“Con las ‘apps’ de citas llegas a no no tener ningún respeto por la otra persona”
Dolly Alderton, columnista de ‘The Sunday Times’ y cocreadora del ‘podcast’ ‘The High Low, debuta en la ficción con ‘Fantasmas’, una novela sobre relaciones y soltería en la treintena.
Nina Dean es una joven que vive en Londres, tiene 32 años y decide estrenarse en el mundo de las aplicaciones de citas. Aunque Dolly Alderton comparte con ella edad y lugar de residencia subraya que el de Fantasmas (Planeta) «es un mundo inventado con personajes ficticios» y le encanta la libertad que eso supone. En su debut en la novela esta periodista británica habla sobre amistad, relaciones y citas ...
Nina Dean es una joven que vive en Londres, tiene 32 años y decide estrenarse en el mundo de las aplicaciones de citas. Aunque Dolly Alderton comparte con ella edad y lugar de residencia subraya que el de Fantasmas (Planeta) «es un mundo inventado con personajes ficticios» y le encanta la libertad que eso supone. En su debut en la novela esta periodista británica habla sobre amistad, relaciones y citas online que acaban en ghosting (la desaparición repentina de una persona con la que se está hablando en una de estas plataformas). «Planificar una novela requiere mucha concentración, pero escribirla es la gloria, el paraíso, porque te puedes esconder. No te sientes expuesta, puedes hacer que los personajes piensen y hagan toda clase de barbaridades. Pueden ser hipócritas, complicados, y mientras escribo no me tengo que preocupar por lo que algún desconocido dirá en Twitter de lo que las acciones de Nina dicen sobre mis opiniones personales», asegura. Porque Alderton ha escrito mucho sobre su vida privada y esas opiniones personales, y quiere dejarlo de momento. En 2015 su columna semanal sobre citas en The Sunday Times Style se hizo muy popular y desembocó en su primer libro, la memoir Todo lo que sé sobre el amor, un superventas ganador del National Book Award de biografía de 2018 y germen del podcast Love Stories.
Esto la llevó a ser seleccionada para la lista 30 Under 30 de Forbes, que la reconocía como una de las comunicadoras más influyentes de Europa: junto a su trabajo en distintos medios (su columna Dear Dolly, sus colaboraciones para The Telegraph, Spectator, Vice, Elle, GQ o Glamour), la publicación destacaba su newsletter (de 2016 a 2018), The Dolly Mail, y The High Low, el podcast que en 2017 creó junto a Pandora Skyes y que, tras un gran éxito de audiencia, llegó a su fin las pasadas Navidades. No descarta volver a los micrófonos pero sí la publicación de unas nuevas memorias: “No quiero escribir más sobre mi vida personal, no tengo ni la intención ni la fuerza para hacerlo. No quiero decir que me arrepienta de haberlo hecho, pero ahora mismo es lo último que me apetece”. Aunque Londres es su escenario natural, cuenta que pasó los meses del confinamiento «en una casita de campo de Devon» que alquiló para terminar la novela tranquila, alejada de la ciudad y las distracciones. «Fue raro e intenso, una decisión muy extraña por mi parte: decidí pasar el encierro sola con la única compañía del mar. Creo que intentaba desafiarme a mí misma y me fue muy bien, mental y físicamente. Volví con una novela terminada y un bronceado caramelo fruto de los largos paseos por la costa».
Tras hablar tanto sobre tu vida personal, ¿cómo ha sido escribir ficción?
Creo que escribir unas memorias es más fácil estructural y técnicamente, no puedes planear la trama, porque es tu vida. Cuando la gente critica la trama de Todo lo que sé sobre el amor, yo me siento tranquila porque pienso, bueno, es lo que pasó, me temo que no puedo volver atrás. Fantasmas, al ser una novela, la tuve que planear y estructurar durante tres meses… ¿Sabes la peli Una mente maravillosa, con todos los garabatos en la pared? Literalmente tenía post-its de diferentes colores para diferentes puntos de la trama, me preparé muchísimo para planear la historia y los temas.
¿Las aplicaciones de citas han cambiado para siempre la manera de relacionarnos y conocer gente?
Totalmente, las apps de citas han cambiado nuestra manera de relacionarnos y todo se vuelve más frívolo y superficial, hasta el punto de no tener ningún respeto por la otra persona. A mí me criaron con cuentos de hadas, comedias románticas e historias familiares. Todas las narrativas que trataban el hecho de ser mujer y el paso a la edad adulta hablaban de enamorarse, encontrar a la persona adecuada y, punto crucial, ser elegida por un hombre. Eso se introduce en la cabeza de las mujeres desde una edad temprana, y acabas pensando que durante la adolescencia y tu juventud estás perdiendo el tiempo con tus amigas porque no estás buscando a ese hombre con el que casarte. Y es difícil conocer gente cuando llegas a una cierta edad: los círculos se cierran, los amigos tienen hijos, salen menos… No me parece mala opción optar por estas aplicaciones, pero la manera de relacionarse cambia. ¡Y ya no hablemos en pandemia, que es el doble de complicado! El hecho de hablar a través de una pantalla ya es más frío, distante, y facilita hacer ghosting: si la persona te cansa, no te motiva y no hay conexión, no le escribes más. Me he encontrado con todo tipo de historias de personas cercanas y de lectoras que han dejado de saber de la otra persona después de meses quedando. ¡Es una locura y una falta de respeto!
Algunos estudios dicen que las aplicaciones de citas tienen políticas de género. Por ejemplo, Judith Duportail explica en The Love Algorithm que Tinder suele emparejar a hombres con mujeres más jóvenes, con menos estudios y un salario menor. ¿De esta manera se perpetúan antiguos esquemas sociales?
Creo que no. Porque la mujer hoy día ya tiene un rol muy distinto al que han tenido nuestras antecesoras. Lo veo entre mis amigas solteras, cada vez tenemos más claro lo que queremos y sobre todo lo que no queremos. Podemos conocer a hombres con cargos más importantes, pero creo que no nos impresionan tanto como antes. Las mujeres son independientes, viven solas, son madres solteras, tienen relaciones entre ellas, se casan, se divorcian…. Pienso que sí, hay muchas cosas por hacer todavía, por supuesto, pero estamos en un escalón superior, y hacemos piña, ya no nos dejamos pisar. Hay casos de todo tipo, pero en general hemos dado pasos de gigante, y eso, sin duda, se ve reflejado en cómo nos relacionamos.
¿Por qué piensas que el ghosting es una práctica que hacen principalmente los hombres?
Creo que ocurre más con un sexo que con el otro porque hay algo, una amenaza en las relaciones heterosexuales, que hierve bajo la superficie todo el tiempo aunque no le hagamos mucho caso, y es que las mujeres estamos completamente aterrorizadas ante que nos llamen locas y nos digan que somos demasiado intensas. Ese no es un miedo con el que viven los hombres. Con toda la cultura romántica la balanza está a favor de ellos. Todo eso que se ve en las comedias románticas: si yo me presentara en casa de alguien con un radiocasete en el hombro, cantándole una canción de amor o gritándole un poema, llamaría a la policía. De ninguna de las maneras lo encontraría romántico. La cultura romántica coloca a los hombres al control de la historia. Siempre he querido escribir sobre el ghosting: me ha pasado a mí, muchas veces. Le ha pasado a cada una de las mujeres que conozco, muchas veces. Y tengo muchos hombres cabreados que me dicen que las mujeres también lo hacen. Puede. Yo nunca lo he hecho.
¿Esa cultura romántica hace actuar a las mujeres según los estereotipos?
Fantasmas trata en gran parte sobre lo que se llama ‘falacia de la llegada’: la idea de que cuando llegues a ciertos puntos de tu vida todo se volverá fácil. Yo veía los 30 como ese momento de libertad en el que todo sería más sencillo. Y en realidad he encontrado, como la mayoría de mis amigos, que quizá emocionalmente lo sea, pero los aspectos prácticos se han vuelto mucho más difíciles. Y aquí entran los estereotipos: parece que a los 30 has de estar casada, ya con niños y con una familia, o al menos, si no lo estás, estar centrada con una pareja. Ahora me doy cuenta de que somos muchas las que no estamos en esta situación, aunque sí nos gustaría encontrar pareja. Así que el ghosting funciona muy bien porque cuanto más persistes intentando averiguar por qué alguien te ignora más loca pareces, y más pruebas tienen para acusarte de loca, histérica e ilusa. Y eso es lo que se nos dice a las mujeres que no tenemos que hacer, porque no queremos asustar a los hombres y que salgan huyendo. Me interesaba investigar la política de género en juego.
La novela se centra también en cómo las relaciones de amistad cambian con los años: Lola, Katherine y Joe son el centro de la vida de Nina, y cada uno está buscando su lugar y su objetivo en la vida. ¿Nos esforzamos a veces demasiado en mantener amistades que han cambiado?
Creo que si la amistad es verdadera hay que luchar por mantenerla, obviamente haciendo esfuerzos por ambas partes. Lo que a veces pasa de los 30 en adelante es que piensas: vale, aquí me quedo, he tomado la decisión correcta y todos los que no hagan lo que yo hago lo están haciendo mal y no puedo estar con ellos. Así que en esas amistades se crean brechas, todo era mucho más fácil cuando teníais el mismo estilo de vida y queríais las mismas cosas. Para mí ya no hay nada que hacer cuando con esos amigos escoges como plan ir al cine porque os habéis quedado sin nada de lo que hablar porque vuestras vidas son muy diferentes. Así solo tienes que hablar con ellos durante diez minutos antes de que empiece la peli. Eso es un mal síntoma… Me ha pasado con alguna amiga y nos hemos acabado distanciando del todo.
El mundo de Katherine gira alrededor de la maternidad. ¿Las mujeres jóvenes siguen sintiendo presión de demostrar que tienen vidas perfectas y que son las madres ideales?
Me parece que fue Phoebe Waller-Bridge quien dijo que nos pasamos de los 20 a los 30 intentando discernir quiénes somos y de los 30 a los 40 defendiendo las decisiones que hemos tomado. Creo que eso es exactamente lo que pasa. Y es demasiada carga, tenemos demasiadas opciones en la vida ahora, y a las mujeres se les suma la maternidad, es insoportable pensar en si decides tener un bebé o no, o vivir en la ciudad o irte… Contemplar todas las demás opciones es demasiado agobiante y aterrador por si no has tomado la decisión correcta. Y cuando haces lo que está establecido socialmente y en el imaginario colectivo, tener una familia, una casa grande y un perro, deberías ser feliz porque tienes la vida soñada, la vida perfecta. Pero está demostrado, así lo vivo con mis amigas y así lo plasmo en el libro, que las mujeres siguen queriendo ser algo más que madres, siguen queriendo desarrollar su vida profesional, sus carreras, estudiar y formarse, y no por eso son unas malas madres. La sociedad nos presiona, pero cada vez más las mujeres deciden sobre su vida más allá de la maternidad.
Con Katherine Nina siente que sus problemas son menores, que no tienen importancia. ¿Opinas que las mujeres solteras de 30 o 40 años son juzgadas por una sociedad que considera que no tienen preocupaciones y sus vidas son más fáciles?
Pues sinceramente creo que sí, y lo digo porque lo he vivido personalmente. Las relaciones con mis amigas casadas y con niños cuestan, yo me esfuerzo por no romper el vínculo, pero ellas siempre anteponen niños y familia. Es lógico, pero entonces, cuando conseguimos quedar después de haberlo anulado 15 veces y nos sentamos a explicarnos la vida, siempre parece que mis problemas son menores. Voy a ver a mis amigas a su casa, y estoy con los niños, pero siempre me siento como que no encajo. Cuando mi mejor amiga me dijo que estaba embarazada yo pensé: bueno, todavía podemos hacer todo lo que hacemos. Podemos ir a comer, a dar un paseo, a lo mejor hasta podemos ir a tomar diez cócteles, solo que tendremos a un hermoso bebé dormidito a nuestro lado. Pensaba que un bebé era como un bolso precioso de Louis Vuitton, que ocupa un poco de espacio y necesita algunos cuidados y lo tienes que vigilar, pero que más que nada está ahí sentado a tu lado mientras tú disfrutas de tus amistades como si nada. Y, vaya, resulta que los bebés y los niños no son así para nada, porque ahora tengo que pasar cada fin de semana con los de mis amigos… y dan bastante trabajo.
Entre esos cambios de vida a veces está el de vivienda. La pandemia ha llevado a muchos a replantearse vivir en las grandes ciudades, una decisión que en la novela toma una pareja amiga de la protagonista.
Creo que la pandemia ha sido la gota que ha colmado el vaso. Ya se hacía difícil vivir en las grandes ciudades por los altos precios de los alquileres y de la vida en general, y ahora esta situación ha propiciado esta movilidad. El teletrabajo ha venido para quedarse, se ha visto que se rinde igual a distancia y que la productividad se mantiene o aumenta porque el trabajador está más contento con esta flexibilidad. Creo que ahora las personas buscan calidad de vida y eso, para muchas, pasa por vivir fuera de la ciudad.
Recientemente tú y Pandora Sykes habéis dejado de grabar el podcast The Hight Low. ¿Por qué habéis tomado esta decisión? ¿Estás planeando hacer uno nuevo?
En mi país hay unos guardianes muy particulares que determinan quién puede contar sus historias, en qué franja horaria y con cuánto marketing. Y esto es así en todos los ámbitos: en la televisión, en la radio, en la edición y en el periodismo. Lo que me ha gustado siempre de este formato es que hay un espacio de democracia: si quieres empezar un podcast, lo haces. ¿Qué necesitas? Uno o dos micrófonos. Es una inversión de 50 libras. Perfeccionas tu habilidad, reúnes a tu audiencia, lo pones en el mundo. En términos de contextualización frente al resto del panorama cultural, es lo más democrático que podemos encontrar. Eso es algo que debemos celebrar. Nosotras decidimos finalizar porque cada vez éramos más exigentes: mucho tiempo, mucha dedicación, y no siempre teníamos ese tiempo. Pero quién sabe… No descarto volver a los micros.