Si te gusta el deporte deberías saber quién es Margot Moles

La que probablemente sea la atleta española más completa del siglo XX quedó olvidada después de que el franquismo borrara su nombre de la historia y fusilara a su marido. Hablamos con el autor del libro que reivindica su figura.

“Solamente por el hecho de ponernos pantalones para esquiar, y creo que fui la primera que utilizó esta prenda en nuestra Sierra, era yo objeto de críticas; me decían que era un chicazo, pero a mi me parecía ridículo ir con faldas y vendas en las piernas, que era lo que se estilaba entonces. Luego el tiempo me ha dado la razón”. Así hablaba Margot Moles (1910-1987) en una entrevista que concedió a la revista Peñalara el mismo año de su muerte. La deportista fue pionera en mucho más que adaptar el vestuario deportivo a las necesidades femeninas. Junto a su hermana Luci...

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“Solamente por el hecho de ponernos pantalones para esquiar, y creo que fui la primera que utilizó esta prenda en nuestra Sierra, era yo objeto de críticas; me decían que era un chicazo, pero a mi me parecía ridículo ir con faldas y vendas en las piernas, que era lo que se estilaba entonces. Luego el tiempo me ha dado la razón”. Así hablaba Margot Moles (1910-1987) en una entrevista que concedió a la revista Peñalara el mismo año de su muerte. La deportista fue pionera en mucho más que adaptar el vestuario deportivo a las necesidades femeninas. Junto a su hermana Lucinda fue la primera mujer española en practicar atletismo de forma profesional y la primera campeona femenina de esquí en nuestro país. Sin embargo, la que fuera probablemente la atleta más completa del siglo XX en nuestra geografía (logró triunfar en cuatro disciplinas tan distintas como el atletismo, el hockey, la natación y el esquí) quedó totalmente olvidada y borrada de los anales de la historia del deporte. Su militancia en el bando republicano le pasó factura después de la Guerra Civil: el franquismo se encargó de eliminar cualquier rastro de su exitosa carrera deportiva y después de fusilar a su marido, el deportista Manuel Pina, la condenó al ostracismo social, pasando de ser una deportista de élite a bordadora de ropa para mantener a su hija. Ahora el escritor Ignacio Ramos reivindica su figura en el libro Margot Moles, la gran atleta republicana (Libros.com), un repaso por la apasionante vida de una de las precursoras del deporte femenino español que se publicará próximamente con la ayuda del mecenazgo digital (puedes apoyar el proyecto aquí).

Moles popularizó la natación entre las mujeres y fue una de las socias fundadoras del mítico Club Canoe.Cortesía de la familia de Margot Moles

«En la investigación para mis libros anteriores sobre el deporte madrileño de principios del siglo XX, me encontré a menudo con la figura de Margot Moles en los periódicos de la época y el personaje me fascinó de inmediato. No eran solo sus grandes logros en cuatro deportes diferentes, sino su actitud y personalidad en un ámbito tan machista como el deporte lo que me llamó la atención. Después, descubrí lo interesante de su vida y las trágicas circunstancias por las que pasó tras la Guerra Civil y no dudé ni un momento de que su historia debía ser rescatada del olvido», confiesa a S Moda Ignacio Ramos. En los años veinte y treinta, muchas mujeres contribuyeron desde diferentes ámbitos a modernizar y democratizar la sociedad española y Margot fue un referente para las jóvenes de su generación, a las que animó a perder el miedo a practicar deporte y a ser juzgadas por los prejuicios sociales de la época. «En un país todavía tan machista como España necesitamos referentes femeninos a los que admirar y respetar», añade el autor.

Margot Moles nació en Tarrasa (Barcelona) pero con 17 años se mudó a Madrid. Desde pequeña estaba acostumbrada a hacer deporte y disfrutar del campo y la montaña pero fue en la capital donde se inició en el atletismo, el hockey y el esquí junto a su hermana mayor Lucinda. Ambas salían al campo con un grupo de jóvenes de su edad, con los que fundaron en 1930 el mítico club Canoe, y aprendieron a esquiar en Navacerrada. Gracias a su relación con el prestigioso Instituto-Escuela, donde trabajaba su padre, también se iniciaron en el atletismo y empezaron a jugar al hockey en la Agrupación Deportiva Tranviaria y después en el Athletic Club de Madrid. Toda una proeza ser ducha en disciplinas tan distintas y encontrar el momento de ejercitarlas todas. «Durante la semana practicaba el atletismo, los fines de semana jugaba al hockey y en invierno subía a Navacerrada para esquiar. En verano, practicaba la natación y el excursionismo durante los campamentos estivales del Instituto-Escuela, en los que trabajaba como monitora. En aquellos tiempos, el deporte femenino era totalmente aficionado y apenas contaba con ayudas, por lo que entrenaban cuando podían y competían los fines de semana», explica Ramos. Más tarde, el entrenamiento empezó a hacerse de manera regular cuando en 1935 fundó junto a otras deportistas el Club Femenino de Deportes, que desapareció con el comienzo de la Guerra Civil.

El libro ‘Margot Moles, la gran atleta republicana’ rescata su historia y reivindica su figura.

A pesar de que muchas de sus compañeras tenían que abandonar el deporte cuando se casaban para dedicarse a su marido y a sus hijos, Moles continuó entrenando después de su matrimonio en 1934 con Manuel Pina, al que conoció en una excusión a la montaña y con el que compartía el amor por el deporte. Ambos fueron miembros fundadores del Canoe y ganaron numerosos campeonatos mixtos de esquí. «En los años treinta, hubo una eclosión del deporte femenino que fue apoyado por la prensa, con frecuentes reportajes sobre atletismo, tenis, hockey, balonmano o baloncesto, aunque el tratamiento informativo era todavía muy estereotipado y se solía hacer hincapié en la belleza de las deportistas (–no, las cosas no han cambiado demasiado casi cien años después–). Durante la II República, las mujeres pudieron practicar numerosos deportes, pero apenas recibían ayuda de los clubes u organismos deportivos y eran tratadas con cierto paternalismo por los hombres», detalla el autor de Margot Moles, la gran atleta republicana.

El deporte favorito de Moles era el esquí y además de proclamarse ganadora de todos los torneos femeninos del club alpino Peñalara, fue la primera campeona de España de esquí en 1936 y la primera mujer del país (junto con su compañera Ernestina de Herreros), en participar en unos Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Alemania. Sin embargo sus éxitos acabaron abruptamente por su ideología política. «El activismo de Margot comenzó principalmente con el golpe de Estado contra el gobierno de la República, pues estaba muy identificada con los avances en derechos sociales que se habían logrado durante este periodo. Colaboró en la atención a niños desvalidos de los barrios pobres de Madrid y en la formación física de jóvenes reclutas, como miembro de la organización Alerta! y del Consejo Nacional de Educación Física. En el verano de 1937, formó parte de la delegación republicana española que asistió a las Olimpiadas Obreras de Amberes», aclara Ramos. Su activismo político le pasó factura y, después de que el franquismo venciera en la Guerra Civil, su vida cambió por completo.

Tras la Guerra Civil, el franquismo la borró de los anales de las competiciones deportivas por ser republicana.

«Cuando terminó la guerra, Margot era todavía joven, pero no pudo retomar su vida deportiva por su mentalidad liberal y sus ideas republicanas», nos cuenta su biógrafo. En aquel momento, el deporte femenino pasó a ser controlado por la sección femenina de La Falange y pronto el atletismo se consideró un deporte impropio para las mujeres. Pero no solo eso: su marido fue fusilado en 1942 y tuvo que empezar a ganarse la vida bordando ropa para mantener a su hija Lucinda, que tenía solo tres años en aquel momento. Su nombre desapareció de los anales deportivos y de los clubes en los que militó. «Es cierto que, con el tiempo, Margot practicó algo de deporte de forma privada en las instalaciones del Canal de Isabel II, en Chamberí, pero llevó una vida muy discreta hasta su muerte en 1987», en palabras de Ignacio Ramos.

Además de por sus logros personales, la figura de Margot Moles merece ser recuperada por su espíritu revolucionario y por contribuir a popularizar deportes como la natación entre las mujeres de la época, en un momento en el que solo había dos piscinas en Madrid (la del Real Madrid en Chamartín y la piscina Niágara en la cuesta de San Vicente) y ellas tenían su horario para bañarse. También fue firme defensora de adoptar una indumentaria lo más cómoda posible para practicar deporte. «En atletismo, Margot, su hermana Lucinda y su amiga Aurora Villa también rompieron moldes. Adoptaron y lucieron pantalones cortos y camisetas sin mangas, en ocasiones sin siquiera utilizar sujetador, lo cual era un escándalo para la todavía mojigata sociedad española», cuenta el escritor. Y continúa: «En hockey, Margot y sus compañeras del Athletic Club de Madrid (actual Atlético de Madrid) causaron sensación en la final del campeonato de España femenino de 1936 contra sus grandes rivales del Real Madrid FC. Las liberales mujeres del Atlético querían introducir el pantalón corto y la blusa en la indumentaria, con el fin de jugar más cómodas y frescas en un día caluroso del mes de mayo, pero las madridistas, más conservadoras, se negaron. Entonces, las atléticas confeccionaron unas faldas-pantalón que fueron la comidilla del público asistente». Una anécdota que resume a la perfección su personalidad combativa dentro y fuera del césped. Razón suficiente para recuperar su historia y volver a escribir Margot Moles entre los grandes nombres del deporte.

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