La niña pija más odiada de Internet
Publicar ‘No voy a fingir que soy pobre para que me aceptes’ ha convertido a Rachael Sacks en la nueva diana de las iras de las redes sociales y de los tabloides.
"Siento haber nacido con unas fantásticas circunstancias financieras y que a mi padre le guste mantenerme. Siento no haber ido a una escuela estatal para que mis padres ahorrasen dinero. ¿Qué queréis de mí?" […] "No soy una de esas personas que intentará fingir ser pobre delante de la gente. Creo que esa es una actitud muy desagradable". A Rachael le miraron mal en la cola del súper por llevar un bolsa de Mulberry y comprar una Diet Coke, fue corriendo a contárselo al equipo de Thought Catalog –esa web que ha hecho del ...
"Siento haber nacido con unas fantásticas circunstancias financieras y que a mi padre le guste mantenerme. Siento no haber ido a una escuela estatal para que mis padres ahorrasen dinero. ¿Qué queréis de mí?" […] "No soy una de esas personas que intentará fingir ser pobre delante de la gente. Creo que esa es una actitud muy desagradable". A Rachael le miraron mal en la cola del súper por llevar un bolsa de Mulberry y comprar una Diet Coke, fue corriendo a contárselo al equipo de Thought Catalog –esa web que ha hecho del periodismo confesional todo un estandarte– y en pocas horas ya se había convertido en la nueva niña pija más odiada de Internet.
Esta universitaria aspirante a escritora publicó hace unos días un ensayo bajo el título No voy a fingir que soy pobre para que me aceptes, y cual Barbie complementos en defensa de su bolso de Gucci, ha montado una buena en las redes sociales. Sacks, hija de un reputado especialista de fertilidad en Maryland, relató en la web emblema de los millenials la angustia existencial que le reportó un episodio en el súper. La conversación que mantuvieron una cajera y una clienta algo mayor que ella en la cola se tornó en su peor pesadilla. La otra joven indicó que fue a una universidad pública para "que sus padres ahorrasen con sus estudios", la cajera le replicó que sus decisión había sido "inteligente" y acto seguido ambas miraron con desdén a Sacks, su bolsa de Mulberry y su Diet Coke. "Como si fuesen a decir, ahí está la princesita de papá gastando su dinero, menudo pedazo de mierda". Suerte que, tal y como aclaró más tarde en su texto, "había comprado con un 70% de descuento, que se jodan las dos". Esto sí que es terror en el hipermercado y no lo que cantaba Alaska.
Foto de Sacks dedicada a sus ‘haters’.
Facebook/ Rachael Sacks
La cosa podía haberse quedado ahí, en un episodio de indignación narcisista más, pero Sacks, puede que con la voluntad de convertirse en la voz de su generación, publicó su ensayo en una página web que supera los dos millones de usuarios únicos mensuales y con más de 100.000 seguidores en Facebook. Gawker se hizo eco (aportando como valor añadido tuits racistas de su cuenta personal) y la portada en el tabloide de rigor estaba asegurada. El New York Post le dedicó su primera plana el sábado y un reportaje en el que la joven, además de advertir que su cuenta de Twitter se ha llenado de haters, demostró seguir en sus trece sin "arrepentirse" y entonando perlas como "soy una mocosa malcriada, eso es lo que soy" o "toda la gente que es malvada conmigo tiene 30 o 40 años, sus críticas son estúpidas".
Más leña en las redes sociales, Sacks aprovecha el filón mediático y arremete con otro ensayo en Thought Catalog que provoca una marea de ojos en blanco bajo el titular Soy la niña rica que amáis odiar, el Daily Mail se suma a la fiebre del odio, se publican artículos respuesta como No voy a fingir que soy rica para gustarte y voilà, su nombre acumula más de 662.000 resultados en Google. Rachael Sacks, la joven a la que le produce urticaria el humblebrag, es la niña rica más odiada de Internet… hasta que llegue la próxima. Ahora que ella busca agente para controlar su recién acuñada fama, nos invade la nostalgia al recordar que, en este deporte de detestar a los jóvenes pudientes, nos lo pasábamos mejor antes.