Cinco razones por las que Chanel nº5 es el perfume más importante de la historia
Ningún otro le puede hacer sombra. Analizamos las herencias estéticas y culturales de un perfume que hasta Warhol quiso retratar.
Coco Chanel fue una experta en crear productos que no pasaran de moda. Sus chaquetas, vestidos, zapatos, bolsos han vivido numerosísimas reformulaciones y, a la vez, permanecen reconocibles y casi invariables en la mente de todos cien años después de su invención. Pero si hay un objeto de entre todo su legado que ha alcanzado con el paso de las décadas el estatus de símbolo cultural es su Chanel nº5, el perfume más famoso, nombrado y vendido del mundo. El perfume de mujer que huele a mujer, como a ella le gustaba llamarlo. El aroma que ha observado impasible cómo pasaban los años, cambiaban l...
Coco Chanel fue una experta en crear productos que no pasaran de moda. Sus chaquetas, vestidos, zapatos, bolsos han vivido numerosísimas reformulaciones y, a la vez, permanecen reconocibles y casi invariables en la mente de todos cien años después de su invención. Pero si hay un objeto de entre todo su legado que ha alcanzado con el paso de las décadas el estatus de símbolo cultural es su Chanel nº5, el perfume más famoso, nombrado y vendido del mundo. El perfume de mujer que huele a mujer, como a ella le gustaba llamarlo. El aroma que ha observado impasible cómo pasaban los años, cambiaban las modas, las necesidades y continúa oliendo sólo a sí mismo, casi idéntico a lo que fue cuando se creó en 1921.
Es imposible conocer de antemano las características que debe tener un objeto para disfrutar de un éxito tan longevo. Lo que sí sabemos, a posteriori, es que el número cinco fue pionero desde su proceso creativo y lo ha seguido siendo con el paso del tiempo. Tal vez, por ello, no estemos hablando sólo del producto de belleza más conocido, sino de uno de los objetos culturales con mayor calado del pasado siglo:
1. Primera fragancia moderna: porque, aunque la unión moda- perfumes se la debemos a Poiret, el 5 fue el primero en llevar el nombre de la marca impreso en su envase. Este recurso de ligar el producto al carisma de la persona y al legado de su marca, ahora tan recurrente en la industria cosmética, fue, como tantas otras cosas, obra de Chanel. A su creador, Ernest Beaux, le debemos la invención del primer perfume con aldehídos, las sustancias químicas que lograron que el 5 no pudiera asociarse con el olor de nada conocido.
2. Primer cosmético ‘abstracto’: por muy extraño que parezca en algo tan personal, concreto y definitorio como un perfume. El hecho de que sólo oliera a sí mismo hizo posible que cada mujer que lo llevaba le diera un contenido y una historia diferentes. Cuentan que Chanel creó este aroma para tener siempre presente la ausencia de su amado Boy Capel, que acababa de morir. Cuentan también que le debe su nombre a su superstición con el número cinco y a la elección de la quinta muestra que le enseñó Beaux. Pero una historia tan personal supo concretarse en un aroma desconocido, un número que, a priori, no desvela nada del contenido y una botella geométrica y minimalista más cerca de la abstracción y el cubismo de las vanguardias que de la riqueza con que se decoraban los cosméticos de la época. Quizá por ello es también el primer perfume en el que importa tanto o más su envase que el perfume mismo. Es posible que muchos no recordemos a qué huele el 5, pero todos evocamos su botella inmediatamente. Un olor visual, un número cargado de simbolismo, una forma pura que evoca recuerdos íntimos, un aroma impersonal que surge de una emoción individual. La abstracción necesaria para permanecer ajeno a las modas y los caprichos y la concreción fundamental en cualquier producto que se aplique sobre la piel.
3. Primer producto aspiracional: comenzó siendo profundamente elitista, porque Chanel era consciente de que la exclusividad es a veces la mejor herramienta publicitaria. Y en 1934 salió al mercado la versión en miniatura, para llevar en el bolso, y sobre todo, para que todas aquellas mujeres que lo deseaban desde hace años pudieran hacerse con una muestra asequible. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi, Coco decidió regalar el perfume a los soldados americanos que volvían a casa. En su tienda parisina se crearon colas interminables de hombres que querían regalar la esencia del lujo de París a su regreso. ‘Chanel parfums’ ya no pertenecía a la diseñadora, sino a los hermanos Wertheimer, y esta artimaña le sirvió tanto para volver a ligar su nombre al producto como para acallar los rumores de traición que le precedían desde el inicio de la guerra. Desde entonces, el nº5 ha estado vinculado a la aspiración, a la celebridad y al deseo de pertenencia a una marca encadenada al lujo y a la exclusividad extrema. Bajando a la calle sin perder un ápice de su discurso elitista, Chanel logró que su firma fuera una de las pocas que sobrevivió a la guerra y puso en marcha la maquinaria de las licencias que tantos beneficios reporta a la industria de la moda desde entonces.
4. Primer protagonista cinematográfico: los fashion films se han convertido actualmente en la herramienta publicitaria favorita de las marcas, pero ya en los 70 Catherine Deneuve le hablaba a la cámara de la relación íntima que establecía con su perfume. Pocos años después, Ridley Scott filmaba la impronta que el aroma de Carole Bouquet dejaba a su paso. Hace un década Baz Luhrmann hacía de Nicole Kidman la protagonista de nº5, the Film, el tráiler de una película imaginaria y Jean Pierre Jeunet retrataba el viaje nostálgico de Audrey Tatou. Ahora que las principales firmas de moda se alían con directores reconocidos y propagan su mensaje en cortometrajes de ficción, Chanel contrata a Brad Pitt para que sea el primer hombre en anunciar un perfume femenino.
5. Primer perfume objeto de una exposición: nº 5 Culture Chanel, la muestra celebrada recientemente en el Palais de Tokyo, prueba que este perfume se ha convertido por derecho propio en un objeto cultural. Desde las obras de artistas-amigos como Apollinaire, Picabia o Piccaso que influenciaron su peculiar proceso creativo hasta la impronta que el mismo producto dejó posteriormente en artistas como Warhol. La exposición trata de esclarecer los antecedentes y el legado del perfume a través de las conexiones de la diseñadora con la cultura. Como afirma su comisario, Jean Louis Froment, la suya es una historia “que cruza países, jardines, libros, poemas y movimientos artísticos” Un olor que traspasa por primera vez el umbral de un museo para ser contemplado y demuestra que la moda, algunas veces, fabrica objetos capaces de sobrevivirla.