Meghan Markle y su barriga posparto: cómo empatizar con otras madres a través de un vestido-saco
La duquesa de Sussex aparece por sorpresa con su hijo en un acto benéfico. Lo hace con un estilismo que no se deja influir por los dictámenes del estilo royal, rehuyendo la imagen de madre reciente ‘perfecta’ que marca el canon.
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Meghan Markle ha vuelto a sentar precedente. La americana ha aparecido por sorpresa para acompañar a Enrique en el Power Royal Charity Polo Day, un acto benéfico en memoria del empresario tailandés Vichai Srivaddhanaprabha en el que su marido y su cuñado, Guillermo, participaban. Lo ha hecho cuando se cumplen dos meses del nacimiento de su primer hijo, Archie Harrison Mountbatten-Windsor, y dejando intuir con naturalidad –y puede que con intención–, su barriga posparto. Un hecho que marca la diferencia, cuando en el relato de la maternidad en tiempos de Instagram predomina la tendencia de mostrar una recuperación exprés que hemos visto en multitud de famosas e influencers, como Irina Shayk o Georgina Rodríguez, que posan escasas semanas después de dar a la luz presumiendo de vientre plano.
Con el gesto, Markle se desmarca también del discurso que en estos casos acostumbra a transmitir la Casa Windsor. Ya lo hizo con su reaparición tras dar a luz, rehuyendo la urgencia protocolaria de presentar al bebé apenas horas más tarde del nacimiento (y en tacones) que acataron Catalina Middleton y Diana de Gales. Meghan posó dos días después del parto, acontecimiento que también ha llevado con un secretismo novedoso en la institución, mientras Enrique sujetaba al niño y con un vestido de corte gabardina de la diseñadora mestiza Grace Wales Bonner con el que marcaba su barriga tras el parto. Middleton y Diana lo hicieron enfundadas en vestidos tipo saco que evitaban precisamente enseñar curva.
Para la que ha sido su primera aparición en público y en un acto no oficial como madre y junto a su hijo, Meghan ha elegido un vestido verde caqui, de formas amplias y rectas, con escote en pico y manga corta diseñado por Lisa Marie Fernandez. Aunque en esta ocasión ha decidido no pronunciar su figura posparto –el modelo original de la prenda incluye un lazo para usar como cinturón–, sí ha dejado intuir su barriga con este estilismo que rezuma ante todo comodidad. En las imágenes del evento solidario se le intuyen además una sandalias planas.
Como explica a S Moda Ernesto González Mesa, ginecólogo miembro de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), el proceso de recuperar la forma física (tanto la fuerza como las formas) es diferente para cada mujer y varía según cómo haya dado a luz (parto vaginal o cesárea). “Los cambios más llamativos son el crecimiento del útero y del pecho. A lo largo del embarazo se va a producir un aumento del tamaño uterino, eso hace que los órganos internos se adapten a ese volumen y la musculatura abdominal se distienda. Si la mujer no estaba acostumbrada a hacer ejercicio previamente, esa se distiende un poco más. Eso es lo que hace que cuando el bebé nace y el útero va regresando, ese volumen ya no exista y lo que queda es la musculatura con poco tono pues falta por recuperar su función de sujeción como ‘faja”, explica. ¿Cómo recuperarla? “Con la vida diaria se va ganando de nuevo, pero también en función de si se trabaja más o menos se recupera antes”.
El tiempo óptimo para hacerlo, según González Mesa, admite muchas variables. “Con el parto vaginal, sin episiotomía o molestias en el perineo, aunque el manchado se prolongue entre 35 y 40 días, se puede hacer vida normal pronto. Recuperarse para tener actividad física puede llevar entre 48 y 76 horas y plantearse hacer ejercicio más a fondo llevará unas dos semanas, pero siempre han de hacerse ejercicios específicos y bajo supervisión de profesionales con conocimiento específico”, cuenta el ginecólogo. En el caso de cesárea “habrá que esperar al menos un mes, pues la cicatriz es de intervención y afecta a más tejidos”.
La frustración de otras madres
Lo que ocurre con el fenómeno de las famosas en torno a la maternidad en redes y en apariciones públicas puede ser un arma de doble filo. Así como muchas madres encuentran en ellas un espacio u ocasión de comunicación o de pertenencia a grupos de apoyo en los que intercambiar dudas con otras madres en su misma situación (así se inició con el fenómeno de la blogosfera maternal), ha devenido con el uso de Instagram y la capitalización del relato de la maternidad que se hace en muchos casos en una suerte de catálogo de maternidad ‘ideal’ que bebe del modelo patriarcal de mujer y madre abnegada.
Existen espacios y personajes disidentes, como la famosa comunidad internetera Malasmadres, autoras literarias que cada vez abordan más este tema y que lo hacen desde la reflexión, la verdad y la no idealización de esa maternidad impuesta: Sheila Heti, con Maternidad (Lumen) o Nuria Labari, con La mejor madre del mundo (Literatura Random House); y divas de la cultura pop como Beyoncé que han mostrado explícitamente llegando a un público incalculable las dificultades de recuperar el bienestar o la forma física anterior y volver al trabajo tras dar a luz.
Pretender que inmediatamente después de ser madre no ha pasado nada, que el cuerpo no ha cambiado y que no hay dificultades, apareciendo en público y frente a gran cantidad de audiencia luciendo ‘perfecta’ según los cánones, sin apenas signos de esa experiencia brutal, genera frustración. Ver a Pilar Rubio, a Georgina Rodriguez o a Ciara Ferragni posar aún con la bata verde de quirófano, el bebé en brazos y la cara despejada (a base de maquillaje o filtros) “causará, en el mejor de los casos, envidia y desazón y en el peor, frustración y tristeza cuando las mujeres comparen esta foto con las que a ellas les hicieron cuando parieron. Se sentirán descontentas consigo mismas y fracasadas porque quisieran ser como Pilar Rubio. Podríamos decir que estas imágenes colaboran en la construcción de mujeres desempoderadas, acomplejadas y, por tanto, no felices”, explicaba a S Moda la doctora en Comunicación y Género Pilar López Díez.
Aunque de Meghan no hemos visto apenas imágenes durante su puerperio debido a su baja maternal, menos aún escenas o confesiones íntimas sobre cómo está llevando esta etapa, Markle parece perfilar a través de mensajes sutiles extraíbles de sus decisiones estilísticas que no tiene prisa por cambiar de talla, a pesar de que, ella sí, cuenta con los medios económicos para hacerlo.