Las cejas también subyugan
Kim Jong-un, el jefe político de Corea del Norte, somete a través de su estética. El pueblo copia su peinado, atuendo y ahora, su mirada.
Aunque las noticias y fotografías lleguen con cuentagotas, Kim Jong-un, dictador de Corea del Norte, tiene una imagen. Y vaya si la tiene: un peinado undercut a lo David Beckham –lados afeitados y flequillo-tupé–, cejas mínimas y vestimenta sobria coronada por abrigos oversize oscuros. El día de Año Nuevo anunció estar dispuesto a dialogar con Seúl, un movimiento inesperado. Pero el pueblo prestó más atención al envoltorio que al contenido: Kim compareció con las cejas más cortas, casi dos guiones. Y causó furor. «Es una táctica. El discurso podría estar dirigido a la comun...
Aunque las noticias y fotografías lleguen con cuentagotas, Kim Jong-un, dictador de Corea del Norte, tiene una imagen. Y vaya si la tiene: un peinado undercut a lo David Beckham –lados afeitados y flequillo-tupé–, cejas mínimas y vestimenta sobria coronada por abrigos oversize oscuros. El día de Año Nuevo anunció estar dispuesto a dialogar con Seúl, un movimiento inesperado. Pero el pueblo prestó más atención al envoltorio que al contenido: Kim compareció con las cejas más cortas, casi dos guiones. Y causó furor. «Es una táctica. El discurso podría estar dirigido a la comunidad internacional. Pura estrategia: si no queremos que un anuncio sea atendido por el receptor, despistamos con el físico», teoriza Jorge Francisco Santiago, especialista en comunicación e imagen política de la Universidad Camilo José Cela.
Cordon Press
Según el diario Times of India, las barberías no dan abasto: los norcoreanos desean ahora las cejas del líder. También el paeki (así se llama su peinado en coreano), que es copiado por jóvenes y mayores, según la revista Choguk. «Intenta embelesar con su ropa y sus gestos. Él es más importante que sus palabras. Él es el mensaje», sentencia el experto. Extasió, y mucho, el pasado 9 de diciembre durante una recepción de militares; las esposas de estos últimos no pudieron contener las lágrimas; por fin conocían al ídolo. Corea del Norte sufre de Kim Jong-unmanía.
«El estilismo de sus compatriotas también le importa: un desertor contó que lo habían detenido por llevar una gorra con el logo NY. Ellas visten con falda. Ellos, con pantalón a rayas», afirma Zigor Aldama, corresponsal en China. El estilo funciona como termómetro. «En 2011 la presentadora de la cadena nacional cambió dos veces de peinado en una semana y los servicios secretos de Corea del Sur lo interpretaron como un símbolo de futuras reformas», recuerda Aldama. Desde entonces no se ha tocado un pelo.
El dictador imita en los gestos, peinado y actitud a su abuelo, Kim Il-sung, fundador de la patria. De este modo, valida su liderazgo.
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Los colores son metáforas: si no lucen el tornasolado tradicional, optan por grises o negros. «Interesa que el estilismo sea lóbrego; el diseño, estricto y la creatividad, nula. Los tonos vivos invitan a ser libre. Todo lo que Kim no desea para su gente», razona Santiago. Cuando asumió el poder hace tres años, se convirtió en el jefe más joven del mundo. ¿Cómo ha logrado seducir a los suyos? Mimetizándose con Kim Il-sung, fundador de la nación. «El pasado es divino: caminar, peinarse o sonreír como el abuelo es validar la dictadura», opina Santiago.
El corte –afeitado a los lados y con flequillo-tupé– y las cejas mínimas son referentes
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Algo se ha relajado. «Es más campechano que sus predecesores: sonríe y lleva la camisa abierta», afirma Aldama. Además, las primeras damas no suelen acompañar al líder, pero él no se separa de su esposa. «Ri Sol-ju ha roto la rectitud estética: opta por prendas ceñidas y bolsos de Chanel», dice el corresponsal.
Menos gracia le hizo La entrevista. Sony, la productora del filme, sufrió un ciberataque el pasado noviembre. «No sabemos si está detrás. Aunque ya dijo que la comedia no le gustaba; la dinastía Kim siempre ha mimado su imagen», afirma Aldama. ¿La razón? «El dictador es el poder y el rostro del país. Caricaturizarlo es ridiculizar al pueblo», sentencia Santiago.