Gabriela Bettini: “Estamos superando la etapa de puro entretenimiento en el arte. Hoy se habla de migración, feminismo, poscolonialismo”
En la última edición de ARCO el Ministerio de Cultura adquirió cuatro de sus obras, en las que el feminismo y la ecología son temas centrales. Ahora muestra ‘A cielo abierto’ en el espacio The Apartment de Las Rozas Village.
Gabriela Bettini (Madrid, 45 años) no recuerda el momento exacto en el que supo que sería artista, no tuvo una revelación. “Desde muy pequeña encontraba placer en dibujar, en ensimismarme creando cosas con las manos”, asegura, “y mi familia fomentó mucho ese aspecto de creatividad que detectaron muy pronto”. Por eso estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense y luego se empeñó en ser artista, algo que, reconoce, no resulta nada sencillo: “Hice un posgrado en Londres con una beca de La Caixa y del British Counc...
Gabriela Bettini (Madrid, 45 años) no recuerda el momento exacto en el que supo que sería artista, no tuvo una revelación. “Desde muy pequeña encontraba placer en dibujar, en ensimismarme creando cosas con las manos”, asegura, “y mi familia fomentó mucho ese aspecto de creatividad que detectaron muy pronto”. Por eso estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense y luego se empeñó en ser artista, algo que, reconoce, no resulta nada sencillo: “Hice un posgrado en Londres con una beca de La Caixa y del British Council, siempre pienso que más que decidir estudiar Bellas Artes lo que he decidido ha sido perseverar en esta profesión. Hay que tomar decisiones constantemente y ver si se puede sostener una carrera de este tipo”. Ese empeño la llevó a la Academia de España en Roma, a que sus obras estén en colecciones como la del Museo de Arte contemporáneo de Madrid o el CA2M, a diseñar los galardones de los recientes Premios Iberoamericanos de Mecenazgo de la Fundación Callia y a que en la última edición de ARCO el Ministerio de Cultura adquiriera cuatro de sus obras.
“Me parece que es muy coherente con el momento que está viviendo el Museo Reina Sofía, en el que parece que está recogiendo las discusiones que se dan actualmente en el ámbito académico y en los movimientos sociales. La incorporación de las mujeres a las colecciones no puede ser algo que se ignore, porque la realidad es que somos muchas las mujeres que estamos en el ámbito de la creación y que estamos hablando de las cuestiones que se están discutiendo en el arte hoy en día”, explica Bettini. En sus obras el ecofeminismo es central; muchas veces sus creaciones nacen de una noticia que le llama la atención. Es lo que le ocurrió con A cielo abierto, que hasta finales de marzo expone en el espacio privado The Apartment de Las Rozas Village. Bettini leyó sobre ocho especies de aves que se habían extinguido en Sudamérica y a partir de ese artículo quiso reflexionar sobre la deforestación. “Mi posicionamiento con respecto al arte es que comenta la realidad, el momento que vivimos. Incluso cuando hay artistas que deliberadamente quieren huir de eso y quieren no ser políticos en el fondo también lo están siendo, se están sumando a una forma de estar en el mundo que no quiere comentar o que quiere ser más neutral. Todo lo que yo trabajo tiene que ver con las cuestiones que considero más urgentes ahora mismo, con el colapso ecosocial que vivimos”.
Su primera serie, en 2002, ya partió del compromiso con temas centrales para ella. Fue algo muy personal, se titulaba Recuerdos inventados y exploraba su historia familiar, las desapariciones durante la dictadura argentina y el exilio al que se vio forzada su familia. “Estamos superando esa etapa de puro entretenimiento en el arte que ha sido muy de los noventa. Si ves los discursos de las documentas y de las bienales más importantes, del norte y del sur, hoy se habla de migración, feminismo, poscolonialismo. Son expresiones que están muy instaladas tanto en el arte como en la academia. Pero, por supuesto, siempre va a haber artistas que tiendan más al espectáculo, y eso también tendrá su público”. Si en Recuerdos inventados comenzó trabajando con la fotografía, en sus obras más recientes explora la escultura o la pintura. “La verdad es que es cada proyecto el que me va indicando con qué medio lo debo desarrollar. Estoy trabajando mucho sobre cómo se ha representado la naturaleza de América, especialmente de lo que hoy es América Latina, desde la mirada europea a partir de las ilustraciones y los cuadros de pinturas, de los dibujos de los artistas viajeros. Y como la pintura y el dibujo eran los medios hegemónicos de representación durante todos esos siglos, del XVI al XIX, siento que tengo que trabajar con pintura y con dibujos”, argumenta.
Sus referencias muchas veces más que del mundo del arte nacen del pensamiento de autoras como la antropóloga y activista argentina Rita Segato. “En su libro La guerra contra las mujeres dice algo que para mí es muy interesante, que el que el proyecto colonizador no culminó con las independencias de los Estados latinoamericanos, sino que sigue en curso y que necesita episodios de mucha violencia para sostenerse. Ahí entendí que las cosas de las que yo estoy hablando hoy en realidad se remiten a las dictaduras de los setenta o los ochenta, que fueron un episodio de violencia en definitiva, para acceder también a los recursos y a la tierra”, subraya. En las obras de Bettini, en sus exploraciones, naturaleza y feminismo son inseparables, como mostró en La memoria de los intentos, una serie de cuadros con paisajes de 2017 que reflexiona sobre asesinato de la activista medioambiental hondureña Berta Cáceres. “Era una persona muy mediática y además había recibido premios internacionales que, sin embargo, no fueron suficientes como para defenderla, para protegerla. Y cuando unos meses después también mataron a una compañera suya empecé a preguntarme si las mujeres que defendían la naturaleza sufren un tipo de violencia específica por el hecho de la doble rebeldía de enfrentarse a poderes muy fuertes y además también ser mujeres, ejercer un liderazgo que no es lo que se espera de ellas. Empecé a detectar que había un vínculo histórico entre la violencia hacia las mujeres y la violencia hacia la naturaleza y a buscar referencias para poder nombrar todas estas cosas, encontré respuestas en muchas autoras del ecofeminismo decolonial”.
Desde su estudio en el centro de Madrid explora nuevos caminos y formas de expresión, a la vez que insiste en la necesidad de apoyar la creación artística. “Sería muy importante que hubiera una Ley de Mecenazgo, que se está discutiendo eternamente, creo que ayudaría mucho al tejido artístico”, recalca. Porque, admite, sin ayudas resulta difícil perseverar para labrarse un nombre en el panorama artístico: “No es nada fácil, para lograr ser artista yo creo que hace falta un grado de ingenuidad muy grande y también apoyos, porque al principio no es fácil construir una carrera”.