Julia Garner: “Es bueno que hayan declarado culpable a Harvey Weinstein, como debían”
Su nueva película, ‘The Assistant’, se ha convertido en un referente del MeToo. Con 26 años Julia Garner es un icono atípico, dicen que es la Chloë Sevigny de su generación. Ya tiene un Emmy por ‘Ozark’ y protagonizará ‘Inventing Anna’, la nueva serie de Shonda Rhimes.
Cuando era una adolescente que iba a clases de teatro para superar la timidez generada por sus problemas para leer, Julia Garner (Riverdale, Nueva York, 1994) no podía imaginar que con 26 años tendría un Emmy (por su papel de Ruth Langmore en Ozark), protagonizaría su propia serie (Inventing Anna, lo nuevo de Shonda Rhimes) y estrenaría una de las películas del año (The Assistant, el filme de Kitty Green que se ha convertido en emblema del MeToo). «He sacado muchas cosas buenas de la interpretación. Y no me refiero a salir en tal o cual serie o película. Hablo de alg...
Cuando era una adolescente que iba a clases de teatro para superar la timidez generada por sus problemas para leer, Julia Garner (Riverdale, Nueva York, 1994) no podía imaginar que con 26 años tendría un Emmy (por su papel de Ruth Langmore en Ozark), protagonizaría su propia serie (Inventing Anna, lo nuevo de Shonda Rhimes) y estrenaría una de las películas del año (The Assistant, el filme de Kitty Green que se ha convertido en emblema del MeToo). «He sacado muchas cosas buenas de la interpretación. Y no me refiero a salir en tal o cual serie o película. Hablo de algo mucho más personal e íntimo. Encontré la ayuda que necesitaba para dejar de ser tan tímida y mejorar mi forma de leer y escribir. No hay muchas personas que puedan decir que la interpretación las haya salvado», argumenta con voz dulce al otro lado del teléfono.
Lejos de la timidez de su adolescencia, hoy transmite seguridad. Comienza titubeando, pero en cuanto empieza a hablar se embala y, con naturalidad, se explaya sobre su vida. Cuenta que sus padres –un profesor de arte y pintor y una exactriz de teatro judío israelí reconvertida a terapeuta– «son muy creativos» y siempre la han guiado con buenos consejos: «Mi madre me daba libros de psicología para ayudarme a comprender el carácter de algunos personajes. Me decía: ‘Deberías leer este capítulo, creo que te ayudará’. Y lo hacía».
Desde sus inicios, Garner se ha enfrentado a personajes atípicos. Empezó trabajando en cintas indies como Martha Macy May Marlene, Electrick Children o Las ventajas de ser un marginado. Su especialidad, bromea, son los roles intensos, y la revista The Gentlewoman sostiene que ha redefinido el concepto de antiheroína. «Creo que he tenido mucha suerte. Para mi edad y mi género he interpretado papeles muy interesantes. Al principio me costaba que me cogieran, estaba a punto, pero no me los daban. Fue así en todos y cada uno de mis castings durante casi dos años, hasta los 16. Y entonces los trabajos que conseguía eran de chica joven de una secta, embarazada adolescente… Siempre he tenido claro que no iba a interpretar a la típica vecina de al lado ni a la chica de la que todos se enamoran. Pero no me importa en absoluto».
Salió en un capítulo de Girls y en Sin City: una dama por la que matar, y tuvo personajes en las series The Americans y Maniac. Pero su Ruth Langmore en Ozark (cuya tercera temporada estrena Netflix el 27 de marzo) le ha hecho ganarse el respeto de la profesión. Reconoce que no se parece en nada a ella –Julia fue criada en una familia intelectual neoyorquina y ha llegado a comparar su infancia con una película de Noah Baumbach y Ruth es una redneck deslenguada del Medio Oeste que regenta un club de striptease–, aunque admira «su implacabilidad, que trabaja duro, se cae un día y al siguiente está en pie».
Tras este entrenamiento, está lista para dar el siguiente paso en su carrera. Cinco días antes de esta entrevista estaba en Berlín, donde presentó The Assistant, un filme dirigido por Kitty Green que se estrenó en enero en Sundance y ya es considerado un referente del MeToo. Su actuación, según la crítica de The New York Times, «es magnífica». Interpreta a Jane, una joven aspirante a productora que empieza a trabajar como asistente de un pez gordo de la industria del cine. Ve cosas que le hacen sospechar que él abusa de otras chicas y decide denunciarlo a Recursos Humanos. En este jefe muchos han querido ver un trasunto de Harvey Weinstein. Garner afirma que, «como todo el mundo», ha seguido el juicio del magnate, y zanja: «Creo que es bueno que lo hayan declarado culpable, como debían».
¿Era una película necesaria? «Absolutamente. Las redes sociales son una bendición, pero tienen sus maldiciones, y una de ellas es que cada día nos llega muchísima información. Parece que en cierto modo el MeToo es ya una noticia pasada, pero la realidad es que es importante mantener abierta la conversación y seguir hablando de ello para no volver a la casilla de partida», subraya. Pero insiste en que la cinta «no trata solo del MeToo, sino de los ambientes tóxicos de trabajo, del abuso en general». Y de la falta de respuesta en esos casos: «No es una película de hombres contra mujeres. Habla sobre el sistema y cómo cuando eres rico, poderoso y exitoso se aceptan ciertos comportamientos. De lo que hablamos es de que la sociedad tiene un doble rasero para la gente con dinero y poder».
También está muy ligado a la actualidad su próximo proyecto, en el que asume su primer rol protagonista en una serie. Y nada menos que en Inventing Anna, de Shonda Rhimes –creadora de las exitosas Anatomía de Grey y Scandal–, que se estrenará en Netflix. Garner se meterá en la piel de Anna Delvey [alias de Anna Sorokin], una estafadora rusa que engañó a la alta sociedad neoyorquina. Delvey se hizo pasar por una rica heredera influencer de Instagram y Rachel DeLoache Williams ex editora gráfica de Vanity Fair, contó su historia al detalle en el libro My Friend Anna: The True Story of a Fake Heiress. «Es una responsabilidad ser la protagonista, pero muy emocionante. Ha sido uno de los rodajes más duros que he tenido, ha durado 10 meses y he llevado encima a este personaje todo ese tiempo…», dice.
Hace tres semanas, revela, conoció a la protagonista real de esta historia de lujo y engaños, que cumple condena en la prisión de Rikers Island: «Fue uno de esos momentos surrealistas que te pasan en la vida. Ella fue superdulce, pude entender por qué a la gente le gustaba». El caso de Delvey, apunta, le ha servido para reafirmarse en su opinión acerca de los peligros de las redes: «He visto a gente obsesionarse con ellas, que se deprime mucho por lo que ve allí. Yo las utilizo como plataforma para promover mi trabajo y, de vez en cuando, cuelgo algo personal, aunque no muy a menudo».
El pasado diciembre lo hizo para mostrar unas instantáneas de su boda con Mark Foster, líder del grupo de indie rock Foster the People. Ahora prepara una luna de miel pospuesta entre tanto ajetreo laboral. «No planeaba casarme a los 25, pero no queríamos un compromiso largo. Si lo sabes, lo sabes», dice con convicción. Él le pidió matrimonio el pasado abril en el parque de Yellowstone y la ceremonia tuvo lugar solo ocho meses después, en pleno invierno neoyorquino: «Fue algo pequeñito, con 60 personas, y nuestro primer baile fue un tema que Mark escribió para mí». Diez días antes ni siquiera tenía vestido. «Empecé a agobiarme y comprar cosas sin sentido por Internet. Entonces me llegó un mensaje directo de Danielle Frankel, que me dijo: ‘He oído que te casas y necesitas algo’. Fui a su estudio con mi madre y mi tía y salí con un traje de pantalón para el ayuntamiento y un vestido para la recepción».
Frankel es una de las diseñadoras nupciales más en boga: el año pasado fue finalista del premio del CFDA (el consejo de diseñadores de moda de EE UU), Zöe Kravitz le encargó el modelo de su preboda en París. Y Garner se está convirtiendo en una de esas actrices a la que todas las marcas desean vestir, muchos afirman que es la Chloë Sevigny de su generación. Ha desfilado para Balenciaga, Miu Miu la sienta en el front row, es imagen de Kate Spade y Zac Posen la vistió de oro de pies a cabeza, como una diva del viejo Hollywood, en la pasada gala Met. Ella le quita peso a su estatus de icono de moda: «Sé que la gente está diciendo que lo soy, supongo que es positivo, pero no me veo así. Con la moda me pasa como con la interpretación: no me encanta el negocio, sino la parte artística, pertenecer a ello». Pese a las expectativas puestas en ella y la prisa por que se convierta en el siguiente fenómeno del cine y la moda Julia sigue fiel a sí misma. Su pelo rizado podría ser el reflejo de su filosofía: «La gente se siente intimidada con los rizos, no saben qué hacer con ellos, y deciden alisarlos. Yo pienso que hay que llevarlo todo como tú eres, natural».
Estilismo: Paula Delgado. Maquillaje: Georgi Sandev (Forward Artists). Peluquería: Marty Harper (The Wall Group). Manicura: Rica Romain (LMC Worldwide). Diseño de set: Amy Wilson. Producción: NM Productions. Técnico digital: Chad Meyer. Asistentes de fotografía: Evgeny Popov y Leonardo Ventura. Asistente de estilismo: Inés Itsaso. Asistente de diseño de set: Kory Hellebust.