Greta Gerwig, directora de ‘Barbie’: “A mi madre no le gustaba, la miraba con recelo, pero al final cedió y me regaló una”
En el verano en el que cumple 40 años, Greta Gerwig pone del revés el estereotipo de ‘Barbie’. Esta directora, que empezó actuando en películas ‘indies’, afronta su proyecto más ambicioso. Hasta ahora.
Es la película más esperada, la que lleva un año tiñendo de rosa cuentas de Instagram. Barbie es ya un prodigio de marketing, además del proyecto más ambicioso de la carrera de Greta Gerwig, su directora y guionista. Ella empezó en cintas independientes (fue la actriz que puso rostro al movimiento mumblecore (corriente de cine indie con pocos medios y canales de distribución alternativos), con LOL o Hannah Takes the Stairs) y ahora se ha convertido en una cineasta solvente, con tres nominaciones al Oscar (mejor dirección y guion original en 2017 por...
Es la película más esperada, la que lleva un año tiñendo de rosa cuentas de Instagram. Barbie es ya un prodigio de marketing, además del proyecto más ambicioso de la carrera de Greta Gerwig, su directora y guionista. Ella empezó en cintas independientes (fue la actriz que puso rostro al movimiento mumblecore (corriente de cine indie con pocos medios y canales de distribución alternativos), con LOL o Hannah Takes the Stairs) y ahora se ha convertido en una cineasta solvente, con tres nominaciones al Oscar (mejor dirección y guion original en 2017 por Lady Bird y a mejor guion adaptado en 2019 por Mujercitas). Al otro lado de la videollamada se ve un salón blanco con un gran ventanal; Gerwig acaba de finalizar la corrección de color de Barbie y parece relajada. “Ahora la película al fin está realmente completa”, dice con una sonrisa. Como acaba de rematarla, antes de la entrevista solo hemos tenido acceso a los 20 minutos iniciales. La directora habla rápido, titubea. “Espera un minuto, voy a ver cómo está el bebé”, se interrumpe antes de seguir con el cine. Acaba de ser madre, por segunda vez, con su pareja, el también cineasta Noah Baumbach (Greenberg, Historia de un matrimonio, Ruido de fondo), con quien vive en Brooklyn, Nueva York.
El nacimiento de Barbie tiene mucho que ver con la maternidad: su creadora, Ruth Handler, pensó en la muñeca al observar que su hija estaba cansada de jugar con bebés con los que solo hacía de madre. Por eso comercializó una muñeca adulta, hito que a Gerwig le sirve para arrancar su filme con un guiño a la famosa elipsis de 2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick. “Para mí eso resume lo que es Barbie: una madre que mira a su hija y trata de darle la capacidad de soñar con más para sí misma”, precisa. Pese a la expectación levantada por la película, no parece nerviosa. Nació hace 39 años en Sacramento (California), como Joan Didion, uno de sus referentes. A los 19 se mudó a Nueva York para estudiar en el Barnard College de la Universidad de Columbia. Le apasiona el cine desde su niñez. Por eso, durante el rodaje de Barbie hizo un ciclo para el equipo. Proyectó Las zapatillas rojas, Cita en St. Louis, El cielo sobre Berlín, La ventana indiscreta, Cantando bajo la lluvia, Fiebre del sábado noche o Grease. “Allí Olivia Newton-John tiene más de 30 años pero da igual, ¡es fantasía!”, enfatiza, lejos del estereotipo del director duro, serio, distante: “No es mi estilo de liderazgo. Tienes que lograr que todo el equipo sueñe lo mismo que tú, que todos aporten ideas. Para mí las películas son una forma de arte comunal”.
Comenzó en pequeñas cintas mumblecore y ahora se enfrenta a una gran producción de estudio. ¿Qué supone Barbie para usted?
Curiosamente, ambas cosas me parecen muy similares. Siento que soy una cineasta muy personal, hago películas que son personales para mí. Quería trabajar con Margot Robbie, por eso estaba emocionada por escribir esta película, porque ella me impresiona como actriz, pero también como productora, por todo lo que ha logrado. Cuando me ofreció escribirla le dije que me gustaría hacerlo y apunté a Noah. No era consciente de que quería dirigirla hasta que terminamos el guion. Tenía miedo de decirlo yo misma, pero pensé: “Es tan divertido, maravilloso y genial que no quiero que lo dirija nadie más”.
¿Por qué incluyó a su pareja, Noah Baumbach, como guionista? Habían colaborado ya en el de Frances Ha (2012).
Honestamente, es que nos lo pasamos muy bien escribiendo juntos. Nos encanta colaborar. Se trata solo de diversión, y eso es lo mejor que te puede pasar.
Robbie fundó LuckyChap, su productora, hace casi 10 años para promover historias escritas y dirigidas por mujeres para disminuir la brecha de género en su industria. ¿Qué avances se han vivido desde entonces y qué queda por lograr?
Creo que se ha dado un progreso extraordinario en el reconocimiento de las mujeres directoras y artistas. Durante dos años seguidos hubo directoras que ganaron el Oscar de mejor dirección [Chloé Zhao, por Nomadland en 2021, y Jane Campion en 2022 por El poder del perro], y Nomadland también ganó el premio de mejor película. No es que los premios lo sean todo, pero resulta agradable ver ese reconocimiento a las contribuciones de las mujeres en la industria cinematográfica. Desde que yo tenía 18 años eso ha cambiado muchísimo. Pero el trabajo continúa, y la transformación también. Me siento afortunada por hacer películas en este momento, recuerdo a todas las mujeres que allanaron el camino para mí y espero que lo hagamos todo un poco más fácil para la próxima generación.
Usted creció en una casa sin televisión, ha contado que su madre no le dejaba llevar logos en su ropa… Pero ¿tenía una muñeca Barbie?
No, a mi madre tampoco le gustaba eso (risas). Pero crecí en un barrio con muchos niños, heredaba cosas de mis vecinos y tuve un montón de Barbies. Ya tenían el pelo cortado y estaban hechas trizas, eran como la muñeca a la que interpreta Kate McKinnon en la película… Pero hay una foto antigua mía abriendo un paquete de Barbie una mañana de Navidad, así que al final mi madre cedió y me regaló una, aunque es verdad que Barbie se miraba con recelo en mi casa.
¿Recuerda qué modelo le regalaron?
No lo sé… En esa foto que sé que conservo solo se ve el lateral de la caja, creo que dice Super Style Barbie…
¿Qué ha sido lo más difícil de intentar crear una aproximación feminista a una muñeca que ha sido criticada desde el feminismo por los estereotipos que perpetúa?
Creo que la parte más importante para mí fue adentrarme en esa complejidad y no rehuirla, y permitir que la película lidie con todo eso y no fingir que nunca fue un problema. Barbie tiene una historia como muñeca a la que por supuesto hay que enfrentarse. Mattel ha avanzado mucho en el siglo XXI y ha ampliado su idea de lo que es su muñeca: en las siluetas o en el tipo de diversidad que muestran han dado grandes pasos. Lo que me parece fascinante es que ese motivo por el que Barbie ha sido criticada siempre hoy en día, con las redes sociales, que son una herramienta de constante comparación, está más presente que nunca. Aunque Mattel ha evolucionado más allá de los problemas de Barbie, nosotros no lo hemos hecho, seguimos ciñéndonos a estándares completamente irreales que no tienen nada que ver con la vida real. Encontramos nuevas formas de hacerlo. Investigar lo que Barbie ha sido fue una forma de mirarlo todo en términos de esa cultura de la comparación y el sentir que nunca eres lo suficientemente buena. Si pudiera transmitir solo una cosa a la gente sería: no te tienes que ganar tu valor, tú vales, estás bien, porque no creo que ese sea el mensaje que la mayor parte de la gente está recibiendo en el momento actual, en especial las mujeres jóvenes.
En la película crea un mundo, Barbie Land. ¿Es una metáfora de la sociedad actual, en la que parece que se han logrado muchos avances y de pronto se choca con una realidad en la que sigue habiendo una violencia que lleva a movimientos como MeToo o Black Lives Matter?
Sí. Barbie Land es una idea que para mí estaba muy conectada con el viaje espiritual clásico que está presente en muchos textos religiosos, la idea del paraíso perdido… Estás en un lugar donde no existen la muerte, el envejecimiento, el dolor o la vergüenza. Y de pronto todo eso desaparece. Cuando Margot Robbie dice: “¿Alguna vez pensáis en la muerte?” es el primer momento en el que se da cuenta de la distancia que existe entre ella y su entorno. Nunca ha tenido una vida interior, porque todo lo que siente por dentro tiene que ver con lo que hay fuera. Y cuando lo diferencia, las cosas empiezan a desmoronarse. Y mientras se desmoronan ves que Barbie Land quizá no era tan maravillosa desde el principio.
¿Por qué aborda ideas profundas con música, bailes y pintura rosa?
Siempre me han fascinado las películas que lidian con asuntos profundos y de peso con un toque sutil. Pienso, por ejemplo, en Preston Sturges, Ernst Lubitsch o Howard Hawks, que hicieron comedias ligeras que a la vez hablaban de verdades profundas, con ira y tristeza y muchas capas que interpretar. Me interesa que las películas aporten eso, que tengan enjundia y verdad, pero que a la vez puedan ser una fantasía hermosa, no para esconder la verdad, sino para defender que pueden ser algo tan profundo como algo más obviamente, abro y cierro comillas, “importante o complicado”.
¿Tiene alguna superstición mientras dirige?
Estoy llena de supersticiones… La mujer de Rodrigo Prieto [director de fotografía de Barbie] me dio una piedra mágica antes de comenzar el rodaje y tuve que llevarla conmigo todos los días. La tengo aquí, en la habitación de al lado, la llevé antes a la mezcla de sonido. En el rodaje solo vestía monos de trabajo y el mismo par de zapatos, porque era práctico y porque tengo esas manías. Cuando estoy rodando me convierto en la persona más escandalosamente mística. Es algo que también pasa mucho en los deportes. En mi casa vemos muchísimo béisbol y los jugadores son todo ceremonias: desde cómo batean a cómo se colocan para lanzar, los pasos que dan… Hay mucho ritual y superstición. Y he absorbido mucho de eso.
En la banda sonora se ve su gusto por la música, con temas de Lizzo, Dua Lipa, Karol G, Haim…
En los noventa yo era una adolescente que iba al cine sin parar y recuerdo que las bandas sonoras eran algo importantísimo para mí, salía y me iba a Tower Records a buscar esos discos… Por eso quería crear una banda sonora especial para la película, como en Fiebre del sábado noche o Grease, quería que todos esos artistas hicieran canciones para la película y era como la mañana de Navidad cada vez que uno me decía que sí. Les enseñaba un fragmento de la película, les explicaba de qué iba y ellos se ponían a crear estos temas. Honestamente, me siento cool por asociación, porque yo no soy tan guay, yo soy una madre…
Acaba de serlo por segunda vez. ¿Ha sido el año más intenso de su vida? Un bebé, su película más ambiciosa, que podría proporcionarle su segunda nominación en los Oscar a Mejor dirección, y el 4 de agosto cumple 40 años…
Voy a concentrarme en aguantar las próximas semanas y en el estreno, pero es una predicción maravillosa… Me encuentro muy feliz y toco madera. Y cumplir 40 es como surrealista. La gente dice mediana edad y parece que suena fatal, pero realmente lo que significa es que estás en el medio de todo, eso es, al menos, lo que yo siento. Tengo niños pequeños, tengo las películas… Estoy viviendo un momento caótico pero maravilloso.
¿Diría que la idea de perfección de la Barbie original continúa siendo un gran problema entre las mujeres?
Ahora las chicas se comparan todo el rato con las personas que ven online, y no saben diferenciar entre la realidad y lo que no es real. Ven a esa gente que se acaba de levantar y está perfecta todo el tiempo… Yo nací en 1983, teníamos las revistas y cosas así, pero no íbamos por ahí con un dispositivo que recibía un flujo constante de actualizaciones en nuestro bolsillo.
Usted no utiliza redes sociales, ¿por qué?
Oh, yo no las uso porque carezco de autocontrol. Sé que me haría adicta. Esa es la razón: porque me conozco lo suficientemente bien para saber que perdería muchísimo tiempo en ello y nunca jamás volvería a escribir nada.
*Estilismo: Kate Young. Maquillaje: Daniel Martin (The Wall Goup). Peluquería: Ben Skervin (WSM). Manicura: Julie Kandalec (Bryan Bantry Agency). Producción local: The One Production. Técnico digital: Laur Loncar. Asistentes de fotografía: Bradley Ennis y Sergio Avellaneda. Asistente de estilismo: Sean Nguyen. Asistente de producción: Dyami Allen.