Amaia Aberasturi: «Fuera del escenario me sentía juzgada y muy pequeña»
Tras ‘Akelarre’, Aberasturi confirma su posición de referente de la nueva hornada de actrices dando vida a una joven idealista en ‘La edad de la ira’.
Nada más terminar el rodaje, Amaia Aberasturi (24 años, Gautéguiz de Arteaga) se escapó a su refugio particular. El pueblo que la vio nacer, un municipio de apenas 900 habitantes, es el lugar al que vuelve cuando requiere reconectar consigo misma y con la naturaleza. “Ahora mismo estoy en casa con mi pareja, mis perros y mi caballo, sin hacer absolutamente nada”, explica por teléfono. La intérprete vizcaína, revelación de nuestro cine gracias a Akelarre, pasa...
Nada más terminar el rodaje, Amaia Aberasturi (24 años, Gautéguiz de Arteaga) se escapó a su refugio particular. El pueblo que la vio nacer, un municipio de apenas 900 habitantes, es el lugar al que vuelve cuando requiere reconectar consigo misma y con la naturaleza. “Ahora mismo estoy en casa con mi pareja, mis perros y mi caballo, sin hacer absolutamente nada”, explica por teléfono. La intérprete vizcaína, revelación de nuestro cine gracias a Akelarre, pasa de promesa a realidad con la serie La edad de la ira de Atresplayer Premium. Un retrato sobre las complejidades sociales de la adolescencia que apunta a convertirse en uno de los grandes estrenos de 2022.
Interpreta a un personaje mucho más joven en la serie. ¿Cómo ha canalizado su yo adolescente?
Lo que más tuve que trabajar fue la edad del pavo. Reírme por todo, ser un poco alocada, bailar entre toma y toma… Bromeábamos mucho en el rodaje y creo que algo de ese pavo se ha quedado todavía en mí. Me siguen haciendo gracia cosas muy tontas.
Si los 16 son la edad de la ira, los 24 años son la edad del…
Disfrute. A los 24 te encuentras a ti misma, es un momento de paz y lo estoy disfrutando. La adolescencia es una edad de confusión, no entiendes nada porque no eres ni un niño ni un adulto.
¿Y tuvo que sacrificar algo de la suya para ser actriz?, ¿cambiar botellones por rodajes?
Quizá sí, pero nunca he sentido que dejaba a un lado cosas importantes. Además, soy muy casera. Nunca me han gustado ni los botellones ni las fiestas ni las discotecas. Soy una abuela, aunque en la industria hay más gente como yo de lo que parece… (ríe).
Se dice introvertida, pero se gana la vida frente a las cámaras. Explíqueme esa paradoja.
Mi profesión me ha ayudado a superar la timidez. Fuera del escenario siempre me sentía muy pequeñita, juzgada. No me atrevía a ser yo misma, pero al subirme a él me hacía grande. Era mi oasis, era libre para hacer lo que quisiera.
Su coprotagonista en la serie es Manu Ríos, una estrella en Instagram con cerca de 10 millones de seguidores. ¿Sería capaz usted de gestionar esa exposición?
Es una pregunta que me he hecho y de la que no sé la respuesta. Él lo hace muy bien, pero para mí sería difícil. Generar esa influencia es tal responsabilidad que me da miedo. Siempre he sido muy tranquila, nunca me he dado tanto valor a mí misma.
Si paso por Gautéguiz de Arteaga, ¿qué me recomienda?
El bar de mis padres, el Egala. Las tortillas de patata son la especialidad de mi madre. Están muy buenas y tienen mucha fama. Yo voy todas las mañanas a por mi pintxo de tortilla.