Intenta no reírte leyendo a Bridget Christie, la feminista que necesitaba Trump
Tiene de ‘groupies’ a Caitlin Moran y Mary Beard. Entrevistamos a la humorista más sarcástica del panorama actual y autora de ‘Un libro para ellas’ (Anagrama).
Hagan un experimento: pasen a un hombre un ejemplar de Un libro para ellas (Anagrama, 2017). Acto seguido, cuenten los segundos en los que se tarda en oír una carcajada perceptible desde otra habitación. Serán poquísimos. Contrariamente a su título, este conjunto de vivencias personales y reflexiones sobre el feminismo contemporáneo de Bridget Christie se ha convertido en uno de los fenómenos de la temporada, sin importar el sexo del lector. Más que ...
Hagan un experimento: pasen a un hombre un ejemplar de Un libro para ellas (Anagrama, 2017). Acto seguido, cuenten los segundos en los que se tarda en oír una carcajada perceptible desde otra habitación. Serán poquísimos. Contrariamente a su título, este conjunto de vivencias personales y reflexiones sobre el feminismo contemporáneo de Bridget Christie se ha convertido en uno de los fenómenos de la temporada, sin importar el sexo del lector. Más que para ellas, en la era transfóbica y machista de Trump, el libro de la multipremiada humorista curtida en el stand up es un oasis de frescura y ácidos pensamientos cargados de sarcasmo punzante. Para todos. Humor inteligente que esconde muchas lecciones sobre la hipersexualización femenina en los medios, por qué las vaginoplastias son una pérdida en la evolución de la humanidad, los peligros del feminismo de derechas (ese que defiende con avidez Andrea Levy) o cómo desmontar con alegría las teorías de esos mansplainers misóginos que imperan desde columnas supuestamente progresistas. Visto así, podría parecer un tostón de género más. No lo es. Y si con sus agudas respuestas no se convencen, Mary Beard llega para convencerles: «Christie es una gran humorista feminista, que hace que las feministas nos riamos de nosotros mismas… además de reírnos de los dinosaurios».
El prólogo del libro trata sobre tu conversión al feminismo combativo: un día, tras una crítica sexista de tu espectáculo en la prensa, decidiste ir a comprar ensayos sobre grandes feministas a las que nunca habías leído para buscar consuelo. Allí comprobaste cómo el dependiente se tiró un pedo en la sección de teoría de género porque creía que era la menos transitada y así podría disimularlo más. ¿Qué supone esa flatulencia en tu conversión por la igualdad?
Lo importante es que pasé de estar confusa y enfadada, a informada y enfadada. Descubrir a tantas eminentes escritoras feministas, activistas y en general mujeres de bien que le hacen la peineta al patriarcado, desde cualquier calibre o estrato social, es muy reconfortante e inspirador.
«Las feministas siempre escuchan la misma canción: Constant Craving de KD Lang» es una de las múltiples bromas sobre los estereotipos con los que se asocian a las feministas. ¿Cómo podemos cambiar esta percepción negativa de mujeres llenas de odio y enfadadas?
¡No lo cambiemos! ¡Abracemos al enfado! Digamos: «¡Sí, estoy enfadada sobre esto! ¡Estaría loca si NO me enfadase sobre esto!» ¡Cambia la percepción del insulto por un cumplido! Si ellos piensan que todas somos peludas y odiamos a los hombres, di :»¡Sí, tengo muchísimo pelo! ¿Qué afortunada soy, verdad?» Entonces comprueba cómo se disuelve en un charco de diarrea confundida y perdedora en frente de tus ojos. La diarrea de la malvada misoginia de Occidente. Esta constante necesidad de redefinir y re-marketinizar el feminismo es una porquería bastante aburrida.
En el libro no puedes evitar compararte con Caitlin Moran y bromeas con el hecho de que la crítica dirá que «no necesitamos otro libro divertido sobre feminismo». ¿Cuesta tanto asumir que el mundo está lleno de mujeres graciosas que, oh sorpresa, puedan escribir sobre la igualdad de derechos?
Nunca pasará. Casi todas las escritoras feministas que he leído, desde Wollstonecraft o Beauvoir a Lindy West, Joumana Haddad, Caitlin Morn o Tina Fey son totalmente desternillantes. Aunque no lo intenten, lo son. Así que no sé de dónde sale esa idea de que las mujeres que escriben sobre igualdad no pueden ser entretenidas o divertidas. Porque el 98% lo son.
¿Crees que estas comparativas se darían entre dos escritores divertidos?
No, por supuesto que no.
¿Qué le dirías a Christopher Hitchens –el escritor que dijo que las mujeres no podían ser graciosas– si estuviese vivo y te lo encontrases?
¿Estás bien? ¿Por qué te sientes tan amenazado por mujeres atractivas y divertidas? ¿Qué problema tienes, tío?
Dedicas un buen número de páginas a a atacar al feminismo conservador de líderes políticas como Margaret Thatcher o las CEO de Silicon Valley. ¿Por qué es tan peligroso?
Porque asume que todas las mujeres son iguales (y por supuesto no es así) y que la mejor será la que llegue a la cima, a la del libre mercado. Así que mientras sí que es genial que una mujer (blanca y privilegiada) se convierta en Primer Ministro, las políticas de su partido tendrán un efecto devastador sobre las mujeres.
También dices que «escribir sobre feminismo es un campo de minas» por la facilidad de ofenderse que hay dentro de los sectores del feminismo. ¿Cómo has conseguido ser capaz de escribir o interpretar sketches sin la preocupación de que quizá no todas las feministas estén de acuerdo con lo que dices?
Al final lo dejé pasar. No puedes gustar a todo el mundo, así que decidí hacer lo mejor que sabía hacer y esperar lo mejor. Yo soy yo, no puedo ser alguien más, con otra perspectiva y otro sentido del humor que no sea el mío.
¿Te unirás a la huelga internacional femenina del próximo 8 de marzo?
Estoy algo confundida con esto. No sé si las huelgas funcionan conmigo porque, técnicamente, mi trabajo va sobre escribir y actuar sobre feminismo y política. Así que si hago huelga, dejo a las mujeres huérfanas de los muy necesitados LOLs de su vida. Eso sí, no haré tareas domésticas, como planchar o llenar el lavavajillas, ni me acostaré con mi marido. ¿Eso ayuda?
¿Cómo valoras a esta nueva ola de feminismo que ha surgido a través de académicas, la del 99%, que proclama ser anti-racista, anti-imperialista, anti-heteronormativa y anti-neoliberal?
Bien, lo único bueno que ha tenido que el misógino, racista, transfóbico y homofóbo de Trump se haya convertido en el líder del mundo libre es que se ha alzado gente que no había protestado antes, o no se consideraba a sí misma como política o activista. La marcha de mujeres al principio iba sobre la misoginia de Trump pero se ha expandido y hemos visto a gente de todo el mundo unida en contra de todo tipo de opresión. Además, mientras es genial ver cómo unas pocas mujeres blancas han roto el techo de cristal, muchas mujeres negras, migrantes, en paro o refugiadas están lidiando con diferentes formas de opresión y han visto la calidad de sus vidas deterioradas durante los últimos 30 años por culpa del neoliberalismo.
Un feminismo más expansivo e inclusivo reconoce que luchar por la igualdad de salarios es importante, pero no afecta a una niña yemení de 8 años a la que han obligado a casarse con un viejo repulsivo. O que conseguir que más mujeres accedan a las primeras posiciones de las 100 compañías líderes del mundo no significa nada para una mujer refugiada retenida en un centro europeo. Si conseguimos que más gente tenga ese objetivo común, esencialmente social, económico y de igualdad de género, será una excelente noticia.
En el libro bromeas con el hecho de ser constantemente clasificaca con la etiqueta de «cómica feminista». ¿Te preocupa?
En realidad no. Estoy muy orgullosa de ser feminista. Me pueden llamar como quieran. Cuando empiecen a decir que no soy una cómica o una feminista, entonces empezaré a preocuparme.
Sobre el escenario te has disfrazado de multitud de personajes. ¿Te disfrazarías de Donald o Melania Trump?
No. Eso no tiene gracia.