El batacazo en taquilla de ‘Los ángeles de Charlie’: ¿es hora de enterrar para siempre los ‘remakes’ feministas?
“El Hollywood ‘mainstream’ sigue obsesionado con la idea de volver a poner de moda viejas narrativas valiéndose de unos valores feministas pobremente definidos”, lamenta la crítica sobre el filme protagonizado por Kristen Stewart y la deriva simplista de las adaptaciones.
Fue la propia Kristen Stewart la que, en una alfombra roja en el mes de abril y más de medio año antes de que llegara a los cines, parecía intuir el desastre que se avecinaba en una respuesta ofrecida a Variety. “En algún momento creo que dijimos que (el filme) era sensible y woke, y todo el mundo decía ‘Espera, ¿pero es divertida?’, y yo les contestaba, ‘Sí, tío, obviamente, son los ángeles de Charlie”. Ocho meses de...
Fue la propia Kristen Stewart la que, en una alfombra roja en el mes de abril y más de medio año antes de que llegara a los cines, parecía intuir el desastre que se avecinaba en una respuesta ofrecida a Variety. “En algún momento creo que dijimos que (el filme) era sensible y woke, y todo el mundo decía ‘Espera, ¿pero es divertida?’, y yo les contestaba, ‘Sí, tío, obviamente, son los ángeles de Charlie”. Ocho meses después, la pobre recaudación de taquilla ha corroborado que la preocupación de Stewart por haber errado el tiro promocional tenía todo el fundamento.
Este 5 de diciembre se estrenó en las salas españolas Los ángeles de Charlie, actualización de la mítica serie de televisión protagonizada por la intérprete de Crepúsculo junto a Naomi Scott (Aladdin) y la debutante Ella Balinska. La que debía ser una de las grandes animadoras de la taquilla navideña y un paso más en la representación femenina en el género de acción se ha saldado como uno de los grandes fracasos del año. El filme se suma así a una larga listas de adaptaciones empoderadas que no consiguieron interesar al público mayoritario, alimentado el debate sobre la pertinencia de continuar reciclando historias. ¿Es hora de enterrarlas de una vez?
La primera línea de diálogo del filme es clarividente: “Creo que las mujeres pueden hacer lo que quieran”. Con esta frase digna de ser inmortalizada en una camiseta de 600 euros de Dior, la adaptación dirigida por Elizabeth Banks justifica la resurrección de la franquicia que busca atraer a las nuevas generaciones exhibiendo músculo feminista y valiéndose de una estrella conocida por su fiero activismo. Las nuevas generaciones, sin embargo, no parecen tener interés en un filme que apenas recaudó ocho millones de euros en su primer fin de semana en la taquilla estadounidense y que ha provocado que su productora, Sony Pictures, reduzca su inversión de marketing hasta en un 50% para minimizar pérdidas, según The Independent.
La crítica se ha mostrado inmisericorde con el filme, al que achacan haber utilizado el mensaje feminista como una mera herramienta de atracción promocional. “El Hollywood mainstream sigue obsesionado con la idea de volver a poner de moda viejas narrativas valiéndose de unos valores feministas pobremente definidos”, asegura Cassie Da Costa en The Daily Beast. Allison Wilmore, de Vulture, también censura su ideología de “eslogan de camiseta” y su “vacío feminismo corporativista”. “La visión empoderada de Banks funciona más como un listado de tópicos recientes del discurso feminista que como una película coherente”, concluye Inkoo Kang, periodista especializada en cultura de Slate.
Pese a los intentos de los responsables del filme de reivindicar el material de origen como pionero a la hora de representar el girl power televisivo, Los ángeles de Charlie basó una abrumadora parte de su éxito en la hipersexualización de sus actrices. Y ellas mismas lo confirmaron. Farrah Fawcett se convirtió en un icono sexual internacional, no por que venciera a los malos en el cuerpo a cuerpo, sino por un atractivo físico que convirtió su póster en traje de baño en decoración omnipresente en las habitaciones de los jóvenes de medio mundo. “Cuando la serie era la tercera en audiencias, me figuraba que era por culpa de nuestra interpretación. Cuando llegamos al número uno, decidí que solo podía ser porque ninguna de nosotras llevaba sujetador”, admitía la actriz en unas declaraciones recogidas por The Guardian.
La premisa era el sueño de cualquier hombre de la época: contar con un ejército de mujeres que hicieran cualquier cosa que él les ordenara luciendo siempre perfectas. El triunfo de la serie se tradujo en la creación de un subgénero conocido en la industria como T&A (tits and ass), por la abundancia de planos de los pechos y el trasero de sus protagonistas. Las dos versiones cinematográficas de principios de siglo jugaron de manera autoconsciente con esta hipersexualización, explotando a su vez la vis cómica de unas Cameron Diaz, Drew Barrymore y Lucy Liu en la cresta de sus respectivas carreras.
Desde que la ola feminista impregnara la meca del cine y diera pie a movimientos como #MeToo o Time’s Up, se han repetido las adaptaciones de clásicos del cine que sitúan a mujeres al frente de sus elencos. Poniendo fin así a la histórica infrarrepresentación femenina en la gran pantalla y capitalizando un clamor social, pero huyendo a su vez de ideas originales que produzcan mitos propios y que eviten enfrentarse tanto a comparaciones odiosas como a los odios reaccionarios. “Un consejo a Hollywood: cuando las mujeres se quejaban de que no les ofrecían los mismos papeles que a los hombres en la industria, no lo decían literalmente”, exponía irónica Amanda Hess en The New York Times.
El público ha castigado esa falta de riesgo. Este año, ni Terminator: destino oscuro con la vuelta de Linda Hamilton y el fichaje de Mackenzie Davis, ni Men & Black: International, con Tessa Thompson como protagonista, han tenido un buen rendimiento en taquilla. Tampoco pasarán a la historia del cine Timadoras compulsivas (remake de Un par de seductores) con Anne Hathaway y Rebel Wilson, o En qué piensan los hombres, que prescinde de Mel Gibson y pone en su lugar a Taraji P. Henson. En cursos anteriores se saldaron como decepciones contundentes Cazafantasmas u Ocean’s Eight a pesar de contar con repartos estelares. Firmas tan reputadas como la escritora activista Roxane Gay se han mostrado contrarias a estas transformaciones. En el caso de la versión de El señor de las moscas, actualmente en preproducción, Gay confesó en Twitter que la relectura en clave femenina “no tiene ningún sentido”.
Tras confirmarse el batacazo comercial de Los ángeles de Charlie, su directora, Elizabeth Banks, sugirió en una entrevista con el diario Herald Sun que el pésimo rendimiento del filme era una consecuencia de que “los hombres no ven películas de acción protagonizadas por mujeres”. Y las excepciones, según ella, de Wonder Woman o Capitana Marvel se deben a que “el cómic es un género masculino”. Lo cierto es que, dejando a un lado las aventuras en solitario de las superheroínas, sí hay suficientes ejemplos que demuestran que el público mayoritario acepta de buen grado a una mujer en el cine de acción si el material es bueno. Sin remontarnos a mitos como la Ripley de Alien o La Novia de Kill Bill, filmes recientes como Atómica o Mad Max: Fury Road, con Charlize Theron como protagonista, o personajes como las celebradas Angela Abar (Regina King) o Villanelle (Jodie Comer) de las series Watchmen y Killing Eve respectivamente, han demostrado que la conclusión de Banks es un vago estereotipo.
Precisamente la creadora de esta serie y de varios de los roles femeninos más complejos y multidimensionales de la última década, la británica Phoebe Waller-Bridge, también ha estado en el centro de la controversia por su fichaje como guionista de la próxima entrega de James Bond, Sin tiempo para morir. Su incorporación al filme –por petición expresa de su protagonista, Daniel Craig– sorprendió por su involucración en una saga sexista por antonomasia y a la que rodea un sempiterno debate sobre si habría que cambiar el género y/o raza de su protagonista. Emilia Clarke o Gillian Anderson son solo algunas de las actrices que se han postulado para encarnar a esa hipotética nueva agente 007 llamada Bond, Jane Bond. Pero cuando en Deadline le preguntaron a la ganadora de varios premios Emmy por Fleabag si pensaba darle un cambio radical al espía, fue explícita. “Se ha hablado mucho sobre si [la franquicia] sigue siendo relevante por ser quién es y por cómo trata a las mujeres. Creo que son chorradas, y que por supuesto es relevante. Solo tiene que evolucionar. Lo importante es que el filme trate bien a las mujeres. Él no tiene que hacerlo. Él tiene que seguir fiel a sí mismo”. El talento de Clarke o Anderson se merece voces nuevas, como las de Khaleesi y Scully, no voces roncas y recicladas.