Las extrañas fotos de los padres de Trump que han desenterrado su cuestionable pasado

La minuciosa investigación de The New York Times ha tenido un efecto colateral: viralizar una foto de Fred y Elizabeth Trump, los padres del presidente.

Fred y Mary Anne Trump en unas fotografías que han rescatados usuarios de Twitter.

La extremadamente minuciosa investigación del The New York Times que ha destapado el alambicado sistema de fraudes, ilegalidades y ocultamientos con el que la familia Trump preservó su fortuna ha tenido un efecto colateral: viralizar una foto de Fred y Elizabeth Trump, los padres del presidente. “Parecen personajes secundarios de una película de Tim Burton”, dice el tweet más replicado. El aspecto de Fred Trump ha ll...

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La extremadamente minuciosa investigación del The New York Times que ha destapado el alambicado sistema de fraudes, ilegalidades y ocultamientos con el que la familia Trump preservó su fortuna ha tenido un efecto colateral: viralizar una foto de Fred y Elizabeth Trump, los padres del presidente. “Parecen personajes secundarios de una película de Tim Burton”, dice el tweet más replicado. El aspecto de Fred Trump ha llevado a algunos tuiteros a compararlo con “un Nicolas Cage derretido” y con un extraterrestre con una máscara pegada, mientras que a Mary McLeod se equipara al de Gary Oldman en Dracula. El crítico de arte Jerry Saltz los calificó de “horrorosas gárgolas goyescas”.

Al margen de su aspecto, el artículo también ha servido para volver a poner el foco en la biografía de los padres del presidente. “El montaje fiscal de Fred Trump es bastante impresionante” se admiraba el medio económico Bloomberg. El autor de la pieza, Matt Levine, que se declara “connaisseur del fraude”, está impactado por la “pura arrogancia” de las maquinaciones de los Trump. Por ejemplo, en 1992, Fred Trump creó una empresa fantasma que servía para derivar millones de dólares a sus hijos y a su sobrino, que se maquillaban como gastos hinchados de compras que ya existían en los negocios inmobiliarios de la familia. Después esas facturas falsas y muy elevadas se utilizaban para argumentar un aumento en la mensualidad de los inquilinos. Es decir, con una sola jugada se ahorraba los impuestos por cesión de patrimonio y sacaba aún más réditos de sus negocios inmobiliarios. Es solo un ejemplo diminuto de cómo operaba Fred Christ Trump.

Este magnate del ladrillo tampoco era exactamente un hombre hecho a sí mismo, puesto que su padre, un inmigrante alemán cuyo apellido original era Trumpf, ya había hecho fortuna con la fiebre del oro, pero sí es cierto que empezó a trabajar muy joven. Quedó huérfano de padre a los doce años y a los quince montó su primera empresa con su madre, Elizabeth, una bávara que nunca se acostumbró del todo a Estados Unidos. A los 19 años ya había construido 20 casas en Queens, el barrio en el que siguió viviendo hasta el final de sus días. Además, durante la Gran Depresión se inventó una minicadena de supermercados con autoservicio que acabó vendiendo a un grupo mayor. Lo suyo era el ladrillo: llegó a construir hasta 27.000 viviendas de baja calidad que alquilaba a familias con pocas rentas. Su inquilino más famoso fue el cantautor izquierdista Woody Guthrie. Éste vivió una temporada en el macrocomplejo de apartamentos que la familia tenía cerca de Coney Island, en la que se admitían sólo a familias blancas, y en 1950 le dedicó a su casero una canción titulada Old Man Trump en la que denuncia cómo “estimuló el odio racista” en la zona. El estribillo dice: “Beach Haven no es mi hogar / no, no puedo pagar el alquiler / mi dinero se va por el sumidero / y mi alma está dañada / Beach Haven es la Torre Trump, en la que no hay negros paseando / No, no, Viejo Trump / Beach Haven no es mi hogar”.

Como en tantas cosas, Guthrie resultó ser un visionario, puesto que más de 20 años después, en los 70, Trump se enfrentó a una investigación de la Comisión de Derechos Humanos del Departamento de Justicia por discriminación racial. Los demandantes aseguraban que la empresa denegaba sistemáticamente techo a las familias negras. Una agente inmobiliaria que trabajaba exclusivamente para la familia declaró ante la comisión que había recibido la orden de no alquilar nunca a afroamericanos. En 1983, el 95% de los inquilinos de los Trump seguían siendo blancos.

Ese episodio no fue el único encontronazo con la ley de Fred Trump. Ya en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se le acusó de beneficiarse fraudulentamente de los fondos de guerra que recibían algunas empresas, en su caso para construir viviendas para los soldados que volvían del frente. Y está el episodio con el Ku Kux Klan en 1927. Durante la campaña presidencial de su hijo, el portal Boing Boing desenterró una pequeña nota que había publicado ese año The New York Times (ya entonces Bestia Negra de la familia) sobre siete hombres vistiendo los ropajes del Klan que habían sido detenidos tras una marcha en Queens, entre ellos Fred Trump. Su hijo Donald negó los hechos cuando volvieron a salir a la luz y Snopes, el medio que se dedica a la verificación de datos, dice que los datos son “vagos y poco concluyentes”.

El motivo de aquella manifestación era denunciar el supuesto maltrato de los policías católicos (mayoritariamente, de origen irlandés) a los protestantes, considerados los auténticos americanos por la organización racista. Fred Trump era en efecto luterano, pero mintió durante toda su vida sobre su origen. Puesto que la nacionalidad alemana no era la más popular tras la guerra, se inventó unas raíces suecas. El mito pervivió hasta los ochenta y hasta lo recoge Donald Trump en su libro The Art of the Deal. Igual por acabar de despejar dudas, Trump Sr. fue un habitual donante a organizaciones judías.

La madre del actual presidente, Mary Anne McLeod, tuvo unos inicios bastante más duros que los de su marido. La menor de los diez hijos de un pescador escocés, se crio en una casita en la isla de Lewis en una zona de durísimas condiciones climáticas y que los historiadores han definido como “increíblemente sucia” en la época, según un reportaje de Fortune. Su lengua materna era el gaélico; el inglés lo aprendió en la escuela. Con 18 años y siguiendo los pasos de dos de sus hermanas, emigró a Estados Unidos partiendo de Glasgow en el buque S. S. Transylvania. Se ha publicado que pudo ser una inmigrante ilegal durante unos años. De nuevo, Snopes no lo cree probable. Lo que sí es irrebatible es que Mary era una de tantos millones de migrantes económicos, que huía de la pobreza. En sus primeros documentos, listó su ocupación como “criada” o “doméstica”.

No tardó mucho en conocer al joven empresario Fred Trump en un baile. Ambos se casaron en 1936 y Mary Anne obtuvo la nacionalidad estadounidense en 1942. Todo indica que llevó la vida de una ama de casa acomodada, con viajes a Puerto Rico y a la Cuba pre-comunista y actividades filantrópicas. Donald Trump no suele hablar mucho de su madre pero sí dejó escrito en su libro The Art of the Comeback, de 1997, que su “problema con las mujeres” viene de tener que compararlas con la “increíble” y “lista como el demonio” Mary Anne. También asegura que su sentido del show viene de ella, que amaba la pompa y la circunstancia y disfrutó viendo la coronación de la reina Isabel II en televisión. De ella también heredó Donald el peinado. A la señora Trump le gustaba, como a su hijo, esculpir su pelo teñido de rubio pollito creando esculturas capilares amerengadas.

Fred y Mary Anne Trump murieron en un corto espacio de tiempo, en 1999 y 2000, ambos cerca de los 90 años. Están enterrados en el cementerio de New Hyde Park, junto a su primogénito, también llamado Fred, que falleció por alcoholismo y se suele citar como el motivo por el que Donald siempre se ha mantenido alejado del licor. A pesar de eso, se le vio brindar con calimocho en la ONU hace apenas unos días.

Fred, Robert, Mary Anne y Blaine Trump.Getty

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