Los 15 peores regalos navideños que nadie debería volver a recibir jamás
Un ñu de porcelana, objetos usados o una crema antiarrugas a los 16. Varias personas nos cuentan qué fue lo más ridículo e indignante que recibieron por Navidad.
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Durante la Navidad, cada persona se gasta en España una media de 252 euros en regalos para otros, recoge Statista. Una cifra elevada que en Europa solo supera Reino Unido (321 euros por persona) y que, como la experiencia atestigua, no está siempre reñida con la calidad y el acierto. Que se lo digan a los trabajadores del Buckingham Palace. A principios de diciembre, un exempleado de la Reina Isabel II revelaba a The Sun que la monarca invierte en presentes navideños para los 620 empleados unos 35.000 euros cada año. Una cantidad que, lejos de entregar en efectivo para alegrar sus cuentas o en detalles personalizados, gasta en libros y tarjetas regalo de la propia tienda del palacio. Fanáticos del royal merchandise aparte, ¿quién querría una taza con la cara de su jefa por Navidad? Siguiendo este ejemplo tan poco inspirador, 15 personas nos cuentan cuál ha sido el peor regalo que han recibido por Navidad con la esperanza de que no se vuelvan a repetir jamás.
1. Una crema antiarrugas con 16 años (Vanessa, 31). «Mi tía es testigo de Jehová pero, a pesar de eso, siempre ha celebrado la Navidad con nosotros. Cuando era adolescente cada año me regalaba cosméticos de Avon que vendía una amiga suya y que, a esa edad, me daban absolutamente igual. Fue muy chocante cuando a los 16 años me regaló una crema antiarrugas. Lo más desconcertante es que, ahora que tengo 31, ya no me regala cremas, sino pijamas de dibujitos Disney o La Pantera Rosa.
2. Calcetas blancas (Sebas, 37). «Un clásico de Reyes cuando mis hermanas y yo éramos niños era el regalo que mi tío, un hermano de mi padre al que veíamos de ciento en viento, nos hacía sin fallo todos los años: calcetas blancas, de esas con el dibujo de la raqueta en la parte de arriba. Era absolutamente deprimente abrir eso con seis años».
3. Un llavero de Ibiza (Belén, 40) «Mi exsuegra se cubrió de gloria un año regalándome un llavero de Ibiza. No se me olvidará, era horroroso: un delfín que tenía agua dentro en la que flotaban unas bolitas. Yo entonces tenía 25 años y aún era novia de su hijo. La cosa tampoco mejoró mucho una vez casada».
4. Palillo para recoger el pelo (corto) Marta (30). «Una de mis primas mayores tiene todos los años un detalle con cada primo. La verdad es que eso se agradece, pero un año, cuando yo tenía el pelo súper corto con melenita, me regaló un palillo de esos japoneses tipo lápiz que sirve para recogerse el cabello. Evidentemente no podía usarlo. Creo que si no vas a pensar de verdad en la persona a la que regalas y eliges algo especial para ella, no tiene sentido gastarse el dinero en chorradas que es cuestión de tiempo que acaben perdidas o tiradas por ahí».
5. Champú para caballos (Carmen, 31). «Un regalo así en crudo. Un año me regalaron un bote de champú de caballo. Literal. Era real, comprado en un clínica veterinaria certificada y todo».
6. Mi novio me ‘re-regaló’ una bufanda. Quan Zhou (Gazpachoagridulce), 30. «Mi familia es de origen chino y mis hermanos y yo nos hemos criado en Andalucía, por lo que ningún año celebrábamos la Navidad. Cuando después de estas fechas llegaba al colegio, era la única de mi clase sin regalos –solo me hacía regalos mi niñera–. Estuve años traumatizada porque yo era buena estudiante y me portaba bien y no me daban nada. No empecé a superarlo hasta que tuve mis primeros novios españoles. Estaba emocionada con poder recibir regalos navideños por fin, pero qué mal regalan. Con el que estuve más tiempo (seis años) empezó a tope: el primer año me regaló un iPod. Yo emocionada, claro. Después la cosa solo fue a peor. El último año ni siquiera me compró nada, se limitó a ‘re-regalarme’ una bufanda que su tía había comprado para mí».
7. Una calculadora de Hacienda (Óscar, 42). «El que era mi suegro entonces, que trabajaba en Hacienda, me regaló una calculadora en la que ponía ‘Agencia Tributaria’. Fue antes de que mi ex y yo tuviéramos a mi hija y yo tenía 30 y pocos. Fue muy cutre».
8. Ñu de porcelana (Miryam, 33). «La última Navidad con regalos decentes no la recuerdo. Mi tía abuela hacía ella misma colonia y la envasaba en garrafas de tres y cinco litros, era el temido regalo cada año. Pero una vez improvisó y me regaló un ñu de porcelana. Ojalá recibir un pijama y calcetines».
9. Una papelera (Marina, 32). «Cuando tenía seis años me regalaron una PAPELERA. Muy mona sí, pero una PAPELERA».
10. Un poncho hecho a mano con una lana feísima (M. Elena, 30). «Un año mi madre me hizo a mano una poncho con la lana más fea del mundo, tenía así como bolitas y unos colores… Yo tenía 17 años y me daba vergüenza ponérmelo. Lo peor fue que, como no me lo ponía (y vivía con ella), se acabó percatando y se hacía la víctima diciéndome: ‘Con la de horas que he estado haciéndolo a escondidas’. Tuve que reconocerle a la pobre que no me había gustado y lo acabé donando».
11. Un ‘joyero’ usado, con capa de polvo incluida (Marta, 26). «Mi tía me regaló por Reyes un vez una especie de joyero que venía con capa de polvo y todo. Como mínimo lo acababa de sacar del trastero. Lo peor no era que claramente estuviera usado, sino que ella y mi prima me querían comer la oreja con que era el mejor regalo del mundo».
12. Souvenirs brasileños, año tras año (Miguel, 39). «Parte de la familia de mi madre vive en Brasil y cuando vienen por Navidad mi tía nos trae siempre lo mismo: el souvenir más feo e inútil que se te pueda ocurrir. Muñecos de carnaval, una cosa para colgar las llaves en la pared de la entrada hecho con piedras de allí con una mariposa disecada dentro, una placa con el mapa de Brasil también hecho con piedras… Nos lo daba ahí envuelto con toda la historia y se nos quedaba una cara… De reojo nos mirábamos entre todos intentando aguantar la risa».
13. Parte de mi ajuar cuando tenía 15 años (Elvira, 38). «Me hinché de llorar cuando a los 15 a mi abuela se le ocurrió regalarme un tocador ruso como ‘parte del ajuar’. A mí, que entonces estaba insoportablemente adolescente y además no tenía novio ni nada por el estilo. Viéndola ahora, la cajita es bonita, pero que me dijera eso y que me lo diera justo después que a mi hermana –las dos tenemos casi la misma edad, pero a ella le regaló algo mucho mejor– me dio bajona».
14. Un bolso de Misako MUY feo (Lucía, 29). «Siempre me ha interesado la moda y desde la adolescencia tardía me gustaba vestir bien (tenía un Fotolog con cuenta gold en el que subía mis outfits). A mi madre también le gusta la moda y el diseño y es algo que solemos compartir e incluso vamos de compras juntas. Un año no sé qué le pasó, cortocircuitó o algo, y se empeñó en regalarme un bolso que era de Misako, MUY feo, hororroso, verde militar y con tachuelas que por supuesto nunca me puse. Tampoco lo pudimos devolver y cuando ya pasó un tiempo prudencial me deshice de él».
15. Un llavero usado (Sandra, 28). «El regalo y la forma de dármelo fueron un despropósito. Mi prima Celia me abordó por el pasillo y así, en mano, sin envolver ni nada, me dio un llavero de una rana al que se le encendía una luz y que parecía usado. En la familia tiene fama de ser bastante rata. Siempre pone la excusa de que la ha pillado el toro pero yo sé que lo hace para no gastarse un duro y va pillando lo que encuentra. Para eso mejor no regalar nada».