La Zowi: “Muchas mujeres querrían ser amas de casa y no estar por ahí buscándose la vida como animales”
La matriarca del ‘trap’ pide sitio más allá del ‘underground’.
Ama de casa. La última mixtape de La Zowi, esa en la que en sus letras pide que no le irriten «el pussy clean» y presume de «leggings apretaos pa’que se marque el culo», se cocinó a modo doméstico. «Pensé en llamarla Desde mi cuarto para remarcar que no era profesional, pero luego me vino lo de Ama de casa y pensé: ¿Y por qué no? ¿Qué tiene de malo, si a muchas también les gustaría serlo y no estar por ahí buscándose la vida como animales?».
La pionera del trap español no se sentirá revolucionaria en lo suyo...
Ama de casa. La última mixtape de La Zowi, esa en la que en sus letras pide que no le irriten «el pussy clean» y presume de «leggings apretaos pa’que se marque el culo», se cocinó a modo doméstico. «Pensé en llamarla Desde mi cuarto para remarcar que no era profesional, pero luego me vino lo de Ama de casa y pensé: ¿Y por qué no? ¿Qué tiene de malo, si a muchas también les gustaría serlo y no estar por ahí buscándose la vida como animales?».
La pionera del trap español no se sentirá revolucionaria en lo suyo («no hago nada que no hayan hecho otras en EE UU, ¡si allí las madres llaman bitch a sus hijas de forma natural!»), pero desde que elevó el orgullo de la chica de barrio con Raxeta de la mano de los Pxxr Gvng (fue pareja de Yung Beef y tienen un hijo en común) se ha erigido como la diva española que celebra a las descastadas. La Zowi grita «puta», canta a sus hoes y disfruta de la apología capitalista recordando a todos que ella compra en Gucci y «tú en las rebajas de Guess». En las antípodas de otras artistas con mensaje integrador, ella conoce su terreno y sabe que en su liga se juega a ser auténtica y que, por defenderlo, se impondrán barreras: «Yo no hago lo que la gente quiere que haga ni lo que la gente quiere escuchar. Todos sabemos que yo podría llegar mucho más lejos, ser más famosa y ganar más dinero si dijera lo que todos esperan». Los límites a su audacia están presentes y tienen consecuencias: «Me han rechazado portadas o marcas de ropa porque tengo la palabra ‘puta’ asociada a mi perfil en redes».
«Yo no hago trap feminista, ese no es mi trabajo. No me siento responsable del mensaje que llega al resto», dijo en El Bloque [espacio de referencia en la música urbana en español]. ¿A las artistas del trap se les exige ser más modélicas que a los hombres?
Creo que sí. No quiero que se confunda con que yo no soy feminista. No es lo que quiero decir. Lo que me da rabia, aunque ahora ha bajado un poco esa especie de boom en los medios, era que se relacionase el feminismo con el trap. ¿Por qué tengo que ser más feminista que una escritora? ¿Se le exige igual a ella? Además, el trap feminista no existe. Es como si yo te digo que quiero hacer una entrevista sobre el flamenco feminista. ¿Qué género musical es ese? Una cosa es trap y la otra el feminismo, pero porque exista un hype no voy a hablar de él en las formas que esperan, si no me siento cómoda con un tipo de feminismo que no me termina de representar.
Hay un debate muy polarizado. Está quien defiende que empodera a las renegadas y, por otro lado, los que le acusan de hacer una apología del capitalismo y del poder femenino en base al dinero. ¿Cómo se vive al dividir tanto al público?
Por una parte sé que forma parte de mi papel, que esto pasa por provocar. Pero es mi trabajo. Yo reflexiono, hablo conmigo, me aseguro de que soy fiel a mí misma y que creo en lo que hago y pa’lante, ¿sabes? Lo frustrante es cuando alguien me considera una persona mala, porque no lo soy. Como cuando leí la columna de [la artista] Yolanda Domínguez sobre Puta, donde daba a entender que tenía una especie de burdel montado. Puede no gustarte, pero de ahí a creer que yo estoy haciendo eso con 25 años y un hijo porque estoy loca, pues yo es que ya no sé qué pensar de la gente.
Defiende su arte desde la provocación y la hipersexualización, pero dice que no quiere que se perciba como superficial, ¿por qué?
Entiendo que si tuviera un físico distinto, menos normal o acorde a lo que venden las marcas, y lo usara para llamar la atención, eso sí podría ser más revolucionario. Sinceramente, sí, me gusta provocar la atención de otras personas, pero tampoco soy partidaria de las operaciones para mejorar ni considero que el aspecto físico sea un mérito personal. Da la casualidad que soy joven y que soy así, pero no significa que yo quiera ser un role model de belleza a lo Kardashian. No quiero imponer nada a nadie.
¿Le preocupaba ser etiquetada como novia o expareja de?
Sí, y he hecho muchos esfuerzos para que no se viera así. Los primeros años tuve mucho cuidado. Ante todo no quería ser Pxxr Gvng en chica. Soy consciente de que vivo en una sociedad machista, así que me lo curré para no cargar con esa etiqueta. Ahora, tampoco lo voy a esconder. Me ha gustado que mucha gente me diga: «Ah, pero ¿tú tenías algo que ver con ellos?’. Y para mí eso es un halago porque era justo lo que quería conseguir.
En su equipo prima la sororidad (colabora y promociona a otras artistas como Bea Pelea o La Goony Chonga) e intercambian mensajes de cariño con otras cantantes como Rosalía. ¿No hay beefs [piques] entre las artistas españolas?
No sé, también tenemos nuestros piques, eh. Las que nos caemos bien lo hacemos independientemente de la música. Creo que las niñas no tenemos tanto ego como ellos [ríe].