Isamay Benavente: “El flamenco no es solo nuestro, es muy diverso y tiene protagonismo femenino”
Desde 2008 dirige el Festival de Jerez, centrado en el baile flamenco y la danza española. Apuesta por la creatividad, la diversidad y el valor de conjugar tradición y vanguardia en su programación.
“Es un prejuicio de falta de conocimiento pensar que el mundo del flamenco es conservador, porque lo bonito y maravilloso que está pasando es que hay ahora mismo una diversidad, una mezcla de tradición y vanguardia, que convive y se admira mutuamente”, enfatiza Isamay Benavente (La Línea de la Concepción, 57 años). Desde 2008 dirige el Teatro Villamarta de la ciudad gaditana y el Festival de Jerez, que arranca su edición número 26 (17 de febrero-5 de marzo) y al que Benavente llegó en 1996 como responsable de la progr...
“Es un prejuicio de falta de conocimiento pensar que el mundo del flamenco es conservador, porque lo bonito y maravilloso que está pasando es que hay ahora mismo una diversidad, una mezcla de tradición y vanguardia, que convive y se admira mutuamente”, enfatiza Isamay Benavente (La Línea de la Concepción, 57 años). Desde 2008 dirige el Teatro Villamarta de la ciudad gaditana y el Festival de Jerez, que arranca su edición número 26 (17 de febrero-5 de marzo) y al que Benavente llegó en 1996 como responsable de la programación artística. Aunque estudió Derecho, siempre sintió la llamada del teatro. “Empecé llevando compañías y entré en la gestión de Andalucía ’92 en la Consejería de Cultura”, repasa. Hasta ponerse al frente de un certamen que cada año atrae a visitantes de toda Europa, Estados Unidos, Australia, Brasil o Japón. “Hay muchas mujeres en la gestión cultural, pero muy pocas en la primera fila”, lamenta Benavente, “hay muchas jefas de producciones, muchas mujeres y muy potentes de directoras de producción, de casting o de comunicación, pero todavía existe una especie de techo de cristal para la primera línea”.
Ella considera que la clave es “crear muchos lazos, con instituciones, otros festivales y compañías”, porque ahí es donde está el futuro para un evento cultural como el que programa. “Soy la directora de la crisis”, dice con humor, “llegué a la dirección cuando empezó la de 2008, pero el público extranjero sostuvo el festival, y ahora me he tenido que enfrentar a la de la covid, que ha sido demoledora”. En esta nueva edición ha seguido la línea que ha marcado en los últimos años en este certamen centrado en el baile flamenco y la danza española: fomentar el intercambio, apostar por lo rompedor a la vez que se mantiene la esencia y destacar el papel de la mujer dentro del flamenco actual. “Siempre hago hincapié en que hay muchas más mujeres defendiendo el flamenco, de cabezas de cartel y de compañía, que hombres. Supongo que es por su empuje”, explica la directora.
Ese sello queda claro desde la propia cartelería del certamen, que este año presenta a una bailaora mirando a su público, y en las últimas ediciones ha mostrado el abrazo de dos flamencas o incidido en la diversidad racial. “Estamos en una tierra que forma parte de la historia del flamenco, donde sigue muy vivo, pero no queríamos un festival endogámico, sino que se abriera desde el principio a todo lo que está pasando, y esa diversidad la ha recogido muy bien el ilustrador Daniel Diosdado. Es una declaración de principios del festival: el flamenco no es solo nuestro, es muy diverso y tiene protagonismo femenino”.
Carmen Cortés, Macarena López (con el estreno de Reverso) o Ana Morales son algunas de las artistas que se subirán a los escenarios del festival. “La riqueza actual es enorme y el festival no deja de ser un escaparate de lo que está pasando, la programación tiene que aglutinar eso”, subraya Benavente. La cordobesa Olga Pericet presentará en Jerez el work in progress de La Leona, un homenaje a la guitarra de Antonio de Torres, un proyecto que verá la luz en 2023. Y Rocío Molina llevará Vuelta a uno, espectáculo de su Trilogía sobre la guitarra que presentó el pasado diciembre en las Naves del Español. Para la directora es importante programar a figuras transgresoras. “Con Manuel Liñán [que este año actúa en el festival con su espectáculo Pie de hierro] y Viva vivimos una catarsis. Los espectáculos de Rocío [Molina] hablan de la menstruación, de la mujer, de los roles…”, reflexiona, “estamos viviendo una época en la danza flamenca donde la creatividad es la protagonista, y la creatividad no tiene límites, tiene que ser absoluta. Me parece muy importante que ellos hablen de las cosas que les preocupan, que al final son las que nos preocupan a todos como sociedad”.
Molina, que este año ha sido premiada con el León de Plata de la Danza en la Bienal de Venecia, es un ejemplo de la pujanza del baile, aunque Benavente lamenta que aún se sigue reconociendo más a los artistas españoles fuera que dentro del país. “Desgraciadamente, aún sigue habiendo muchos prejuicios nacionales y hay pocos circuitos abiertos, a no ser que una persona tenga una proyección enorme, como le ha pasado a Sara Baras o a María Pagés, que superan esa barrera. Me da mucha pena, porque no se corresponde con el nivel actual de nuestros creadores”, asegura la directora.
Para ella, la clave para descubrir ese mundo es “acercarse a ver qué está pasando con curiosidad y quitándose los prejuicios”. Y es lo que pretende con la cita jerezana, que combina una oferta de más de 40 cursos especializados con medio centenar de espectáculos, que este año arrancan con un homenaje al desaparecido poeta José Manuel Caballero Bonald y otro del Ballet Nacional de España al bailarín y coreógrafo Antonio Ruiz Soler en el centenario de su nacimiento. “Va a haber muchas propuestas interesantes: va a estar Mercedes Ruiz, bailaora de Jerez que presenta por primera vez en España el espectáculo que acaba de estrenar en Francia; va a haber mucha tradición, con Manuela Carrasco o Antonio el Pipa celebrando los 25 años de su compañía; vamos a escuchar a María Terremoto, una de las grandes voces del flamenco actual… Aquí puedes pasar una semana de inmersión en los cursos de flamenco o venir unos días, acercarte a una peña, ir al teatro o escuchar a un cantaor en una bodega”. Para las ediciones venideras confía en “ahondar en colaboraciones con artistas que hagan residencias en Jerez a lo largo del año y llevar el festival a los barrios de la ciudad, repensarlo un poco contactando cada dos o tres años con expertos no solo del flamenco, sino de otros ámbitos, y trazar las líneas del futuro”.