Mujeres en la meta: el nuevo liderazgo femenino
Son ocho de las directivas más importantes de nuestro país. Ocupan los puestos ejecutivos con mayor responsabilidad de sus empresas y explican a S Moda en qué consiste el nuevo liderazgo femenino.
Nadie dijo que fuera un camino fácil, pero estas mujeres ya han llegado a la línea de meta. En su caso, a los máximos puestos directivos de algunas de las empresas más importante de nuestro país. Y en todos los sectores, del farmacéutico al tecnológico; del bancario a la restauración rápida; de la distribución al consumo de lujo. Pertenecen al escaso 8% de mujeres en la alta dirección de las empresas en España (son datos de la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias, Fedepe). Algunas, como Belén Garijo, Esmeralda Pérez o Isla Ramos, ejercen su talen...
Nadie dijo que fuera un camino fácil, pero estas mujeres ya han llegado a la línea de meta. En su caso, a los máximos puestos directivos de algunas de las empresas más importante de nuestro país. Y en todos los sectores, del farmacéutico al tecnológico; del bancario a la restauración rápida; de la distribución al consumo de lujo. Pertenecen al escaso 8% de mujeres en la alta dirección de las empresas en España (son datos de la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias, Fedepe). Algunas, como Belén Garijo, Esmeralda Pérez o Isla Ramos, ejercen su talento directivo a escala internacional. Otras, como Carina Szpilka o Irene Cano, lo han hecho en algún otro momento de sus carreras. La mayoría ha compaginado estas trayectorias con hijos, parejas, familias y vidas personales enriquecedoras. Pero, en general, se muestran reticentes a hablar de un liderazgo en femenino si se plantea como contraposición a una forma masculina de entender la dirección empresarial. El mundo ha cambiado mucho en los últimos cinco años y no solo por la crisis.
Con la inmediatez de la tecnología y el más fácil acceso a la información para todos, las estructuras más jerárquicas y tradicionales, donde el jefe dice lo que se tiene que hacer y los demás obedecen, probablemente ya no funcionan. En opinión de todas ellas, lo que ahora se necesita es una gestión moderna e innovadora que no es patrimonio ni de hombres ni de mujeres. Pero lo curioso es que en su definición hay parámetros que pueden identificarse como cualidades innatamente femeninas. A saber: todas hablan de diálogo, de flexibilidad, de claridad, de cooperación, de empatía, de diversidad. «Las mujeres somos más capaces de manejar varias cosas a la vez sin perder el norte en ninguna de ellas», apunta Esmeralda Pérez, directora general de la multinacional de la belleza Coty Prestige.
Todas ellas han roto el techo de cristal, pero no menos importante es que también han sido capaces de escapar del «suelo pegajoso». Así es como en Fedepe denominan a los factores del entorno privado que pueden llegar a frenar la carrera profesional de una mujer. «Engloba conceptos como la reticencia al cambio de residencia, a asumir mayores responsabilidades que compliquen su conciliación familiar, la falta de empatía con el círculo de directivos, el sentimiento de culpabilidad por priorizar su carrera profesional sobre su vida privada, el conformismo con una calidad de vida y un rango profesional intermedio…», apunta Ana Bujaldón, presidenta de Fedepe. Todo esto condiciona a una mujer mucho más que a un hombre a la hora de plantearse si quiere asumir un ascenso o simplemente si se postula a una promoción. ¿Lo hace también en su estilo? A la hora de elaborar este reportaje, el hecho de que planteara el hacer un estilismo propio de una producción de moda resultó determinante para que algunas de las directivas contactadas declinaran participar. Unido a que ahora mismo proyectar una imagen de moda en ciertos sectores en crisis (banca, etcétera) no sea visto exactamente como oportuno. Ana Bujaldón, de Fedepe, va más allá y detecta que las directivas españolas «apuestan por clásicos trajes de chaqueta que son una versión definitiva del uniforme masculino imperante en los consejos de administración».
Pero, aunque las ejecutivas con las que hemos hablado confiesan tener poco tiempo para ir de compras, a todas les gusta la moda. Ya sea la imagen casual que prefieren Belén Frau o Isla Ramos, las firmas francesas que fascinan a Reyes Justribó y a Irene Cano, o la ropa italiana, «con esos tejidos maravillosos y esos cortes elegantes», que le gustan a Carina Szpilka. Y todas han desarrollado trucos para adaptar su vestuario a su agenda. Los vestidos, confiesan, resultan mucho más útiles que el pantalón. «Más fáciles», matiza Belén Garijo, «solo tienes que pensar en una pieza. Y además son perfectos para los viajes». Por otra parte, en el día a día «tenemos un nivel de autoexigencia más alto, que también es algo que nos tenemos que hacer mirar. Porque la superwoman no existe. Y debemos aprender a quitarnos la culpa», añade Szpilka. De la misma opinión son Patricia Abril, presidenta de McDonald’s España, y Reyes Justribó, directora general de Nokia, quienes creen que las mujeres que vienen detrás son muchas más y ya tienen todo esto superado.
Carina Szpilka, Directora general de ING Direct España; e Irene Cano, Country manager de Facebook España.
Richard Ramos y Germán Saiz
Pero ¿en qué punto nos encontramos ahora mismo? «En una situación piramidal de un avance lento hasta la normalización plena de la mujer en la alta dirección empresarial»; responde Bujaldón, de Fedepe, asociación que acaba de nombrar directiva del año a Belén Frau, presidenta de Ikea Ibérica. «Tan solo un 12% de los puestos en consejos de administración de las empresas del Ibex están ocupados por mujeres», continúa. «Sin embargo, hay casi medio millón de directivas en España. Es decir, existe banquillo para dar presencia y liderazgo femenino a los órganos de máxima responsabilidad económica y empresarial del país».
Otro de los temas que se pone sobre la mesa cuando se habla de directivas es si la mujer tiene miedo a triunfar. Para Irene Cano, country manager de Facebook España, no es miedo; es educacional. A lo largo de su carrera ha gestionado muchos equipos comerciales y tiene una anécdota que lo explica: «El hombre viene y te dice: “Fíjate, he vendido un millón”, y lo cuenta como un triunfo cuando en realidad tenía que haber vendido dos. Sin embargo, ante el mismo objetivo, la mujer te dice: “¡Puf! He vendido solo un millón novecientos”. ¿Cómo puede ser que él, vendiendo la mitad, realmente piensa que lo suyo es un logro y ella, que se ha quedado al 97%, crea que ha fracasado?». Irene también tiene la respuesta: «Hemos educado a los hombres para triunfar y a las mujeres para agradar. Ellas buscan tu aprobación y hasta que no la consiguen no piensan que eso es un logro; ellos no buscan tu aprobación en absoluto, quieren la certificación del triunfo que ya creen haber conseguido».
Pero esto no es lo único que se observa desde la cima. Ana María Llopis, presidenta del Consejo de Administración de Dia, ve mucho desequilibrio y bastante trabajo por hacer. De hecho, está entusiasmada con que Europa haya propuesto por fin una normativa que obligue a las empresas que cotizan en bolsa a tener por ley un 40% de mujeres en sus consejos de administración antes de 2020. «En Francia lo han impuesto por ley hace dos años y ya tienen un 22% de mujeres. Yo estoy en el de Societé General por esta razón y me parece perfecto. Sin complejos, tengo una gran experiencia bancaria y creo que estoy contribuyendo positivamente. ¡Cuántos hombres mediocres no habrá en estos consejos y nadie se lo plantea!», apunta Llopis. En realidad, se trata de puestos no ejecutivos en los que se propone que, cuando en el proceso de selección haya varios candidatos igualmente cualificados, la norma obligará a las grandes empresas a escoger al del sexo infrarrepresentado, «que, no nos engañemos, sigue siendo la mujer», apunta Llopis. Pero el mismo día que la Comisión Europea anunciaba la aprobación de la propuesta, el 14 de noviembre, Angela Merkel ya adelantaba que en Alemania no iban a apoyarla. Y todavía tiene que llegar al Parlamento Europeo.
En mayor o menor medida, las mujeres directivas que han participado en este reportaje confiesan tener una relación amor-odio con el tema de las cuotas. Han conseguido llegar hasta donde están ahora por sus propios méritos y no quieren que nadie lo ponga en duda. Pero algunas apuntan salvedades. Esmeralda Pérez piensa que la persona que accede a un puesto en estos consejos directivos tiene que ganárselo por su trayectoria profesional. «Quizá esta visión tan rotunda viene influenciada por el hecho de que trabajo en una empresa en la que no hay ningún tipo de discriminación. Aunque sé que soy afortunada. Por eso estoy a favor de una legislación que establezca un marco de actuación en el que las empresas deban promocionar igualmente a hombres y a mujeres en función de sus méritos. En los inicios hay que empujar un poco más las cosas que cuando ya están rodando». Irene Cano tampoco quiere que las mujeres les deban nada a nadie. «Creo que pueden llegar por sí mismas». Pero admite que, cuando se para a pensarlo, le produce una «dicotomía extraña». «Estoy en contra de cualquier tipo de regulación espúrea. Pero si los mercados no son capaces de regularse solos, hay que obligarlos».
Belén Frau, Presidenta de Ikea Ibérica.
Richard Ramos y Germán Saiz
Isla Ramos: «La diversidad es lo que aporta valor a los equipos»
Directora de Transformación de Negocio para los mercados desarrollados de Lenovo. Aunque solo tarda cinco minutos en decidir lo que se pone cada día, el toque personal lo da con los anillos. «Me gustan grandes».
Nieta del periodista exiliado en Londres Manuel Chaves Nogales, Isla cree que el espíritu internacionalista de su familia ha marcado mucho su trayectoria profesional. Su padre era directivo de una gran empresa y viajaron por todo el mundo durante su infancia. Además, sus tías se casaron con británicos y ella vivió interna en un colegio en el Reino Unido desde los seis años. «Era como el internado de Harry Potter». Quizá por eso tuvo una concepción muy clara de la diversidad desde muy joven y ahora ve que eso «es lo que aporta valor a los equipos». Se inició como ejecutiva en IBM y allí tuvo su primer puesto directivo antes de cumplir 30 años. Cuando la empresa informática vendió su división de sistemas personales a Lenovo fue ella quien se encargó de organizarlo todo para que la compañía asiática aterrizara en Europa. Ahora lo está haciendo en Estados Unidos, Japón, Australia y Nueva Zelanda.
Reyes Justribó: «Tenemos que aprender a compartir las responsabilidades»
Directora general de Nokia España y Portugal. Dedica la tarde de los viernes a los tratamientos de belleza. «Son mi momento de desestrés».
Procede del mundo de la publicidad, pero en 2001 dejó la agencia DDB para pasarse a las tecnológicas. «En teoría, me fui a lanzar el cuarto operador, lo que iba a ser Xphera, pero como no salió, me fui a Nokia en 2004 con la que entonces era mi jefa, Marieta del Rivero», cuenta. Tras ocho años aprendiendo cómo funcionan todos y cada uno de los departamentos de la empresa, Reyes acaba de cumplir sus primeros 12 meses como directora general de Nokia España y Portugal. «Como empresa nórdica que somos, tenemos un planteamiento profesional muy flexible». Pero, aunque cogen permisos por maternidad y por paternidad casi a partes iguales, considera que en la actualidad, las mujeres tienden a priorizar las carreras de sus parejas en detrimento de las suyas. «Tenemos que llegar a compartir las responsabilidades al 50%».
Belén Garijo: «Es todo cuestión de elegir y asumir las renuncias»
Presidenta de Operaciones Comerciales y miembro del Comité Ejecutivo de Merck Serono. Vive con la maleta preparada de forma permanente.
Médico de formación y también de vocación –se preparó como farmacóloga clínica en La Paz–, Belén se dio cuenta hace ya 20 años de que el hospital se le quedaba pequeño y que el mundo de los negocios le resultaba mucho más divertido. Con una trayectoria de vértigo en el sector farmacéutico, ahora es ejecutiva internacional de Merk Serono. De hecho, al día siguiente de fotografiarse para S Moda le toca organizar el traslado de su domicilio desde Suiza a Alemania. Hace años vivió en Chicago y en Nueva York y antes de incorporarse a Merck era presidenta de Europa en Sanofi y residía en París. Su marido, cirujano, no podía trabajar en EE UU, así que aprovechó esas estancias allí para hacer cursos de postgrado y para hacerse cargo de la logística doméstica. Muchos han sido los sacrificios, pero para ella todos han merecido la pena. «Mi familia vive ahora en Madrid y hemos aprendido a organizarnos. Es cuestión de elegir y de asumir las renuncias».
Esmeralda Pérez: «Tienes que aprender a convertirte en un centro logístico»
Directora general de Coty Prestige Iberia. Lleva su vida a todas partes dentro de su bolso. Le gustan los de tamaño enorme.
Al mando del sector de la belleza ahora hay muchas mujeres; pero cuando Esmeralda empezó, en la mayoría de las reuniones estaba ella sola rodeada de hombres. Ahora, en su empresa hay varios ejemplos de mujeres ocupando altos cargos. «No voy a negar que para una mujer es más difícil por el tema familiar. Tienes que aprender a conciliar, te conviertes en un centro logístico, pero siempre me he sentido muy arropada por las organizaciones». Esmeralda tiene muy claro que su prioridad son su hijos, una niña de 9 y un niño de 11. «Estoy divorciada y me ha tocado tirar de todo yo sola, pero la lucha es algo innato en mí. Pero si eres capaz de desarrollar tu trabajo al nivel que se espera de ti, en la empresa encuentras la comprensión que necesitas».
Patricia Abril: «Los beneficios de la conciliación no son solo para las mujeres»
Presidenta de McDonald’s España. No le gusta destacar y sus colores de referencia son siempre los neutros: «Negros, azules y grises».
Entró en McDonald’s en 2005 como directora general y al año siguiente se convirtió en presidenta de los 22.000 empleados de la multinacional en España. «A medida que vas teniendo puestos de más responsabilidad hay cada vez menos mujeres en tu entorno», explica. Casada y madre de tres hijos, Patricia cree que para las mujeres es más importante vivir en un entorno flexible que facilite la conciliación. «Pero, una vez que se logra, el beneficio es para todos, no solo para las mujeres».
Carina Szpilka: «Buscamos más la influencia que el poder»
Directora general de ING Direct España. No sale nunca de casa sin los pendientes que le regaló su marido.
Cuando su antiguo jefe de Argentaria le propuso unirse al grupo fundador de un banco que iba a empezar desde cero, no lo dudó. Tuvieron lo que ella denomina «el privilegio de la hoja en blanco». Catorce años después –ahora es madre de tres hijas de 12, 10 y 8 años– tiene la certeza de que es el proyecto profesional de su vida. «A las mujeres nos gusta ver que las cosas que hacemos transforman la sociedad, buscamos más la influencia que el poder».
Irene Cano: «Una persona que no está motivada no aprende»
Country manager de Facebook España. Su agenda de trabajo la lleva de una reunión a un concierto. «Me toca ir a cambiarme a casa».
«Sé que en mi sector tenemos una posición privilegiada», reconoce Irene Cano. Se refiere a que en las puntocom tienen una forma innovadora y flexible de entender el trabajo «en la que el talento ya no tiene género, da igual que seas hombre o mujer, lo que importa es tu capacidad de adaptarte». Las decisiones se toman mucho más rápido en las empresas digitales, se innova a una velocidad de vértigo. Mi trabajo consiste en motivar a la gente, pero también supone empujarlos para que sigan aprendiendo».
Belén Frau: «El equilibrio a veces supone masculinizar puestos feminizados»
Presidenta de Ikea Ibérica. Deja que sean sus amigas ‘fashionistas’ de Bilbao quienes la aconsejen sobre sus estilismos.
A Belén la hicieron directora de la tienda de Ikea en Barakaldo (Vizcaya) en 2008, cuando estaba embarazada de ocho meses. «Te da una idea de cómo funcionan las cosas aquí», dice. Y es como ella se esperaba cuando en 2004 cambió una consultora por la cultura empresarial sueca. «Soy muy feliz en mi trabajo», confiesa. El año pasado se trasladó con su familia a Madrid para hacerse cargo de la presidencia de una empresa con un 48% de mujeres directivas. «El equilibrio, a veces, significa masculinizar colectivos que se están feminizando. Intentamos que haya más hombres en las cajas».