La imparable invasión de los memes feministas
¿Qué mejor que utilizar el lenguaje cotidiano de internet para propagar el mensaje de igualdad con ironía y sentido del humor?
Y llegó la era en la que el feminismo se hizo fuerte en las redes sociales. O al menos –juzgando por la cantidad de comentarios en contra del feminismo en sí– no se quedaron atrás y echaron mano del sentido del humor.
Si la carcajada es un arma tan buena –o mejor– que cualquier otra, no está de más tener en cuenta la rápida progresión con la que una nueva generación de luchadoras por la igualdad de género y la representación social se han dejado oír a través de los memes.
Para el que haya estado viviendo en una cueva en los últimos diez años, un meme no es más que una idea, conce...
Y llegó la era en la que el feminismo se hizo fuerte en las redes sociales. O al menos –juzgando por la cantidad de comentarios en contra del feminismo en sí– no se quedaron atrás y echaron mano del sentido del humor.
Si la carcajada es un arma tan buena –o mejor– que cualquier otra, no está de más tener en cuenta la rápida progresión con la que una nueva generación de luchadoras por la igualdad de género y la representación social se han dejado oír a través de los memes.
Para el que haya estado viviendo en una cueva en los últimos diez años, un meme no es más que una idea, concepto, situación, expresión y/o pensamiento manifestado en cualquier tipo de medio virtual –textos, imágenes y todo tipo de construcción multimedia– que se replica mediante internet para obtener la mayor difusión posible. Es decir, se replica meméticamente, y de ahí, su nombre. Los memes a los que estamos acostumbrados juegan con la ironía y pueden realizarse sin voluntad de trascendencia -ejemplo: cualquier expresión gatuna-, pero son aprovechados también para dejar caer mensajes que puedan ser replicados.
La autora del meme anterior, la académica Elena Fraj, describe qué debe tener un buen meme feminista para funcionar: “debe ser rápido de pillar pero que no literal. Los memes son populares y el lenguaje popular tradicionalmente genera juegos de palabras, dobles sentido e ironía. Que no tenga un lenguaje especializado o intelectual sino que use lenguaje corriente. Si dices la palabra queer, patriarcado o heteronormativo solo estará dirigido a un grupo reducido de personas que conocen esas palabras”.
De entre tumbrls, webs especializadas y demás parafernalia, examinamos aquí algunas tendencias en memes reividicativos y empoderadores para entender su funcionamiento:
Los que usan la acción directa:
Como el caso del creado por Fraj, muchos memes optan por funcionar como consignas. Es es caso de los que abogan por la libertad sexual y repudiar los estereotipos de género o aquellos que señalan las desigualdades existentes con humor, ironía o sarcasmo puro y duro:
Los que se meten con los falsos debates (y el hartazgo que genera ese falso debate):
Especialmente eficiente para analizar y diseccionar vocabulario y polémicas que tienen que ver con la lucha feminista y sus enemigos. Por ejemplo: el sexismo a la inversa, el machismo en mujeres o neologismos como el mansplaining -es decir, cuando un hombre explica algo a una mujer, de una manera condescendiente o paternalista- o en manspreading -el clásico despatarre masculino en el transporte público-.
Los que usan la cultura popular para analizarla desde una óptica de género:
si el feminismo busca la transversalidad, su impacto sobre videojuegos, películas o series de televisión pasa por dejar notar su influencia (o falta de ella). Es el caso de los memes que se quejan sobre la falta de atención de la industria cinematográfica sobre los personajes femeninos,
los que hacen hincapié en la existencia de heroínas como Mad Max o un subgénero en sí mismo: el Ryan Gosling feminista. Si los memes con Gosling ya hacían las delicias de la población en todo el mundo, los memes del actor ofreciéndose a machacar al patriarcado estremecerán de placer a más de una (y uno). Tal es su éxito que ya tiene su propio libro, escrito por la autora de los memes, Danielle Henderson.
Y lo que es más importante: Ryan Gosling feminista tiene sus superpoderes. Según un estudio realizado por estudiantes de la Universidad de Saskatchewan, la asociación entre feminismo y la imagen de Gosling funciona y hace que los hombres se sientan más cercanos a la causa.
Elena Fraj resume el éxito: “Hay que buscar los códigos comunes y no solo los de la academia, donde se mueve el pensamiento feminista -como teoría que no como práctica-. El feminismo ha de ser cotidiano y ha de estar en las prácticas, las teorías vienen luego, ¿qué mejor que el lenguaje popular para propagarlo?”