Julieta Serrano: «Siempre he sido una trágica»
Con Dentro de la tierra ya en cartel, la actriz camina ligera a sus 84 años. «Yo me adapto a todo», asegura.
«¡No me dejes ese pelo, que parezco Hitler!». Julieta Serrano mira a la estilista, señalando un flequillo apelmazado. Lo que empieza como un gag almodovariano, prosigue con una sesión que demuestra que la actriz catalana (Barcelona, 1933) sigue siendo imparable. «Siempre me parece que estoy aprendiendo, por lo que recibo cada proyecto con ilusión», concede. El 11 de octubre estrena Dentro de la tierra, obra del dramaturgo Paco Bezerra. Su rol, el de una curandera, es breve pero intenso. «Para mí el texto es lo primero y este relato es poético sin aban...
«¡No me dejes ese pelo, que parezco Hitler!». Julieta Serrano mira a la estilista, señalando un flequillo apelmazado. Lo que empieza como un gag almodovariano, prosigue con una sesión que demuestra que la actriz catalana (Barcelona, 1933) sigue siendo imparable. «Siempre me parece que estoy aprendiendo, por lo que recibo cada proyecto con ilusión», concede. El 11 de octubre estrena Dentro de la tierra, obra del dramaturgo Paco Bezerra. Su rol, el de una curandera, es breve pero intenso. «Para mí el texto es lo primero y este relato es poético sin abandonar la realidad. Y, además, el mío es un personaje con sentido del humor».
La actriz no lo recalca en vano: la comedia, asegura, es su asignatura pendiente. «Siempre he sido una trágica y quizá por eso he tenido muy pocas oportunidades de hacer reír. Cuando me dicen: ‘¿Y lo de Almodóvar?’, en realidad, el cine es distinto». Cierto que sus trabajos con el cineasta manchego –muchos, entre los que se encuentran Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) y Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988)– la pusieron en el mapa para muchos, pero Serrano ya era dueña entonces de una prolífica carrera, aunque el teatro fue su primer amor. «Acomodarse no es bueno. Una tiene que ser curiosa y creo que eso lo he mantenido desde que era pequeña», reflexiona al respecto. Esa virtud, la curiosidad, le ayudó a vencer su timidez: «Mi carácter era tan retraído que la gente se quedaba desconcertada al ver que salía a escena». Serrano asegura que no hay nada más importante que ser real, la única manera posible de transmitir esas emociones que conecten con el espectador. Es lo que le piden los directores, dice, pero también es algo que ella ha asumido de manera autodidacta: «Antaño se aprendía todo sobre la marcha».
Hasta que en los 80 participó en un taller de interpretación en el que descubrió «la más valiosa herramienta para un actor: la disponibilidad». En una ocasión, hasta cometió la locura de crear su propia compañía para representar Largo viaje hacia la noche, de Eugene O’Neill. «Hice tres funciones y pensé: no. Era mucho trabajo y como me llamaban para hacer otras cosas que me gustaban, lo dejé». Quizá también porque lo suyo es el trabajo en equipo: «Necesito la ayuda del director y de los compañeros, estar en una situación en la que todos vivimos algo en común, con pasión y amor. Y creo que es por seguir encontrándome en esa coyuntura por lo que aún sigo trabajando.