Paradero desconocido, por Ana Pastor

«¿En qué momento el ser humano decide cruzar la línea y mimetizarse con el ambiente, por muy podrido que esté?»

Tengo un amigo que solía decir que las personas solo se dividen en dos grupos humanos: las decentes y las que no lo son. Solía argumentar que ninguno de los dos grupos está exento de cometer errores de todo tipo, pero lo único que los diferencia es esa palabra tan redonda e importante: decencia. He vuelto a recordar su teoría vital cuando ha caído en mis manos el libro de Kressmann Taylor titulado Paradero desconocido. Dos amigos que se conocen desde la infancia y que nacieron en Alemania (uno judío y otro que no lo es) se trasladan a vivir a Estados Unidos en 1930 para hacer negoci...

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Tengo un amigo que solía decir que las personas solo se dividen en dos grupos humanos: las decentes y las que no lo son. Solía argumentar que ninguno de los dos grupos está exento de cometer errores de todo tipo, pero lo único que los diferencia es esa palabra tan redonda e importante: decencia. He vuelto a recordar su teoría vital cuando ha caído en mis manos el libro de Kressmann Taylor titulado Paradero desconocido. Dos amigos que se conocen desde la infancia y que nacieron en Alemania (uno judío y otro que no lo es) se trasladan a vivir a Estados Unidos en 1930 para hacer negocios. Poco después uno de ellos regresa a su país en el viejo continente. La historia de Alemania en aquellos oscuros años queda reflejada en las cartas que intercambian los amigos. Misivas que cruzan el océano desde San Francisco hasta llegar a Múnich. Viaje en papel de ida y vuelta.

Lo que es solo una aparente relación de amistad epistolar se convierte en un retrato insoportable de la fragilidad de la decencia. ¿En qué momento el ser humano decide cruzar la línea? ¿En qué momento decide mimetizarse con el ambiente, por muy podrido que esté? ¿Cuáles son las razones que le llevan a hacerlo? ¿El miedo, la cobardía, la falta de empatía, la ambición? Los dos amigos comparten un pasado, un negocio y suficientes afectos para que ninguno lo haga. Pero sucede en el caso de uno de ellos. Ocurre de una manera lenta y dolorosa. Las primeras cartas desde Alemania reflejan una falsa normalidad, «creo que en muchos sentidos Hitler puede ser conveniente, pero no estoy seguro… Como es lógico, en público no expreso duda alguna». Pero la cosa cambia según se acrecienta el odio en territorio alemán. Y Martin ya no se esconde con su amigo Max, cuya condición de judío no había supuesto nunca un problema entre ellos. Hasta ese momento, claro. «La raza judía es un dedo en la llaga para cualquier nación que le dé cobijo. El problema judío no es más que un incidente… Está ocurriendo algo mucho más importante». Con esa y otras lindezas sobre el «amado y glorioso líder Adolf Hitler», decide finiquitar la relación.

Los silencios también juegan un papel importante en esta obra. Son los vacíos de quienes miran para otro lado en situaciones clave. Aquellos que apartan la vista y se esconden, como si eso fuera a provocar una realidad opuesta, como si el problema fuera a desaparecer con su indiferencia.

La autora de este desgarrador libro es Katherine Kressmann, y tuvo que usar un pseudónimo porque en su entorno pensaron que la historia era demasiado dura para ser escrita por una mujer. Lo publicó a principios de 1939. Triunfó en Inglaterra y en Estados Unidos pero, tras convertirse Hitler en el señor de Europa, el libro fue silenciado. Tuvieron que pasar 60 años para que volviera a ver la luz. Una historia demasiado dura y real. Una historia sobre las cicatrices que deja el fanatismo, capaz de llevarse por delante cualquier rastro de humanidad. Una historia de seres humanos decentes y de seres humanos que deciden dejar de serlo.

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