Carmen Echevarría: «A partir de cierta edad, enseñar las piernas deja de ser bonito»

Su armario no se arredra ni ante el tiempo ni ante las polillas. En él habitan joyas vintage, piezas míticas de las primeras colecciones de su marido, Roberto Torretta, y bolsos de YSL.

Javier Vallhonrat

Empresaria y colaboradora de Roberto Torretta, con quien lleva 30 años casada, Carmen Echevarría dice que pasa tanto tiempo entre ropa que solo va de tiendas para buscar complementos. Y cuando necesita algo, lo coge en su propia tienda, Berlín, un clásico en Madrid. Capaz de adelantarse a las tendencias, en su armario ya había varios manolos antes de que las demás los descubrieran en los pies de Carrie Bradshaw. Viste de negro, quizá porque en ella la luz empieza en la sonrisa.

Un color para vestirse.


El negro. En invierno, mi armario es negro. En ve...

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Empresaria y colaboradora de Roberto Torretta, con quien lleva 30 años casada, Carmen Echevarría dice que pasa tanto tiempo entre ropa que solo va de tiendas para buscar complementos. Y cuando necesita algo, lo coge en su propia tienda, Berlín, un clásico en Madrid. Capaz de adelantarse a las tendencias, en su armario ya había varios manolos antes de que las demás los descubrieran en los pies de Carrie Bradshaw. Viste de negro, quizá porque en ella la luz empieza en la sonrisa.

Un color para vestirse.

El negro. En invierno, mi armario es negro. En verano, blanco y beis, aunque últimamente me atrevo con otros colores.

¿Qué se pone para ir a trabajar?

El uniforme: pantalones oscuros, camisa, un jersey. Todo cómodo. De lo que más uso tengo dos unidades.

¿Tiene mucha ropa?

Solo tengo la que necesito. Mi armario está lleno de cosas de hace siglos. Muchas de mis camisetas tienen agujeros de polilla y aun así las sigo llevando.

¿Y eso?

Si algo me gusta, quiero poder repetirlo. Además, en el taller la ropa se gasta más. Si se ensucia o se me engancha, quiero estar segura de que puedo usarla al día siguiente.

Para una fiesta le gusta ponerse…

Algún vestido de Torretta, siempre de la última colección. Ahí es donde juego con los colores.

¿Guarda piezas vintage?

Claro. Tengo cosas de Moschino Couture, alta costura de Jorge Gonçalves y muchas prendas de cuando Torretta se llamaba SNIF.

Hábleme de alguna de ellas.

La más especial es una cazadora de cuero, que ha ganado con los años. El cuero, cuando es bueno, es más bonito cuanto más se usa.

¿Qué es lo último que se ha comprado?

Unos botines de Prada. Los zapatos me gustan mucho. Tengo un montón.

¿Sus preferidos?

Recuerdo unos manolos que compré en Nueva York hace 15 años. Tenían un precioso tacón dorado ¡que se rompió dos veces! Estaba escandalizada: unos zapatos así deberían durar toda la vida.

Ya que me dice que está todo el día entre ropa, vamos a seguir con complementos. ¿Le van los bolsos?

Sí. Mis preferidos son los de YSL, Prada, Chanel y Gucci.

¿Le gustan las joyas?

A diario solo llevo un rolex vintage y estos pendientes de brillantes que me regaló mi marido cuando nació mi hija. Para una fiesta, me gustan los pendientes largos, especialmente unos de brillantes de Suárez. Algún anillo o pulsera, pero sin excesos.

Una manía…

Llevo siempre un shatush nude en el bolso. ¡Me salva de los aires acondicionados!

¿Se ha comprado algo que no se haya puesto?

Unos zapatos de Prada. Me empezaron a hacer daño y solamente me los puse una vez.

Una prenda a la que le tenga cariño.

Un jersey de cachemir. Cada vez lo uso menos porque temo que se rompa.

Algo que le guste y que no se pone.

Una minifalda. Me encantan, pero hay que aceptar el paso de los años. A partir de cierta edad, enseñar en exceso las piernas deja de ser bonito.