Lo que el planeta fashion dicta y lo que la calle piensa

Mientras la pasarela apuesta por la extravagancia, el español de a pie sigue fijándose en la estética de los futbolistas. ¿Moda masculina igual a cóctel explosivo?

Todos. Marcas, comercios y medios especializados tienen las miras puestas en ellos. No es de extrañar. Desde 2012, el mercado de la moda masculina crece entre un 9% y un 13% al año, según informa la consultora Bain & Co. «De aquí a 2017 abriremos 50 nuevas tiendas de hombre», anunciaba la pasada primavera el CEO de Prada, Patrizio Bertelli. Enseñas más clásicas, como la firma de sastrería Ermenegildo Zegna también se ven beneficiadas tras años de estancamiento. «Por fin estamos despertando», ha declarado su presidente, Gildo Zegna.

Cuando se conocieron las primeras cifras, la ma...

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Todos. Marcas, comercios y medios especializados tienen las miras puestas en ellos. No es de extrañar. Desde 2012, el mercado de la moda masculina crece entre un 9% y un 13% al año, según informa la consultora Bain & Co. «De aquí a 2017 abriremos 50 nuevas tiendas de hombre», anunciaba la pasada primavera el CEO de Prada, Patrizio Bertelli. Enseñas más clásicas, como la firma de sastrería Ermenegildo Zegna también se ven beneficiadas tras años de estancamiento. «Por fin estamos despertando», ha declarado su presidente, Gildo Zegna.

Cuando se conocieron las primeras cifras, la maquinaria se puso en marcha rápidamente. Londres, Milán y París tienen ya una pasarela dedicada al sector masculino y Nueva York acaba de unirse. Madrid también posee su propia propuesta, MFShow Men, pero mientras aquí desfilan marcas masivas y/o con prendas funcionales (de Mirto a Emidio Tucci), las principales capitales de la moda optan por el diseño experimental y la puesta en escena cercana a la performance. Tras décadas siguiendo códigos racionales y austeros, cuesta creer que una amplia base de hombres asuma las arriesgadas propuestas que se despliegan durante estas semanas de la moda. ¿Negocio o mero espectáculo? «Cuando esas colecciones se despojan de ornamentos y llegan a las tiendas no son tan innovadoras», explica Carlos Primo, escritor y profesor de moda en IED e IADE quien, no obstante, considera que hasta la estética más conceptual tiene un público definido. «Este es un mercado muy segmentado. El consumidor se ciñe a estereotipos y no cambia de estilo con frecuencia. Pero aunque sea minoritario, existe un nicho que utiliza las prendas más extravagantes».

Jeremy Scott. El diseñador de Moschino es un superventas en Hong Kong y Corea del Sur.

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El centro neurálgico de las tendencias de vanguardia es Pitti Uomo, la feria textil masculina que transcurre dos veces al año en Florencia. Allí se reúnen las firmas más punteras del sector con los propietarios de tiendas de todo el mundo. «La mayoría proceden de Asia», cuenta Antonio Cristaudo, director de marketing del evento. Lo cierto es que la clientela de Extremo Oriente no tiene reparo en llevar faldas, zapatos de colores y otras piezas transgresoras. La marca Hood By Air, por ejemplo, basada en la mezcla del estilo gótico, el hip hop y la cultura cyber, abrió una tienda en Hong Kong el pasado verano. Tratándose de una enseña que no tiene establecimientos propios en otro lugar, todo apunta a que la demanda de sus diseños es mayor en esta zona que en el resto del mundo. El irreverente Jeremy Scott, por su parte, es uno de los diseñadores de cabecera de los grupos K-Pop, bandas adolescentes de Corea del Sur que mueven masas a lo largo y ancho del planeta. Y Japón, con nombres como Issey Miyake o Comme des Garçons, ostenta una larga tradición de firmas revolucionarias. «Culturalmente, les importa menos la apariencia andrógina e idolatran el aspecto tecnológico del vestir», matiza Carlos Primo.

La situación nacional es distinta, aunque también tiene sus notas fashion. Del informe de Euromonitor La moda masculina en España, se concluye que la gran mayoría de los españoles llena su armario con prendas que provienen de la gran distribución. Pero no toda su oferta se basa en básicos. Según explica un portavoz de H&M, entre las prendas más vendidas esta temporada, destacan, «las bomber en tela metalizada o de malla y los chándals en piel sintética». No es que el grueso de la población masculina esté al corriente de lo que acontece sobre la pasarela, pero cada vez presta más atención a los mediadores entre desfiles y la audiencia: las celebridades.

Brad Pitt y Obama también reinan en las encuestas españolas que preguntan por los hombres más destacados y admirados por su aspecto.

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Los culpables de la transgresión. «Aspiro a ser el director creativo de Gap». Kanye West manifestaba este deseo tras presentar su colaboración con Adidas en el marco de la Semana de la Moda de Nueva York. Una colección que ya ha agotado 9.000 pares de zapatillas (a casi 300 euros el par) en dos semanas. Algo similar ocurrió cuando el rapero se alió con la firma francesa A.P.C. en 2013. Sus diseños duraron horas en las tiendas y alcanzaron el triple de su precio en Ebay. Él, que es el único hombre en figurar en el ranking de iconos influyentes de la web Business of Fashion, ha cambiado de arriba abajo la estética asociada al hip hop. Si antes sus líderes portaban cadenas de oro y siluetas anchas, ahora llevan faldas de Givenchy y abrigos desestructurados de Margiela.

Su estrategia suma seguidores entre sus colegas de profesión. Mientras Asap Ferg se ha unido a la diseñadora Astrid Andersen para crear una colección para Topshop con el rosa como leit motiv, Asap Rocky encabeza la campaña de primavera de una firma, a priori tan tradicional, como Salvatore Ferragamo. Pero los raperos no son los únicos famosos influyentes en temas de moda.

Las marcas más compradas por el gran público en Estados Unidos son Calvin Klein (en la foto) y Tommy Hilfiger.

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«Utiliza Cool Water de Davidoff, camisas de terciopelo, chinos y calzoncillos Calvin Klein». Así definía el periodista Mark Simpson en 1994 al que hace una década se postulaba como el consumidor masculino del futuro: el metrosexual. La etiqueta, acuñada por el propio Simpson, apuntaba a un sector muy concreto, el de los futbolistas, y, entre ellos, a un líder indiscutible, David Beckham, quien a principios del milenio facturaba 8 millones de dólares anuales sólo con su imagen. Mientras la cresta, los tatuajes o la rutina de belleza del astro británico eran imitados por otros compañeros de profesión, los equipos del calcio (liga italiana) y el AC Milan protagonizaban campañas para Dolce & Gabbana.

Como apunta Jean Jacques Courtine en su colección de volúmenes Historia de la virilidad (ed. Seuil), «estos deportistas rompieron con la idea tradicional de la masculinidad, encarnada en el guerrero, y ampliaron el espectro a golpe de elementos, como el gusto por la moda y la cosmética, anteriormente tabúes para los varones».

La encuesta anual que realiza Showroom Privé coronó a Hugo Silva y Jon Kortajarena como los mejor vestidos.

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Su aspecto no ha dejado de ser copiado. Según apunta Luis Sans, propietario de la tienda Santa Eulalia, el templo de estilo de los futbolistas del FC Barcelona, «las zapatillas de marcas como Lanvin, Balenciaga, Tom Ford, Christian Louboutin, Valentino o Berluti arrasan gracias a ellos».

Sin embargo, los iconos metrosexuales, ávidos de juegos cromáticos y logotipos, han ido cediendo el paso poco a poco a una vertiente más clásica. Xabi Alonso, imagen de Emidio Tucci, entró en las listas de los mejor vestidos de Vanity Fair en 2013. Los trajes pitillo de Guardiola le hicieron ganar, ese mismo año, el premio deportivo Golden Scarf al hombre de estilo más influyente. Hoy, un sobrio Zidane es imagen de Mango, «porque se mueve entre lo casual y lo sofisticado y eso hoy en día tiene mucho gancho», afirman desde la marca.

El impacto de la alfombra roja. «Para nosotros, en la actualidad, el mundo de los actores de Hollywood es el más inspirador», asegura Cristaudo, de Pitti Uomo. Las estrellas de cine parecen preferir una buena chaqueta antes que una sudadera. Por lo menos en los estrenos y ceremonias de premios. Ante ello, el público también reacciona: según la web Business of Fashion, el negocio de la sastrería ha crecido un 10%, un mercado que no repuntaba desde los años sesenta. Benedict Cumberbatch o Eddie Redmayne tienen cuentas de Twitter e Instagram dedicadas a analizar sus atuendos. Visten esmoquin de Gucci o Alexander McQueen, pero también lucen trajes de firmas semidesconocidas como Thom Sweeney, Rake o la centenaria Gieves and Hawkes, todas ellas dedicadas al negocio del «hecho a medida».

Jon Kortajarena, un icono nacional

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En España, la estética de los actores gana fuerza. En 2014, la encuesta anual de ShowroomPrivé colocaba a Hugo Silva y a Miguel Ángel Silvestre como los hombres nacionales mejor vestidos. «Este año se han vendido muchos trajes, desde los utilizados para la oficina hasta la sastrería para eventos», confirman desde Mango.

Pero no todo es sobriedad. «Los intérpretes están haciendo que el hombre de la calle rompa los códigos. Ahora, las americanas se llevan con trenzas y las barbas largas, con camisas de vestir». Carlos Primo alude de forma implícita a ese fenómeno viral llamado Jared Leto, cuyo estilismo capilar en los Globos de Oro de 2014 creó la fiebre por el man bun, o moño masculino. El día posterior a su aparición en la alfombra roja, Google ya arrojaba dos millones de búsquedas del peinado. ¿Cómo reaccionara ahora el hombre de a pie al saber que Leto se acaba de cortar la coleta?