Por qué sale de ESCAC el retrato generacional de la treinteañera (y soltera) española

A Nely Reguera le da pudor decir que ha hecho una película generacional, aunque algo de profundamente generacional hay en María (y los demás), su ópera prima. El retrato de una treintañera, soltera, que trabaja en una librería pero que quiere ser escritora, y que no se atreve a cortar con su familia parece el resumen irónico de lo que es ser mujer, a los treinta, en nuestra época y en nuestra sociedad. Está claro que Reguera tiene más pudor que la Hannah Horvath de Girls, aquella aspirante a escritora que, para evitar que sus padres le cortasen la paga (a los...

A Nely Reguera le da pudor decir que ha hecho una película generacional, aunque algo de profundamente generacional hay en María (y los demás), su ópera prima. El retrato de una treintañera, soltera, que trabaja en una librería pero que quiere ser escritora, y que no se atreve a cortar con su familia parece el resumen irónico de lo que es ser mujer, a los treinta, en nuestra época y en nuestra sociedad. Está claro que Reguera tiene más pudor que la Hannah Horvath de Girls, aquella aspirante a escritora que, para evitar que sus padres le cortasen la paga (a los veintitantos), se despachaba diciendo: “creo que puedo ser la voz de mi generación o, al menos, una voz, de una generación”. Sin embargo, la protagonista de María (y los demás) sí que comparte algunos rasgos con Hannah, y su directora tiene el mismo don que Lena Dunham: tomar la realidad para trasladarla al terreno de comedia crítica.

Hablando de generaciones, se podría decir que María no está sola. A María, la acompaña, por ejemplo, Geni, la protagonista de Todos queremos lo mejor para ella, la segunda película de Mar Coll. En María (y los demás), la protagonista se ve arrastrada por una espiral de malestar cuando descubre que su padre se va a casar de nuevo. En Todos queremos lo mejor para ella, Geni, que se está recuperando de un accidente, se enfrenta a las expectativas de su familia y a su deseo de replantearse su vida. Ambas son mujeres en crisis, que en cierta manera tienen que lidiar con sus familias y sus entornos, que tienen que definir la distancia entre ellas mismas y el mundo que las rodea. Aunque Nely Reguera aborda la comedia de una manera más frontal, también hay algo de comicidad desaforada, de ironía y de crítica en el cine de Mar Coll.

Cuando se habla de los directores salidos de ESCAC, se suele hacer referencia a nombres como los de Kike Maíllo, J.A. Bayona o Javier Ruiz Caldera. Sin embargo, de la escuela de cine de Cataluña también han salido un buen número de directoras, como Roser Aguilar (Lo mejor de mí) o Elena Trapé (Blog), cineastas que, además, han compuesto interesantes retratos femeninos. Es el caso, sin duda, de Nely Reguera, y su María. O de Mar Coll con sus dos películas hasta la fecha, Tres días con la familia, el relato sobre una chica que vuelve a casa para un entierro, y Todos queremos lo mejor para ella. También, de Liliana Torres, que firmó una de las películas más divertidas, conmovedoras y transgresoras del cine español de los últimos años. En Family Tour, Torres retrataba a su familia con un curioso (curiosísimo) dispositivo: todos los actores son miembros de su familia, interpretándose a si mismos; todos, excepto una, la actriz, esta sí profesional, que encarna a la propia Liliana. El resultado es una película única, en la que los mecanismos de la ficción y la realidad más íntima del núcleo familiar se mezclan con una naturalidad pasmosa.

Liliana compartió piso con Mar en México, donde siguieron estudiando cine. Cuando se habla de ESCAC se suele apelar a los vínculos que se generan en la escuela, al hecho de que muchos de sus alumnos, cuando dan el salto a la dirección, siguen trabajando con los que fueron sus compañeros en el aula. De esta unión salen, quizá, las pequeñas similitudes que comparten estas directoras. “Creo que las películas de ESCAC se parecen a las personas que las han hecho”, dice Mar Coll, “aunque identifico elementos comunes entre mis películas y Family Tour o María (y los demás). Es normal: Lili, Nely y yo somos amigas, y hemos compartido piso, referentes y vida”.

A ellas, se les puede sumar Belén Funes, directora del corto Sara a la fuga, otra película con personaje femenino en el centro del relato. En este caso, se trata de una adolescente internada en un centro de acogida. Belén habla de las similitudes y de las disonancias entre su cine y el de Nely: “son tonos muy distintos. Nely es muy buena en esa comedia ácido-dramática y yo me siento más cómoda en el drama a secas. Pero sí que hay nexos de unión. Creo que en ambas propuestas se busca la naturalidad, la verosimilitud de los personajes y los ambientes que les rodean”. Por su parte, cuando piensa en las similitudes entre su película y las de sus compañeras, Nely también habla de honestidad. “Es lo que más me interesa, que haya una verdad”, sentencia la directora de María (y los demás). Con Liliana y con Mar, también comparte la voluntad de retratar el universo familiar. Además, todas ellas han elaborado protagonistas que son mujeres. “Cuando estudiaba en ESCAC, muchos de los profesores me invitaban a hablar de lo que conocía y no tanto a inventar sobre otras realidades”, dice Belén, “por lo tanto, de forma casi automática, a mi me sale escribir películas e historias protagonizadas por mujeres. Se me da mal inventar, no sería capaz de escribir una película acerca de un tema que desconociera totalmente. Además, hablar sobre la mujer me permite controlar la película, porque los personajes de alguna forma tienen que ver conmigo y con mi forma de ser”.

Mar define a María, la protagonista de la película de Nely: “es una mujer exigente, que vive intensamente el sentimiento de frustración y que atraviesa un momento de cambio a su alrededor que le hace sentir particularmente frágil”, dice, “es una mujer con problemáticas comunes”. Esta mujer está encarnada por Bárbara Lennie, que, en el plano que abre la película, aparece con el rostro tapado por unas ramas, como si lo que se plantease en la película fuese necesariamente la búsqueda de una identidad. Aunque María (y los demás) tiene puntos en común con La boda de mi mejor amiga (un gusto exacerbado por la comicidad), está claro que Bárbara Lennie no tiene la capacidad para el humor físico de Kristen Wiig. A la vez, la película de Nely Reguera abre una vía menos sumisa a los valores tradicionales. Lo que define María (y los demás) es un trayecto de emancipación: de la familia, de los corsés sociales, de las convenciones y aspiraciones laborales. En este sentido, nada mejor que la decadente relación que María mantiene con un hombre que, de ella, destaca sus mamadas y sus desayunos (sic).

“Yo definiría a María como una persona imperfecta”, comenta Belén, “como una mujer aturdida por el devenir de la realidad, incapaz de entenderla y mucho menos de aceptarla. Frágil pero atrevida. Mujer pero niña. Una contradicción pura”. De hecho, además de trabajar como script en María (y los demás), Belén ha prestado su apellido a la protagonista, María Funes. La película de Nely Reguera está llena de juegos como este, de pequeños homenajes a sus amigos. María (y los demás) es el último paso de un grupo de directoras a las que, más allá de cualquier parecido, no se les puede negar la cualidad de autoras, de poseer una mirada propia.