Los talentos de vestuario del cine español
Maestros en creatividad y confección, pero también en trucos e ilusión, como todos los profesionales del cine, nuestros diseñadores de vestuario ayudan a hacer posible que actores y espectadores vivan como real lo que es puro sueño.
Buscar el look adecuado para la personalidad, la época y el momento indicados. Algo tan sencillo de enunciar en una frase es la base de un complejo trabajo al que se dedican estos técnicos del cine, que también hacen moda. Desglosar guiones, analizar personajes, meterse en la cabeza del director; investigar épocas en libros y museos, dibujar figurines, realizar cartas de color que den unidad estética a una película; probar tejidos y cortes, y luego controlar en escaso tiempo los procesos de confección… La lista de sus deberes y responsabilidades es larga. Pero sin todo ello, la pelí...
Buscar el look adecuado para la personalidad, la época y el momento indicados. Algo tan sencillo de enunciar en una frase es la base de un complejo trabajo al que se dedican estos técnicos del cine, que también hacen moda. Desglosar guiones, analizar personajes, meterse en la cabeza del director; investigar épocas en libros y museos, dibujar figurines, realizar cartas de color que den unidad estética a una película; probar tejidos y cortes, y luego controlar en escaso tiempo los procesos de confección… La lista de sus deberes y responsabilidades es larga. Pero sin todo ello, la película simplemente no resultaría; ni siquiera nos la creeríamos. Son más de los que están aquí –Sonia Grande, habitual de Amenábar o Woody Allen, no pudo posar porque tuvo que partir de improviso a EE UU; mientras que Lala Huete, ganadora de un Bafta británico, tampoco, al estar rodando en Argentina–, pero todos ellos suscitan el máximo interés. El cine español cuenta con unos diseñadores de vestuario de lujo. Estas son sus historias.
01. Yvonne Blake
La gran dama del vestuario
De Londres a Madrid. «Comencé en la productora inglesa Hammer Films, con películas de terror. Todo ocurrió muy rápido: apenas trabajé un par de veces como ayudante y me ofrecieron una primera película como diseñadora. Era una veinteañera y ahí estaba yo vistiendo a Elizabeth Taylor o a Sofia Loren. Acto seguido, me vi rodando con Truffaut su Fahrenheit 451 (1966), mi primer gran reto. Era el momento de las grandes coproducciones y había trabajo para todos. En apenas unos años llegó el Oscar por Nicolás y Alejandra (1971) y también mi pasión por España. Aquí me enamoré y me casé (con el ayudante de dirección Gil Carretero). Eran años frenéticos, porque el país era un gran plató, pero no había tantos profesionales. Tras el Oscar me ofrecieron Jesucristo Superstar (1972) ¡Y tuve que someterme a una prueba con otros diseñadores! A Norman Jewison le hice una propuesta de trajes que parecieran hechos por los propios personajes, y le encantó. Es posiblemente el trabajo más difícil que he realizado en mi vida. Y llegó Superman (1978), algo muy delicado, porque había que volver convincente un icono en mallas. Cuando las coproducciones murieron, y yo mejoré mi español, entré en la industria nacional, sin dejar de hacer cine fuera. De entonces recuerdo a Gonzalo Suárez, gran poeta visual. Él me hizo ganar el primero de mis cuatro Goyas por Remando al viento (1988). Suelo repetir con los directores que me gustan y tienen mi mismo sentido del humor, como Richard Lester. Que me hayan concedido este año el Premio Nacional de Cinematografía ha sido un shock, y un grandísimo honor. Soy la primera mujer técnico de cine que lo recibe. Espero estar abriendo una puerta a las demás».
Jordi Mollà como un Goya espectral. «Los fantasmas de Goya (2006) demuestra que la investigación en este trabajo es apasionante. La idea era reproducir al detalle el siglo XVIII siguiendo la pintura del maestro, único a la hora de reproducir tejidos, con esas finísimas puntillas, gasas y estampados. Este traje que viste Jordi Mollà era para un Goya ya crepuscular, que interpretaba Stellan Skarsgard. Está extraído de un autorretrato de madurez. Me sorprendió que nadie lo hubiera usado antes. Las velas dan un dramatismo especial».
Manuela Velasco lleva un traje de la película Lope que pertenece a Peris Costumes Co, y que en el filme vistió Leonor Watling. Lo creó Tatiana, que lleva camisa de Stella McCartney y pantalón de seda de Paul Smith, ambos para Just One.
Richard Ramos
02. Tatiana Fernández
De los Oscar al Siglo de Oro
La mejor escuela, el cine español. «Estudié Comunicación Audiovisual en Madrid y sabía que me gustaba el cine, pero no qué hacer dentro de él. Así que me matriculé en la escuela TAI y me enseñaron cómo funcionaba cada departamento. Y yo, que soy muy ambiciosa, escogí lo más grande: la dirección artística. Allí conocí a futuros profesionales, como Juan Carlos Fresnadillo, con quien hice mis primeros cortos, incluido Esposados (1996), que fue a los Oscar. Mientras vivía y aprendía de la publicidad, me llamó César Macarrón, un genio de la dirección artística. Siendo su ayudante, viví la experiencia única que siempre es tu primera película, El espinazo del diablo (2001). Después tuve que tomar una decisión: seguir con este gran amigo, y mejor jefe, o iniciar mi propia carrera. Fresnadillo me ofreció el vestuario de Intacto (2001), y acepté. Así fueron llegando Mortadelo y Filemón (2003), La vida secreta de las palabras (2005) o Camino (2008). Una no controla su carrera del todo. Quizá no estaba preparada para algo que hice, pero la película está ahí, así que pude con ella. Lope (2010) fue otro reto más. Lo superé, y me dieron mi Goya por él. Los amantes pasajeros (2013) ha sido mi penúltima película (ha rodado después con Daniel Sánchez Arévalo), y que a Pedro le haya apetecido probar conmigo es un honor. Es muy exigente y me ha enseñado a ir a por la esencia del personaje, extraerla. En España se ha rodado mucho cine y hemos aprendido bien de los que nos precedieron. Tenemos una gran escuela».
Manuela Velasco como la muy noble Isabel. «Para una película de época como Lope (2010) se necesitan muchas horas de investigación. No solo por cómo se arman los vestidos. Nosotros tenemos en cuenta que en esa época la gente se bañaba una vez al año, por edicto real, y que los piojos y las chinches anidaban en las costuras de la ropa. Estos trajes de mujer son sencillos. Casan bien con la imagen de austeridad española que se quería dar. Este que viste Manuela Velasco, y que en la película llevaba Leonor Watling, era el de una dama noble y pura».
Inma Cuesta luce el mismo vestido de faralaes que lleva su personaje, Carmen de Triana, en Blancanieves. Paco viste traje de chaqueta de Loewe, camisa de Alessandro Gherardi para Just One; cinturón de Tom Ford para Just One y sus propios zapatos.
Richard Ramos
03. Paco Delgado
Destino: Hollywood
En el cine por pura casualidad. «Cuando llegué a Madrid algunos de mis amigos estudiaban cine, así que fue natural comenzar a hacer decorados y utillería para teatro y publicidad. Viví unos años en Londres haciendo un poco de todo. Y tengo la suerte de contar con Sonia Grande y Lala Huete, esas grandísimas directoras de vestuario, como amigas. Ellas me pidieron que las ayudara con sus proyectos. Creo que fue Lala quien me recomendó a Álex de la Iglesia para La comunidad (2000). A día de hoy, sigue siendo, en mi opinión, mi trabajo más redondo. He hecho todas las de Álex, incluida la última, Las brujas de Zugarramurdi (2013). Entre medias, he tenido la suerte de trabajar en proyectos apasionantes, como Biutiful (2010), o las dos de Almodóvar que he hecho hasta la fecha, La mala educación (2004) y La piel que habito (2011). Hasta llegar al año pasado, el de la locura. Cuando me llamaron para hacer Blancanieves (2012) fui a la reunión calibrando cómo rechazarla sin ofender a nadie. Pero bastó una hora de conversación con Pablo Berger para salir fascinado. Y luego, claro, Los Miserables. Coincidí con su director, Tom Hooper, rodando una publicidad en Inglaterra. «Me encantaría trabajar otra vez contigo», me dijo. Casi pierdo el trabajo: cuando me llamaba no le cogía el teléfono pensando que era una broma pesada de algún amigo. La gente habla ahora del Oscar. Ni tengo esperanzas ni quiero pensar en ello. Al menos, he podido ir a Los Ángeles a sentarme en la misma mesa que Colleen Atwood (la vestuarista fetiche de Tim Burton). ¡Si yo me metí en esto por ella!».
Inma Cuesta como Carmen de Triana. «Diseñé todo el vestuario de Maribel Verdú y Macarena García para Blancanieves. Importaba desde el encaje a la peineta, y cada vestido tenía un significado que se veía en telas y estampados. Pero el que lleva Inma, que es el mismo que viste en la película, es el único original de los años 30. Ilustra la flexibilidad y la capacidad resolutiva que uno debe tener en este oficio, donde has de ajustarte a unos presupuestos y que todo sea perfecto».
Alicia Borrachero lleva un vestido de cantante de coplas española de los años 50 que Bina Daigeler creó para la película Pájaros de papel. Bina luce vestido de napa repujada y tul de Loewe y zapatos de Christian Louboutin.
Richard Ramos
04. Bina Daigeler
Espíritu social teutón
Todo comenzó con una equivocación. «Carpintería y costura son palabras que se diferencian, en alemán, por una sola letra. Una agencia que me buscaba prácticas para mi título de oficio confundió mi petición: y en vez de maestra carpintera, me vi en un taller de corte y confección para teatro en Múnich. Mi jefa poseía una casita en Lanzarote que me prestaba, y allí comencé a conocer a gente del cine español: Pedro Paz (el fallecido ayudante de Almodóvar), Paco Delgado… En los 80, el sitio en el que había que estar era España. La primera película que hice aquí fue Airbag (1997), de Juanma Bajo Ulloa. ¡Ni me preguntes cómo encajé en aquella panda de locos encantadores! Suelo repetir con los directores, y creo que nos pasa a todos. Lo hice con Juanma, con Chus Gutiérrez, con Joaquín Oristrell y con Almodóvar, con el que conseguí la primera de mis cuatro nominaciones a los Goya por Todo sobre mi madre (1999). Somos muy maniáticos y talentosos en esta profesión, que exige, además, psicología para entender al director, a los personajes y a los actores. Y debes ser flexible; las cosas cambian de un día para otro en un rodaje. Hay trabajos de los que me siento muy orgullosa. Volver (2006) me permitió lucirme, pero hay otros, como las dos películas de El Che que hice con Steven Soderbergh, donde el público apenas nota el complicadísimo trabajo que hay detrás. Y sí, me gusta elegir las películas por lo que cuentan. Prefiero que hablen de cuestiones sociales o políticas. Si repasas mi carrera, creo que he vestido todas las épocas de las dictaduras de Latinoamérica. Ahora acabo de terminar mi segunda película con Jim Jarmusch, Only Lovers Left Alive (2013), otra vez vistiendo a Tilda Swinton».
Alicia Borrachero como Rocío Moliner, cantante de vodevil. «Este vestido que lleva Alicia lo lucía Carmen Machi en Pájaros de papel (2010). Se cosieron a mano todas las lentejuelas que había dibujado. Lo tenía ya hecho, pero cuando llegamos al rodaje habían suprimido esa secuencia. El esfuerzo había sido tan grande que hablé con el director, Emilio Aragón, y terminó por escribir una canción para que la actriz lo pudiera lucir. Fue un bonito detalle».