Opinión

Futuro Perfecto

Hace 30 años, en una ciudad pequeña, una niña de 15 soñaba con mundos en blanco y negro donde mujeres magnéticas, con ligeras ojeras y sin maquillaje miraban a la cámara de Steven Meisel o Mario Sorrenti sin gestos seductores, sin bocas entreabiertas ni labios brillantes, sin ondas en el pelo, sin pestañas de pin up. Apenas vestidas con camisetas, vaqueros o esos rasos despojados de sexualidad: tirantes delgadísimos, cortes al bies, colores neutros. Esa actitud vital un poco ensimismada que no pretendía gustar a los hombres, sino que hablaba directamente a las mujeres, no era...

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Hace 30 años, en una ciudad pequeña, una niña de 15 soñaba con mundos en blanco y negro donde mujeres magnéticas, con ligeras ojeras y sin maquillaje miraban a la cámara de Steven Meisel o Mario Sorrenti sin gestos seductores, sin bocas entreabiertas ni labios brillantes, sin ondas en el pelo, sin pestañas de pin up. Apenas vestidas con camisetas, vaqueros o esos rasos despojados de sexualidad: tirantes delgadísimos, cortes al bies, colores neutros. Esa actitud vital un poco ensimismada que no pretendía gustar a los hombres, sino que hablaba directamente a las mujeres, no era sencilla de conseguir. Solo había un método: el perfume. Recuerdo aquel olor a la perfección, lo utilicé mucho tiempo. Era moderno, seco, envolvente pero no dulzón. El frasco elegante, con su difusor metálico en forma de T, minimal. Eran aquellos años. La fragancia que se convirtió en la descripción perfecta de cierta actitud de los noventa ha trascendido el tiempo y su propia esencia. En la redacción lo dijeron muy claro: Eternity no es solo un perfume, es un universo, es “patrimonio de la cultura popular”, título que ha logrado transitando tres décadas con un mismo mensaje, y con una misma imagen, la supermodelo Christy Turlington, protagonista de nuestra portada. Con esta idea nos propusimos reflexionar sobre lo atemporal, si es que eso existe, y, por tanto, sobre el paso del tiempo.

Junto con Claudia, Cindy, Naomi y Linda, Christy pertenece a aquellas top models de los noventa a las que se conoce solo por su nombre. Portadas, desfiles, fiestas, excentricidades, ellas cambiaron la industria convirtiéndose en personajes mucho más importantes que las marcas, diseñadores, fotógrafos, directores de cine y socialités que las codiciaban. Treinta años después cada una ha seguido un camino diferente y es posible que solo Christy siga transmitiendo ese mismo allure de entonces. Y, sin embargo, todo ha cambiado en su vida. Volcada ahora en su ONG Every Mother Counts, un proyecto para garantizar un parto seguro en zonas del mundo donde no lo es, la modelo cuenta a Elsa Fernández-Santos cómo y por qué comenzó con la organización, así como su faceta como creadora y documentalista.

Todo cambia, nada permanece, la eternidad no existe. La apariencia atemporal de Christy Turlington esconde también una evolución silenciosa, pero radical: las modelos de 50 años antes no protagonizaban portadas ni campañas. Como explica Rafa Rodríguez en el reportaje que abre este número, también la pasarela cambia y aquellas amazonas con nombre propio que desfilaban en los noventa han dado paso a otras tipologías corporales, pero también a modelos de más edad. ¿Más cambios? Que una futbolista española haya ganado el balón de oro (Alexia Putellas, página 78), que un estilista supere en fama a algunos de sus clientes (Harry Lambert, página 94) o que una mujer haya logrado a fuerza de tesón y empecinamiento crear un museo de primer nivel en un pequeño pueblo de Cádiz (Jimena Blázquez, página 121). Todo cambia. Menos mal.

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