Me alegran, me apoyan, me animan: oda a los grupos de WhatsApp de amigas
Lugar de refugio instantáneo para preocupaciones serias y reflexiones absurdas, la actividad e intimidad en estos grupos se ha intensificado en el último año. Para muchas el grupo de Whastsapp ha sido como un café con amigas.
En un pasaje de Orlando. Una biografía...
En un pasaje de Orlando. Una biografía, la novela de Virginia Woolf sobre un príncipe que un día se despierta siendo mujer, la protagonista decide vestirse de hombre para pasear tranquila por la calle de noche. Se encuentra con una prostituta y va con ella hasta su habitación, donde le revela que no es lo que muestra su ropa. Se pasa la noche hablando con ella y algunas de sus compañeras, y Woolf aprovecha para ironizar sobre la creencia popular de que las mujeres no podemos ser amigas entre nosotras. “Simplemente registremos que a Orlando le agradaba muchísimo la sociedad de las mujeres y dejémosles a los caballeros probar, como les encanta hacer, que eso es imposible”.
Esa creencia está ya bastante superada (aunque Google aún sugiere búsquedas sobre la rivalidad entre mujeres cuando buscas información sobre la amistad femenina) y en las obras de ficción vemos muchos ejemplos: de Sexo en Nueva York a la más reciente The Bold Type, las mujeres no solo podemos ser amigas entre nosotras, sino que esas relaciones son muchas veces centrales en nuestras vidas.
Carrie Bradshaw, la protagonista de la serie neoyorquina, no se podía comunicar con sus amigas por mensajería instantánea en el teléfono (ya fue todo un avance cuando tuvo móvil y no solo contestador automático en el fijo), pero en The Bold Type ya aparece esa nueva forma de comunicación: aunque se ven todos los días porque trabajan juntas, también hablan a través de mensajería instantánea móvil. Si fuesen personas reales, no es difícil imaginar un grupo en WhatsApp (o su app preferida). Se llamaría The Fashion Closet, en referencia al lugar en el que siempre se reúnen cuando alguna de ellas tiene algún tipo de crisis o duda o necesidad: la enorme sala-armario de la revista de moda en la que trabajan. Si la pandemia las hubiese pillado viviendo por separado, ese grupo hubiese echado humo.
“Obviamente tengo más amigos y amigas, pero ellas dos es con quien he hablado todos los días”, dice Gloria, de 23 años, sobre su grupo de WhatsApp El Toto Club (no sabe por qué se llama así). Las tres se conocen desde el bachillerato y ya tenían el grupo antes del confinamiento, pero cree que este año han acabado más unidas en parte gracias a ese lugar de encuentro virtual. En él hablan un poco de todo (temas sentimentales, académicos, laborales…) y este último año, además, compartían también “los agobios y las incertidumbres del momento”. En ese grupo encontraron una especie de refugio en un momento especialmente difícil. Comentar con ellas cualquier chasco o preocupación “era como una dosis de medicamento”, cuenta Gloria. “Al final, después de esa charla, todo volvía a la normalidad”.
Los grupos de WhatsApp entre amigas son un poco un reflejo de la vida real. A veces se comparten tonterías como memes, pero en los momentos importantes son un lugar más en el que encontrar esa red de apoyo incondicional y “refugio instantáneo”. Justo al principio del confinamiento, María, de 36 años, tuvo un ataque epiléptico. “Me metieron en una ambulancia y me pusieron el móvil encima para que estuviera localizada porque mi madre me iba a seguir en coche. Yo cogí el móvil y, desorientada como estaba porque no había procesado bien todo lo que me había pasado, lo primero que hice fue mandar un WhatsApp a varios grupos. Son momentos en los que te pasa algo que te impacta tanto que lo tienes que contar, aunque luego también hay momentos en los que prefieres no hablarlo con nadie”, cuenta.
Raquel, también de 36 años, está en uno de esos grupos que recibió el mensaje de María diciendo que estaba en una ambulancia. Recuerda que se asustó y que lo primero que pensó fue en el coronavirus —era la época de más paranoia—, y le escribió varios privados a su amiga pidiendo más información. Esa función de “rescate” es algo que también destaca María de los grupos de WhatsApp: aunque no te digan directamente que están de camino al hospital, notar que alguien está mal o de pronto ha desaparecido y servirle de apoyo.
Uno de los grupos que comparten ambas amigas con otra más se llama Taraditas. Ya lo tenían de antes —con otro nombre—, pero se les juntó “una época mala a nivel salud a todas” y lo renombraron para reflejar uno de los grandes temas, sus “taras”. “Estamos en un momento en el que todo el mundo tiene problemas supergraves. Nosotras también, pero a veces simplemente tienes pequeñas fugas y necesitas compartirlas sin que te juzguen. Y a veces también tenemos problemas serios y necesitas hablar de ellos sin que te den opiniones, simplemente desahogarte”, relata María. Todo esto sin quitarle peso a “la función principal de entretenimiento” del grupo, cuya foto de perfil es el gato del meme No soy un gato. Esa relación es la que tienen también cuando quedan en el mundo real. “Esto no elimina nuestra vida de verdad. La amplifica”, resume Raquel.
Lorena, de 30 años, no puede comparar la relación virtual que tiene con dos amigas con las que comparte grupo de WhatsApp con su expresión física delante de un café porque no se conocen en persona. Se hicieron amigas porque todas son muy fans del k-pop, en particular del grupo BTS (“treinta años tengo…”, se ríe la entrevistada), y durante el confinamiento todo se hizo más íntimo. “La verdad es que no me imagino la vida sin ellas”, asegura. Está pasando por un momento personal complicado y “tenerlas ahí día a día, aunque sea por WhatsApp, supone que yo tenga más ganas de vivir. Que no es que no tenga ganas de vivir, pero me dan fuerzas en mi día a día, me alegran, me animan, me apoyan… me hacen muy feliz”.
Que los grupos de amigas en WhatsApp sean lugares muy especiales no quita que no pueda haber grupos en los que también hay hombres o incluso solo de amigos con esa misma función de apoyo y refugio (y risa y tontería). La propia María envió el mensaje de la ambulancia a grupos en los que también hay amigos. “Sé que sigue habiendo más redes entre las mujeres, pero creo que eso sí se está superando un poco, que los hombres cada vez son más conscientes de que también necesitan hacer red y se siguen incorporando, con redes de amigos o amigas. Aunque mi sensación y experiencia es que son más hombres que se incorporan a redes de amigas”, dice.
La psicóloga general sanitaria y sexóloga clínica Nayara Malnero explica que sí existe una diferencia entre cómo afrontamos la amistad. “El ser humano es social por excelencia, pero las mujeres mucho más. Cuando los hombres socializan entre ellos tienen relaciones centrífugas (quedan para hacer cosas, ver fútbol… la atención está fuera) y las mujeres centrípetas (quedan para hablar y compartir)”, asegura. De hecho, ella utiliza grupos terapéuticos de WhatsApp con algunas de sus pacientes. Aunque falta la comunicación no verbal, lo que en algunos casos puede dar lugar a malentendidos, “estas herramientas fomentan la sensación de ‘sentirnos conectadas’. Profesionalmente veo como en mis grupos de Whatsapp las chicas agradecen saber que ‘hay alguien ahí que además me entiende y que le pasa lo mismo que a mí’”, dice la psicóloga. Se entiende también que lo que pasa en ese grupo no va a salir de ahí.
Acudir a las amigas en momentos malos, ya sea por WhatsApp (por su inmediatez y porque no siempre es posible reunirse) o en persona, es además, según la ciencia, algo que hacemos más las mujeres que los hombres. Un estudio de 2017 publicado en la revista Adaptive Human Behavior and Physiology probó la hipótesis de que, ante el estrés, la respuesta de lucha o huida no es universal (de hecho, la mayor parte de las investigaciones sobre la respuesta de lucha o huida se han hecho con sujetos única o mayoritariamente masculinos) . Según el texto, las mujeres tienden en su conducta más a colaborar que a competir como respuesta ante una amenaza (no está claro que no se trate de algo solo cultural).
Los grupos de WhatsApp entre amigas cercanas se convierten en lugares totalmente seguros que funcionan como un añadido y reflejo de la relación que existe en persona. “Creo que las mujeres vemos el grupo de WhatsApp como un café de amigas”, dice la psicóloga Nayara Malnero. Esas mismas palabras, café de amigas, las escribe Raquel para expresar cómo ve su grupo de Taraditas y otros con su círculo más cercano de amistad. Cuando pueden, se toman ese café. El resto del tiempo, está WhatsApp para compartir preocupaciones, enlaces a tuits graciosos, stickers personalizados, pedir consejo a la hora de escribir un mail de trabajo para asegurarse de que no se malinterprete o simplemente preguntar si a a alguien le apetece tomar algo. Un café, claro.