Máscaras que borran la cara y vestidos que engañan a las cámaras: moda contra la hipervigilancia
Diseñadores y artistas empiezan a mostrar un creciente interés por convertir la moda en aliada de lo antisistema en un rechazo total al excesivo control de la tecnología intrusiva.
Uno de los últimos virales que ha despertado la curiosidad de miles de internautas muestra un protector para el rostro que permite evitar el reconocimiento facial y que, supuestamente, está siendo usado por los manifestantes de Hong Kong en las últimas protestas. En un vídeo compartido por la cuenta de Twitter @HappySharingDay se puede observar a una persona utilizándolo y mutando su rostro al de una mujer joven, un hombre joven, una persona mayor y otras tantas posibilidades. ...
Uno de los últimos virales que ha despertado la curiosidad de miles de internautas muestra un protector para el rostro que permite evitar el reconocimiento facial y que, supuestamente, está siendo usado por los manifestantes de Hong Kong en las últimas protestas. En un vídeo compartido por la cuenta de Twitter @HappySharingDay se puede observar a una persona utilizándolo y mutando su rostro al de una mujer joven, un hombre joven, una persona mayor y otras tantas posibilidades. El dispositivo consiste en una visera cuya protección convierte cualquier rostro humano en una combinación de otras fisionomías para conseguir burlar a las miles de cámaras que tenemos a nuestro alrededor.
El futuro distópico de Orwell, como muchos internautas apuntan, parece haber llegado. Pero el vídeo que ha recorrido la red ni pertenece a Hong Kong ni es de este mismo año… aunque el timming sería perfecto: las autoridades de Hong Kong han prohibido el uso de máscaras faciales en las protestas y, ante la negativa de muchos ciudadanos a acatar la norma, estas se han vuelto mucho más violentas. Sin embargo, tal y como apuntaban desde The Daily Dot, el vídeo pertenece a un proyecto coral llamado Anonymous de la Universidad de Artes HKU de Utrecht y fue publicado por primera vez en 2017.
“Mi proyecto NO tiene nada que ver con fines políticos”, ha publicado Jing-Cai Lu, la diseñadora de producto detrás de esta invención en su canal de Youtube al descubrir que su proyecto se ha vuelto popular y se ha relacionado con las protestas. Pero sí que tiene que ver: en la explicación original de su proyecto, la diseñadora expresaba su preocupación ante las nuevas tecnologías de reconocimiento facial. “Las cámaras y otras tecnologías han creado un entorno de vida más seguro que nunca. Los megabancos de datos y las cámaras de alta resolución almacenan cientos de exabytes al año pero, ¿quién tiene acceso a estos datos?”, publicaba Lu, “No solo el departamento de seguridad sino también la industria publicitaria están interesados en esta tecnología. Pagan por usar datos en tiempo real para su ventaja: crean anuncios, mantienen registros de tus intereses personales y te siguen a donde quiera que vayas”.
Sea para evitar que los anuncios personalizados te persigan también fuera de Instagram o ante la creciente preocupación por los sistemas de reconocimiento facial en un periodo de hipervigilancia social, lo cierto es que diseñadores y artistas empiezan a mostrar un creciente interés por convertir la moda en aliada de lo antisistema en un rechazo total al excesivo control de la tecnología más intrusiva.
La estética que desafía al sistema
Al tiempo que la tecnología se vuelve cada vez más precisa para permitir a las autoridades dar caza con mayor velocidad a todo tipo de criminales, muchos ciudadanos han compartido sus miedos sobre su propia privacidad dentro de un sistema que permita verlo todo. Entre ellos, activistas y diseñadores ponen su granito de arena para que este control sistémico no sea total, intentando dar a los ciudadanos de a pie una serie de alternativas que van desde camisetas a maquillaje y peinados que se burlan de las nuevas tecnologías con el fin último de volverte irreconocible. Quizás la única problemática del fenómeno, como bien explicaba el periodista Robinson Meyer en un artículo de The Atlantic sobre maquillaje anti vigilancia, es que «lo que te hace invisible para los ordenadores te evidente para el resto de humanos».
Como se trataba en un artículo de Slate, existen dos maneras de conseguir esa invisibilidad tecnológica a través de la moda: la primera de ellas consiste en bloquear las formas que permiten que otros recojan tus datos. Buenos ejemplos de esto se han visto en las manifestaciones de Hong Kong: para resultar irreconocibles, los manifestantes ocultan su rostro de todas las formas posibles, ya sea mediante máscaras o maquillaje de camuflaje o, tras la última prohibición por parte del gobierno, un peinado/máscara que oculte las facciones.
La idea no es nueva: el artista Adam Harvey lleva años interesado en la privacidad, la visión por ordenador y la vigilancia, así como en encontrar maneras de confundir al sistema moldeando la imagen de las personas. Su proyecto más conocido, CV Dazzle, data del año 2010, y explora cómo la moda, usada como camuflaje, puede servir para imposibilitar las nuevas formas tecnológicas de reconocimiento facial.
«El nombre se deriva de un tipo de camuflaje naval de la Primera Guerra Mundial llamado Dazzle, que utilizaba diseños de inspiración cubista para romper la continuidad visual de un acorazado y ocultar su orientación y tamaño», explica el artista a través de la web del proyecto, «del mismo modo, CV Dazzle utiliza diseños de peinado y maquillaje de vanguardia para romper la continuidad de una cara. Dado que los algoritmos de reconocimiento facial se basan en la identificación y la relación espacial de las características faciales clave, como la simetría y los contornos, se puede bloquear la detección creando un antifaz». En la misma web, el artista da consejos estilísticos para pasar resultar irreconocible ante las cámaras de seguridad.
El resultado de esta propuesta, que combina peinados coloristas de corte geométrico con un maquillaje tan rompedor como llamativo, parece estar presentándonos a los protagonistas revolucionarios de una película de ambientación futurística y de corte neopunk.
En la misma línea de Harvey fue la colección de accesorios diseñados por Lisa Kori Chung en 2014. Los llamados Anti-NIS Accessories, exploraban el concepto de la próxima generación de vigilancia con cámaras – llamada Neuro-Imaging Surveillance (NIS)– que propone un seguimiento de identificación biométrica que podría buscar patrones de pensamiento sospechosos en la mente del público. Aunque todavía suene a ciencia ficción, la propuesta de Chung consistía en accesorios que cubrieran el rostro para así hacer menos identificables nuestras emociones.
La segunda de las formas de conseguir que tus datos no pasen a modo de otros consiste en hacer enloquecer a los algoritmos con un montón de datos basura. Un ejemplo de esto es la línea de ropa creada por la diseñadora y experta en seguridad digital Kate Rose, quien presentó en una conferencia de ciberseguridad de Las Vegas una línea de ropa bautizada como «moda contradictoria» que introduce datos basura en los sistemas de lectura de matrículas: los patrones de sus prendas activan los lectores automáticos de las matrículas e inyectan datos inservibles en ellas. Con esta moda que confunde a las máquinas, su creadora pretendía explotar una vulnerabilidad del sistema: las máquinas pueden ser inteligentes, pero no son perfectas.
Las prendas y estéticas anti vigilancia no nacen como una tendencia, sino como una necesidad de los ciudadanos de sentirse más protegidos frente al sistema. A pesar de ello, su llamativa forma –esa que te hace invisible para las máquinas pero muy visible para el ojo humano– no solo puede conseguir generar mayor conciencia social frente a un sistema que cada vez conoce más datos y al que le resulta mucho más sencillo que nunca identificarte sino que, ateniéndonos a esa vieja costumbre del mundo de la moda de recoger el pulso social y hacerlo tendencia –como ha sucedido con otros temas como el feminismo o el cambio climático– es posible que también termine subiéndose a las pasarelas.