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Mantitas de abuela y batas de boatiné se unen para sorprender esta temporada

Ese tejido acolchado con labores de patchwork a partir de estampados de microflores y paisley tan de nuestra infancia inspira la prenda de entretiempo que ya deberíamos tener en el armario. Un derivado de las batas con relleno de guata que durante décadas vistieron a millones de mujeres como símbolo de su trabajo (no reconocido) en el hogar.

Sézane x Sea. Las relaciones bienvenidas se repiten en el tiempo. Sézane celebra sus diez años de historia con una segunda colaboración junto a la marca que diseñan Sean Monahan y Monica Paolini. Una cápsula limitada de 40 piezas que fusiona el inconfundible savoir faire de Sézane con el romanticismo vintage de los neoyorquinos. “El tono de la colección se inspiró en piezas que había recopilado a lo largo de los años de Sea. Sin embargo, esta vez hemos adaptado un puñado de piezas exclusivas para niños, ya que queríamos crear una colección que irradie optimismo y sea perfecta para todas las edades, vidas y armarios”, explica Morgane Sézalory, fundadora de Sézane. Este abrigo-bata acolchado, envuelto en un estampado que parece sacado del baúl de sus abuelas, es una de sus prendas estrella.COMPRAR (C.P.V.)
Arizona Love. El estampado bandana, insigne de la cultura western y de raíces persas, es también el favorito de la marca que lidera Leslie Kouhana desde 2018. En diferentes colores y sobre un esponjoso relleno de algodón, transforma esta chaqueta de estilo kimono en ese abrigo perfecto para sobrellevar las últimas mañanas de frío.
Horror Vacui. En ese mundo de ricos telares y escenas victorianas que cultiva la diseñadora Anna Heinrichs nunca faltan los estampados traídos de otra época para hacer cada prenda única. El abrigo Natalie está confeccionado a partir de una tela ligera y floral llamada Versailles, que cubre el relleno del interior en poliéster reciclado con adornos decorados en contraste.
Manoush. La clásica bata de boatiné que ejerció de uniforme en el hogar para millones de mujeres durante décadas se sofistica en el abrigo Jardin D’Hiver. Esta gabardina gruesa de generosa solapas y mangas tres cuartos es esa prenda ‘puente' entre los días soleados del invierno y las mañanas aún gélidas que persisten en la primavera.
Carleen. La manta con la que nos arropaban de pequeñas adquiere la dimensión de objeto de culto en manos de la marca angelina. Con mangas raglán y múltiples retales sobre tejido, es una pieza de artesanía que pasará de generación a generación.
Antik Batik. La marca de Gabriella Cortese ha hecho del boho chic y espíritu nómada sus señas de identidad durante 30 años de historia; son maestros en el uso del patchwork y los tejidos acolchados para su catálogo urbano. Diseñado a mano con la técnica de impresión en bloque traída de India, el patrón de la chaqueta Jenny mezcla diferentes retazos de telas para crear flores simétricas como estampado.
Henrik Vibskov. Diseñada en algodón 100% orgánico, la falda Coco del diseñador danés eleva el tejido patchwork a otro nivel. De talle alto y con dos bolsillos laterales, une retales de microflores con brotes de mayor tamaño, bajo un hilado en vertical.
Louise Misha. Las prendas que diseña Marie Pidancet nos trasladan al instante a una mañana luminosa en la costa bretona, plagada de tejidos vaporosos, cuadernos de viaje y cierta nostalgia por la bohemia de las primeras décadas del siglo XX. Lo vintage adquiere un nuevo significado artesanal en prendas como la chaqueta Lenia, su bestseller de entretiempo gracias a las mangas desmontables con cremalleras ocultas.
Sea. También en solitario, la marca neoyorquina abraza los tejidos acolchados en buena parte de sus colecciones. La chaqueta Violette, con silueta de torera, labores en patchwork y bordados en algodón, es un ejemplo de las múltiples posibilidades que ofrece este material, incluso, cuando suban las temperaturas.
Mochi. Fabricado a mano con sobrantes de telas antiguas, el mono Orchid de la marca asentada en Ámsterdam es la prueba de que el tejido patchwork no es terreno exclusivo de chaquetas y abrigos. Cuenta con mangas balón (otro hit de la temporada) y un cinturón para ceñir la silueta.
Bode. Con un patrón de rombos como solían confeccionarse las mantas artesanales en el pasado, el estampado de esta chaqueta hace referencia a los dibujos Calico originales de principios del siglo XX. Una prenda muy personal capaz de alegrar cualquier look, por muy neutro que resulte.
Cortefiel. El estampado paisley que arrastra siglos de historia a sus espaldas fue un hit el verano pasado en colores brillantes y todo tipo de formatos. Un año después, sigue de plena actualidad pero bajo una paleta más calmada y pastel, como muestra en tejido patchwork esta cazadora con cierre de cremallera y cuello en V.
Monky. Con una trama floreada y naíf que recuerda a las mantas de antaño, este dúo formado por minifalda y chaqueta caja se suma al apego por el traje en su mínima expresión de los últimos meses. La amplitud de la prenda superior permite llevar una camisa ligera debajo para alargar su uso como abrigo de entretiempo.
Sessùn. El chaleco Castelinia fulmina dos tendencias en una sola prenda. Por un lado, la fiebre por las chaquetas sin mangas para llevar sobre cárdigans y camisas gruesas; por otro, su estampado con formas orgánicas bajo un hilado en rombo, que aporta ese efecto mullido tan apetecible de estar por casa.
Sézane x Sea. La chaqueta William simboliza el gusto por los detalles y ese estilo vintage que comparten ambas marcas. Tan romántica como masculina, está fabricada en una suave mezcla de algodón y lino junto a bordados ingleses.

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