La cara positiva de ser madre pasados los 45 (si llegas a conseguirlo)

Mayor madurez, maternidad más consciente o conexiones neuronales más potentes en el bebé. Estas son algunas de las ventajas que experimentan las mujeres que deciden abordar esta etapa de manera tardía.

Chloë Sevigny en Cannes, marzo de 2019.Getty Images

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Chloë Sevigny ha sido la última en sumarse al club de madres hollywoodienses que lo serán pasados los 40. A sus 45, la icónica actriz del cine indie de finales de los 90 y principios de los 2000, ha sido fotografiada por Nueva York con su pareja, Sinisa Mackovic, director de la galería de arte Karma, y con una marcada barriga de embarazada que dejaba ver bajo un vestido ajustado y una camisa grunge. Un embarazo de cinco meses, según confirmaba su representante a People, que será el primero para la actriz e it-girl que sigue inspirando el estilo de toda una generación.

La noticia llega días después de que Cameron Diaz anunciara en Instagram que ha dado la bienvenida al año con la llegada de su primera hija, Raddix Madden, a la que ha dado a luz a los 47 años. Antes que ellas, confirmaron este nuevo paradigma de maternidad cumplidos los 40 que se extiende fuera del star system otras artistas como Rachel Weisz, madre a los 48 de su segunda hija –la primera con Daniel Craig– o Halle Berry, que tuvo su primer embarazo a los 41 y repitió a los 46. Una experiencia que, como la actriz reflexionaba en un entrevista en The Wendy Williams Show, le había hecho afrontar su etapa de maternidad con una ventaja inesperada: mayor madurez. «Soy mucho mejor madre a los 46, o 41, de lo que habría sido a los 21 o 25. Entonces yo era una cría tratando de descubrir quién era, no era momento de tener la responsabilidad de ayudar a otra pequeña alma a desarrollarse o crecer. Estoy muy contenta de haber esperado».

La maternidad tardía, como sí ocurre en el caso de Chloë Sevigny o Halle Berry, no siempre es una elección. En España la edad media del primer embarazo se ha retrasado hasta los 31 (en los 80 estaba en 25) y el 33% de las mujeres que son madres biológicamente lo son pasados los 35, según el INE. Un cambio que responde a la dificultad de las nuevas generaciones que acaban la veintena o empiezan la treintena para estabilizarse económicamente. Y también a la lacra sexista que dificulta el acceso de las mujeres a los puestos de trabajo, su conciliación o su ascenso si estas, además, deciden ser madres. Así, muchas posponen el momento hasta encontrar las circunstancias favorables y con una alta probabilidad de tener que acabar invirtiendo en un tratamiento de fertilidad –las posibilidades de quedarse embarazada de forma natural disminuyen a partir de los 32– y ningún tratamiento te garantiza que puedas conseguir finalmente tener hijos. En otros casos en los que la estabilidad y el dinero sí acompañan antes en el camino, posponer la maternidad es también una decisión meditada que atiende al desplazamiento de esta como prioridad vital para las mujeres.

Ventajas de ser madre a mayor edad

«Por un lado está este drama social de que las mujeres tengamos que postergar esta decisión no por elección libre, sino por condicionamiento social. Y por otro, existe el conocimiento del mayor riesgo biológico y la necesidad de una mejor preparación física durante el embarazo y para el parto a mayor edad», explica a S Moda la psicóloga Rocío Carmona, especializada en salud mental de las mujeres. Como subraya la publicación especializada Nature, «es un hecho innegable que la fecundidad disminuye con la edad» y «la asociación de una edad maternal avanzada y el aumento del riesgo de anomalías congénitas y complicaciones han sido apreciados en numerosos estudios».

Pero  también conviene considerar sus ventajas. «La maternidad es un estado mental. Empezamos a construirnos como madres en el momento en el que empezamos a desear serlo. Con más años, esta cuestión de edad y madurez se traduce en positivo: tenemos más conciencia de nuestra maternidad». Madres de nuestro entorno familiar, amistades a las que vemos criar. «De esta experiencia que adquirimos a través de otras mujeres dilucidamos cómo nos gustaría abordar la crianza: qué cosas queremos y qué cosas no. Tenemos más oportunidades de crecimiento y desarrollo de las que tendríamos con 25, cuando aún estamos comenzando a descubrir quienes somos. En este momento ya nos habremos planteado muy conscientemente si queremos ser madres y cómo queremos serlo».

Como en el caso de Sevigny, cuando la madre pertenece a un nivel socioeconómico alto, lo que favorece que estas puedan pasar mayor cantidad de tiempo e invertir más dinero en los hijos, aparecen lógicamente nuevos beneficios para ambos. Un estudio de la Universidad Southern California en 2016 aseguraba que dar a luz después de los 35 mejora las habilidades mentales de la madre, como la memoria verbal o la cognición. Según recogía BuenaVida, la investigación sitúa el origen en el aumento de hormonas (estrógenos y progesterona) que se producen mientras se está gestando y que actuaría en la química del cerebro –con mayor efecto cuanto mayor es la madre–.

Y como señala Rocío Carmona, también las del niño. «Cuando los niños nacen su cerebro es supermoldeable. Si tienes la oportunidad de crear el entorno favorable para estimularlo adecuadamente, eso va a generarle unas conexiones neuronales más potentes. Estas solo se desarrollan entre los cero y los seis años», apunta la psicóloga. Se suma a esta de nuevo el factor madurez: «Si tienes más experiencia de vida, has leído más sobre maternidad y crianza, asumido conceptos y tienes plena estabilidad laboral y tiempo como soportes, todo eso va a beneficiar, lógicamente». Un planteamiento que avala otra investigación citada en el artículo de Sarah Palanques anteriormente mencionado. La Universidad de Columbia no obvia las limitaciones físicas que pueden aparecer antes en la vida de estos padres, pero asegura que se compensan con «mayor experiencia y conocimiento». 

Un ejemplo propio de estos tiempos que deja Carmona: «Si vas con la vida a tope y no tienes tiempo, le das el teléfono al niño para que se calle, pero eso no le estimula, más bien al contrario». Sin embargo, «se supone que a partir de los 45 la vida profesional debería ser más estable, por lo que se puede sacar más tiempo para jugar e interactuar. Si lo has conseguido, este privilegio sí que te permite dedicar atención a la crianza, que no solo es dar comida techo y calor, sino dar estima y juegos».

La evidencia científica es aún limitada ya que el modelo de maternidad tardía bajo estas circunstancias y como sustituto de una maternidad que antes se daba hasta diez años antes en las mujeres es relativamente nuevo. Pero un último dato optimista al respecto lo deja otro estudio de la UC San Diego School of Medicine, realizado a 28.000 mujeres en Estados Unidos en 2016 que reveló (aunque sin causa aparente a la que relacionarlo) que las mujeres que habían dado a luz pasados los 33 tenían una probabilidad mayor en el 50% de los casos de vivir pasados los 95 años, algo que no se pudo evidenciar de igual manera en mujeres que habían tenido a su ultimo bebé a los 29.

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