«Solo elijo proyectos que me colocan en un estado de miedo»
Arianne Phillips es la diseñadora de vestuario de Érase una vez en Hollywood, la nueva película de Tarantino, un guiño estético a Los Ángeles de 1969.
«Una experiencia inmersiva», una sumersión en las profundidades del «ingente conocimiento que tiene Quentin Tarantino sobre cine, televisión y cultura en general». Así define Arianne Phillips (Nueva York, 1963) su colaboración como diseñadora de vestuario en la última película del cineasta, Érase una vez en Hollywood, que se estrena el 15 de agosto tras su paso por el Festival de Cannes. «En esta profesión, la primera tarea es meterte en la cabeza del director para entender la historia que quiere contar», relata la estilista desde su ...
«Una experiencia inmersiva», una sumersión en las profundidades del «ingente conocimiento que tiene Quentin Tarantino sobre cine, televisión y cultura en general». Así define Arianne Phillips (Nueva York, 1963) su colaboración como diseñadora de vestuario en la última película del cineasta, Érase una vez en Hollywood, que se estrena el 15 de agosto tras su paso por el Festival de Cannes. «En esta profesión, la primera tarea es meterte en la cabeza del director para entender la historia que quiere contar», relata la estilista desde su casa en Los Ángeles. Con el creador de Pulp Fiction tenía la mitad del trabajo hecho con tan solo leer el guion. «Si todos suelen ser solo esqueletos del filme, el suyo iba más allá: incluía qué música escucha cada personaje, qué comen, qué coches conducen y, por supuesto, cómo visten».
Érase una vez en Hollywood es la historia de dos colegas, un actor en horas bajas (Leonardo DiCaprio) y su doble (Brad Pitt). Los dos viven en Los Ángeles en 1969, el año de «la pérdida de la inocencia», como explica Tarantino. Sharon Tate (Margot Robbie) pulula como una ensoñación por ese Hollywood, al que pondrán fin Charles Manson y sus hippies (Margaret Qualley, Lena Dunham, Dakota Fanning…). Para el director, que vivió de pequeño aquella ciudad, cuando empezó a mamar ese cine que hoy le brota, este filme es una carta de amor. «No es un documental de la época –apunta Phillips–. Mi trabajo consistió en ser fiel al momento, pero también al estilo Tarantino. Sin caer en la nostalgia. Por eso enseguida dijimos que nada de flecos ni tie-dye». Phillips había aprendido hace tiempo a evitar la añoranza gracias a su clienta y colaboradora más leal: Madonna, con quien ha vuelto a codearse en su nuevo álbum (y, presumiblemente, en su tour), Madame X. Las presentó Courtney Love en una sesión para una portada de Rolling Stone. Un año después, en 1998, Ray of Light fue su primer videoclip juntas y hasta aquí cuatro giras, más vídeos… «Trabajar con ella es como ir a la guerra», asegura Phillips. Pero en esencia no lo ve tan distinto a un rodaje: «En los dos casos, lo importante siempre es la visión del artista y la historia que quieren contar». Madonna las relata sobre el escenario, Tarantino en celuloide.
Como estilista, Phillips empezó con Lenny Kravitz y en revistas de moda, pero en los años noventa, cuando «la industria comenzó a cambiar», dio el paso a la gran pantalla. «Sentía que me estaban dictando desde las marcas qué debía hacer cuando tenía que ser justo al contrario», se queja.
Su primera película importante fue El cuervo (1994) y después llegaron Inocencia interrumpida, Hedwig and the Angry Inch, Kingsman, las dos con Tom Ford (Un hombre soltero y Animales nocturnos) y dos nominaciones al Oscar por En la cuerda floja y W. E. En medio se han colado Broadway, óperas y colaboraciones para marcas de moda como Gucci. «Solo elijo proyectos que me colocan en un estado de miedo», cuenta. «Me involucro en distintos géneros porque así me mantengo despierta; cada uno informa al siguiente, todos son lenguajes creativos». Ella se define como artista visual y la moda es solo «una cápsula del tiempo», un reflejo de un momento que le ayuda a crear personajes y a desarrollar tramas en distintos medios.
Como estilista, lo único que le aburre son las alfombras rojas. Pero ahora participa en ellas de forma solidaria a través de su empresa Red Carpet Advocacy (RAD): buscan celebrities y marcas que donen sus vestidos de gala a organizaciones benéficas. Su amiga Elisabeth Moss fue la primera. La van siguiendo otros tímidamente. Phillips, que conoce la industria desde todas sus costuras, quiere darle una nueva puntada definitiva y radical.