Fallece Mary Quant, la diseñadora que popularizó la minifalda y revolucionó la moda femenina
La influencia de Quant es inabarcable, no hay firma, grande o pequeña, cara o barata, que no se haya inspirado en su estética, casi la única que viene a la mente en el imaginario colectivo cuando se menciona la estética de los años sesenta.
Mary Quant ha fallecido a los 93 años, según ha confirmado su familia. La diseñadora, que nació en Londres en 1930, revolucionó la moda en los años sesenta desde su boutique Bazaar. Comenzó a diseñar al darse cuenta de que su estilo personal, con prendas de colores vivos y cortes geométricos, tenía mucho más éxito que las prendas de confección que vendía en aquella tienda que abrió en 1955 junto a su marido, Alexander Plunket Greene. El local estaba en King’s Road, el epicentro de la moda urbana londinense, el lugar donde acudían los jóvenes hambrientos de nuevos sonidos y nuevas formas de exp...
Mary Quant ha fallecido a los 93 años, según ha confirmado su familia. La diseñadora, que nació en Londres en 1930, revolucionó la moda en los años sesenta desde su boutique Bazaar. Comenzó a diseñar al darse cuenta de que su estilo personal, con prendas de colores vivos y cortes geométricos, tenía mucho más éxito que las prendas de confección que vendía en aquella tienda que abrió en 1955 junto a su marido, Alexander Plunket Greene. El local estaba en King’s Road, el epicentro de la moda urbana londinense, el lugar donde acudían los jóvenes hambrientos de nuevos sonidos y nuevas formas de expresarse a través de la ropa (y el sitio donde, dos décadas más tarde, Vivienne Westwood abrió Sex). Los atrevidos diseños de Quant, medias de nylon, prendas coloridas y bailarinas con pulsera desafiaban la estética estricta y austera de la posguerra y se distanciaban con mucho de las prendas de moda entonces, inspiradas en la majestuosidad de la inaccesible alta costura y, sobre todo, en la silueta voluminosa de cintura estrecha que patentó Christian Dior en 1946 con el nombre de New Look.
“Antes de ella no había ropa moderna para los jóvenes, todos teníamos que vestir como nuestros padres”, contaba Twiggy, la gran musa de Quant, en una columna en el Vogue británico. La primera vez que Twiggy posó con su ropa, un vestido de corte trapecio por la rodilla, tenía 16 años y pesaba poco más de 40 kilos; representaba un modelo de mujer muy distinto al de las maniquís de entonces, mucho más joven, desgarbada y con un corte de pelo andrógino. Quant tuvo la visión de contratarla como embajadora de sus creaciones, cambiando (sin saberlo) el arquetipo de las modelos femeninas; con ella, el imaginario de la moda y de su público potencial rejuveneció varias décadas.
Si bien se le adjudica la invención de la minifalda (título que se disputa con André Courrèges, que realizó una colección de vestidos por encima de la rodilla en 1964) lo cierto es que Mary Quant, como a ella misma le gustaba admitir “recogió algo que ya llevaban las mujeres en la calle”. “Fue un proceso gradual, que se fue gestando desde una década antes, momento en que las faldas se fueron acortando”, explican en el catálogo que acompaña a la retrospectiva que realizó sobre Quant el museo Victoria and Albert. Lo que sí hizo la diseñadora fue arriesgarse; en 1964 sus faldas llegaron a medir 34 centímetros, causando una revolución, para bien y para mal, en la sociedad británica. Pero mientras muchos acudían a Bazaar a protestar a paraguazos, otros viajaban de distintas partes de Europa a comprar sus diseños para atreverse a llevarlos en distintas partes del mundo.
Como la de Chanel, la revolución de Quant fue más social que estética. La primera creó a principios del siglo XX un uniforme para una hipotética mujer activa (eso sí, adinerada) alejado de corsés e incómodas decoraciones indumentarias. La segunda, a mediados, liberó a toda una generación de jóvenes de clase obrera que no tenían acceso a la moda de diseñador y que poco a poco iban rebelándose contra el destino que imponía la sociedad; mujeres que empezaron a tomar la píldora, a entrar en el mercado laboral, a decidir sobre su cuerpo y a expresarlo a través de sus cortes de pelo andróginos (el de Quant, corto y geométrico, era obra de otro gran ídolo de la época, Vidal Sasoon) sus prendas coloridas y cortas, su música y su estilo de vida. La diseñadora no se cansó de decir que la minifalda (llamada así por el coche Mini, no por su longitud) era un símbolo de libertad y no de protesta. Pese a que durante los sesenta, muchas mujeres corrieron grandes riesgos al llevarla en su día a día e incluso llegaron a manifestarse para poder usarla, o lo que es lo mismo, para poder decidir sobre su cuerpo.
Su tienda Baazar se convirtió en el epicentro del llamado Swinging London, el movimiento que en los sesenta convirtió a Londres en la capital de la modernidad, de una vanguardia real y liberadora muy ajena al naciente prêt à porter que empezaba a manejar la moda parisina. Los jóvenes del Swinging London no distinguían entre música, ocio y moda, por eso Quant tampoco lo hacía. Y fue creando poco a poco toda una estética que se asociara a esa unión, de la ropa deportiva para llevar en la calle al oversize o una próspera línea de maquillaje (delineador marcado, pestañas voluminosas, sombras de colores) que fue casi tan influyente como sus prendas. “La ropa de trabajo contemporánea, que ahora damos por sentada, fue también uno de los logros de Quant. Diseñaba ropa para mujeres que bailaban, salían, pero también corrían detrás del autobús”, cuenta el diseñador Jasper Conran en el documental sobre su vida, Quant (2022). “Los bolsillos son clave en un vestido”, solía decir. Hasta ese punto su visión del diseño era revolucionaria. En el diseño femenino, solo Chanel se había atrevido a usarlos con asiduidad antes.
La diseñadora se retiró en el año 2000 y vendió su empresa a una compañía de inversión japonesa (uno de sus principales mercados) que a día de hoy sigue comercializando su línea de cosméticos. En 2009, su minifalda apareció en una edición especial de sellos que rendían homenaje al diseño británico (junto al plano de metro de Londres y las cabinas de teléfono) y en 2015 recibió el título de Dama de la Orden del Imperio británico. La influencia de Quant es inabarcable, no hay firma, grande o pequeña, cara o barata, que no se haya inspirado en su estética, casi la única que viene a la mente en el imaginario colectivo cuando se menciona la moda de los años sesenta. Cambió la imagen de la moda y acompañó con sus diseños los cambios sociales de su época, y lo hizo siendo mujer en un momento en que apenas había diseñadoras femeninas famosas, es decir, mujeres que pudieran pensar e influir en las necesidades indumentarias de otras mujeres.
* S Moda se puso en contacto con Mary Quant el pasado mes de febrero para entrevistarla y reivindicar su figura, pero su estado de salud no le permitió participar en el reportaje.