo una lectura para alguien, a veces los signos llegan de forma muy sorprendente. Entras en una especie de espacio en la que en la cartas o en la carta astral de esa persona percibes algo muy gordo que le está pasando y no te lo están mencionando. Tienes que ir a una especie de estado intuitivo.
Dices que el tarot está relacionado con la teoría de la sincronicidad de Jung.
Jung creía que si fueses muy infeliz en tu vida y necesitases un parón y te negases a ti mismo aceptarlo, llegaría un coche y te atropellaría. Tendrías una versión externa a lo que te pasa internamente. Él creía que nosotros creamos el mundo que nos rodea, teniendo en cuenta lo que nos ocurre a nosotros mismos. Yo he asistido durante muchos años a terapia junguiana así que, obviamente, pienso como él. Su trabajo respecto a las coincidencias y la sincronicidad es interesante y relevante, especialmente para alguien que no crea en los espíritus.
También destacas una curiosa relación entre los cuentos de hadas y el tarot.
La mitología de los cuentos de hadas trata sobre ir hacia el arquetipo, la metáfora base de lo que está pasando. Esa idea de que en el mundo solo hay siete tipos de historias y las seguimos contando una y otra vez. Empatizamos con ellas y tienen relevancia siglos después a que hayan pasado. He estado leyendo la traducción de La Odisea de Emily Wilson –la primera mujer que la traduce en inglés– y me asombra cómo de fresca y contemporánea se siente esta historia sobre marcharse, volver y sobre nuestra propia fe. Existen historias que ejercen un inmenso poder sobre nosotros, aunque no sea de forma lógica, pero las sentimos muchísimo en nuestro interior y nos marcan en el paso de la niñez a la vida adulta.
En el libro lamentas los estereotipos de la cultura pop con el tarot, ¿existe alguna película en la que sí creas que aparece bien representado?
La premonición, de Sam Raimi, con Cate Blanchett como protagonista.
Después de estudiarlo durante ocho años y tras varios haciendo lecturas profesionales, ¿cómo ha ayudado el tarot a tu creatividad?
Es gracioso porque no te puedo decir que los momentos definitorios de mi vida hayan pasado por el tarot. Es solo sentirme más centrada y con los pies en la tierra. Viajo mucho y hay mucho caos en mi vida. Tener este momento de concentración por la mañana es importante.
¿Estás contenta con tu última tirada?
Oh sí, esta mañana me ha salido El Mundo, así que la cosa pinta interesante.