10 años de ‘Crepúsculo’: ¿qué queda de la saga que aborrecían sus actores y acabó con el hombre lobo?
La ficción vampírica cumple una década este año. Sus protagonistas reniegan de ella, su autora sufre bloqueo creativo y hay muchas niñas llamadas ‘Bella’.
Nada como un aniversario de cultura pop para sentirse viejo. En 2018 cumplen 20 años El show de Truman, Algo pasa con Mary y Shakespeare in Love, hará 15 del estreno de The O.C. y el Ala Oeste de la Casa Blanca y diez de la muerte de Heath Ledger, del (primer) regreso de Britney Spears y del estreno de la película de Sexo en Nueva York. Otra cosa sucedió en 2008, poco después de la victoria histórica de Barack Obama: se estrenó Crepúsculo, la primera parte de lo que ya se intuía que sería una saga de éxito descomun...
Nada como un aniversario de cultura pop para sentirse viejo. En 2018 cumplen 20 años El show de Truman, Algo pasa con Mary y Shakespeare in Love, hará 15 del estreno de The O.C. y el Ala Oeste de la Casa Blanca y diez de la muerte de Heath Ledger, del (primer) regreso de Britney Spears y del estreno de la película de Sexo en Nueva York. Otra cosa sucedió en 2008, poco después de la victoria histórica de Barack Obama: se estrenó Crepúsculo, la primera parte de lo que ya se intuía que sería una saga de éxito descomunal.
La película llegaba después de que los libros ya hubiesen arrasado, aunque entre un público muy concreto, y Paramount hubiese pasado tres años dando vueltas al guión. Finalmente, otro estudio, Summit, finalizó una versión bastante fiel a la obra de Stephenie Meyer y afrontó la cuestión crucial del reparto. Primero encontraron a Bella en Kristen Stewart, una adolescente de 17 años que entonces estaba rodando Adventureland y que trabajaba en el cine desde niña. Pero seguía haciendo falta dar con un actor joven que contuviera a la vez el potencial mainstream del ídolo adolescente y cierta languidez vampírica. Meyer tenía en mente a Henry Superman Cavill y otros tres actores llegaron hasta el final de la selección (Jackson Rathbone, Shiloh Fernandez y Ben Barnes) pero Stewart imploró que fuera Robert Pattinson tras conocerlo en el casting. Según la directora, Elizabeth Hardwicke, la química entre ellos era tan palpable que hizo jurar al actor que no se enrollaría con ella, por lo menos hasta que fuera mayor de edad. Por supuesto, ignoraron la promesa y llegaron a ser pareja, con una ruptura sonada.
En sólo diez años, muchas cosas han cambiado en Hollywood y en las vidas de todos los implicados.
1. Kristen Stewart es directora de cine. Y tiene novia. Incluso los críticos que destrozaron Crepúsculo salvaron de la quema a Stewart. Manohla Darghis, de The New York Times, dijo de esta “sílfide que suele hacer papeles de hija” que interpretaba a su Bella con “temblorosa intensidad y un ligero gruñido”. Diez años más tarde, Stewart es ganadora de un César del cine francés, carga a sus espaldas con películas tan complejas como Personal Shopper de Olivier Assayas y ha dirigido un corto, Come Swim, que se vio en Cannes y Sundance y al que puso música su ex pareja, la cantante St. Vincent. Ahora sale con la modelo Stella Maxwell tras ser pareja de su asistente, Alicia Cargile. En un monólogo en el Saturday Night Live lo dejó claro: “I’m so gay”.
2. Robert Pattinson es muso de David Cronenberg. Tampoco Edward Cullen acabó convirtiéndose en un héroe de franquicias. Pattinson dio muestras de aborrecer las imposiciones de la fama en los años en los que rodó Crepúsculo. Sus entrevistas promocionales, a las que se presentaba resacoso, escéptico y con poquísimas ganas de vender el producto, llegaron a ser casi un género en sí mismas que generaba memes y vídeos virales. Ahora dice que pasó todos esos años paranoico, angustiado y viviendo como un recluso, sin pisar un supermercado en seis años. Pero ha podido redirigir su carrera. Su último papel, de criminal en el thriller experimental de los hermanos Safdie Good Time, le llevó a teñirse el pelo y a vivir varios días en Nueva York metido en el papel. Pattinson ya se sacudió su imagen vampírica en Cosmópolis de David Cronenberg y desde entonces ha trabajado con Claire Denis y lo hará en breve con el colombiano Ciro Guerra. Que no le esperen en una saga Marvel.
3. Taylor Lautner está desaparecido. Era el tercero en cuestión, el niño-lobo. Desde un punto de vista de marketing, la opción más tradicional y segura como ídolo adolescente, ideal para el público que pudiera tener reticencias con el modelo Pattinson. Al acabar la saga, en 2012, lo tenía todo de frente para consolidar su carrea pero tomó un par de malas decisiones –rodar el thriller Abduction con John Singleton, que pinchó en taquilla, y, según The Hollywood Reporter, pedir demasiado dinero a los estudios– y, a partir de ahí, las ofertas de papeles principales se congelaron. Lo último que hizo fue un papel recurrente en la serie Scream Queens en 2016.
4. Una fan fiction de Crepúsculo se convirtió en el bombazo 50 sombras de Grey. Una ejecutiva de televisión inglesa de más de 50 años, E.L. James se obsesionó tanto con las novelas de la saga vampírica que empezó a escribir sus propias versiones, mucho más sexualmente explícitas que las de la mormona Meyer (al fin y al cabo, la saga estaba concebida como una metáfora pro-abstinencia sexual) y las colgó en la web fanfiction.net. Allí, algunos usuarios protestaron por encontrarlas demasiado ardientes y le obligaron a sacarlas del site. Aquello le dio la excusa perfecta para sustituir a “Bella” y “Edward” por “Anastasia” y “Christian”… y el resto es historia de la cultura popular y del autoplacer.
5. La fiebre paranormal subió…y bajó. “¿Qué funcionan los vampiros? ¡Buscadme más! Y ya de paso zombis, hombres lobo y lo que caiga”. Esa fue la orden que dieron editores, scouts del sector del libro, directivos de estudios de cine y televisión y rastreadores de contenido en general. De ahí surgieron True Blood, The Vampire Diaries, Orgullo y prejuicio y zombis (y todas las otras versiones de clásicos con vísceras), The Walking Dead y muchos otros productos culturales, hasta que la efervescencia remitió a favor de las sagas de superhéroes.
6. Se empezó a tomar muy en serio la ficción para adolescentes. Después del éxito de Crepúsculo, Hollywood se dio cuenta de que salía muy rentable apostar por un universo que ya venía con los fans (entregadísimos y muy activos) puestos. De hecho, la última película de la saga prácticamente dio el relevo a la primera de otra trilogía que nació como “ficción para jóvenes adultos”, Los juegos del hambre, que a su vez enlazó con Divergente. La onda expansiva alcanza también a autores más románticos que no incluyen elementos distópicos ni paranormales, como el überventas John Green, autor de Bajo la misma estrella, otro éxito del romanticismo adolescente que pude considerarse hijo de Crepúsculo.
7. El actual presidente de Estados Unidos se obsesionó con la vida de los protagonistas. El historial tuitero de Donald Trump, antes y después de la presidencia, da para mucho. Contiene desde conceptos inventados (covfefe) a invectivas racistas bastante más peligrosas e insultos a todas las minorías, pero uno de sus episodios más graciosos y perturbadores sigue siendo la obsesión que desarrolló el actual presidente con los protagonistas de Crepúsculo cuando estos eran pareja –ya se sabe: Stewinson, KPatz, RStew, Robsten, Kristert, Pattinwart–. Hoy suena a escándalo prehistórico, sabiendo lo que sabemos, pero en 2012 se publicaron unas fotos de Stewart besándose con el director Rupert Sanders, casado entonces con la modelo Liberty Ross. Los Robsten rompieron y después volvieron a estar juntos y Trump, entonces meramente un millonario en apuros inmobiliarios, comentó toda la saga como el más dedicado bloguero de cotilleos. “Robert, déjala. Ella te fue infiel y volverá a hacerlo”, imploraba a Pattinson . “Sé listo, Robert. En dos años me lo agradecerás”, insistía. “La relación está rota y nunca será la misma”, ruminaba. Porque si algo ha caracterizado la vida amorosa de Donald J. Trump es la monogamia, como todo el mundo sabe.
8. A Stephenie Meyer le entró bloqueo creativo. Igual que J.K. Rowling, la autora de la saga decidió que su primer libro post-vampírico fuese para adultos y no para adolescentes. En 2008 publicó The Host, que llegó al mercado español en 2009 como La huésped, una novela romántica de ciencia ficción en la que introducía unos personajes, los “almas”, demasiado sensibles para la zafiedad de los humanos. El libro funcionó mejor en el mercado anglosajón –fue directo al número uno de la lista de los más vendidos de The New York Times, la referente en el sector, y permaneció allí 26 semanas– y se llevó al cine en 2013 con malas críticas y mala taquilla. Se suponía que La huésped era la primera parte de una trilogía y Meyer incluso anticipó los títulos de los dos siguientes libros, pero éstos nunca han llegado. En 2015, coincidiendo con el décimo aniversario de la saga, Meyer publicó Vida y muerte, una versión de Crepúsculo con el género cambiado, en la que Bella es un humano llamado Beau y Edward una vampira de nombre Edythe. Lo hizo en respuesta a los críticos que decían que Crepúsculo no dejaba de ser la enésima declinación del estereotipo de la damisela en apuros.
9. Hay muchas Bellas de casi ocho años en Estados Unidos. En 2010, el año en que la fiebre crepusculera alcanzó su punto de ebullición, el nombre que recibieron más niñas en Estados Unidos fue Bella, y el nombre más popular de chico, Jacob ( el personaje de Taylor Lautner en la saga). La moda no tuvo el mismo efecto con Edward, que se colocó sólo en el número 136 del censo. Afortunadamente, el nombre de la criatura de Edward y Bella, Renesmee, un cruce de los de su abuelas, Renee y Esme, no se popularizó. El adictivo widget del Instituto Nacional de Estadística que indica la frecuencia de cada nombre en España y su implantación geográfica revela que sólo hay 1271 mujeres llamadas Bella y tienen una media de 47 años, así que no parece que provengan del efecto Crepúsculo.
10. Chanel y Dior encontraron a sus nuevas caras. Diez años después de su salto a la primera fila del estrellato, Stewart y Pattinson reniegan, a ratos con humor, de la saga que los hizo famosos y en la que nunca mostraron mucho entusiasmo. Pero, a pesar de haber escogido caminos interesantes y poco trillados para sus carreras, aceptan con gusto los frutos de la publicidad masiva. La actriz cultiva una estrecha relación con Chanel desde 2013. Fue embajadora de sus desfiles de Arts et Métiers y de su línea de maquillaje en 2016 y, ese mismo año, protagonista de la campaña del bolso Gabrielle. El año pasado, Karl Lagerfeld renovó su fe en Stewart al convertirla en imagen única del nuevo perfume de la casa, llamado también Gabrielle. Por su parte, Pattinson lleva ya tres campañas para Dior Homme. El diseñador de la línea masculina de la casa, Kris van Assche, lo considera miembro destacado de su pandilla, junto a Boy George, ASAP Rocky y Rami Malek.