Kendrick Lamar: por qué el rapero ha hecho historia al ganar el Pulitzer
Por primera vez un artista de este género ha sido galardonado con el prestigioso galardón. ¿Qué ha hecho para merecerlo?
Por si había alguna duda, el hip hop se ha convertido en el rock de nuestros días. Teniendo aún fresca en la memoria la noticia de cuando Bob Dylan fue condecorado en 2016 con el Premio Nobel de Literatura, a nadie ha sorprendido ahora que el rapero Kendrick Lamar vaya a recibir el Premio Pulitzer de la música por DAMN., un álbum que desde que se publicara en abril de 2017 no ha cesado de recibir elogios y condecoraciones como el Grammy al Mejor Álbum d...
Por si había alguna duda, el hip hop se ha convertido en el rock de nuestros días. Teniendo aún fresca en la memoria la noticia de cuando Bob Dylan fue condecorado en 2016 con el Premio Nobel de Literatura, a nadie ha sorprendido ahora que el rapero Kendrick Lamar vaya a recibir el Premio Pulitzer de la música por DAMN., un álbum que desde que se publicara en abril de 2017 no ha cesado de recibir elogios y condecoraciones como el Grammy al Mejor Álbum de Rap (pese a llevarse cinco estatuillas aquella noche, se quedó a las puertas de ganar el de Álbum del Año).
Desde que el Pulitzer musical se entrega (por primera vez en 1943) ningún artista de pop, rock o hip hop lo había conseguido hasta la fecha, ya que hasta ahora siempre estaba más enfocado a compositores de música clásica. Los tiempos cambian. Ahora, más que nunca, los trovadores urbanos del hip hop se han convertido en uno de los mayores referentes de la actual sociedad. Y más en el caso de Lamar, que lejos de la megalomanía de Kanye West o la superficialidad de muchos de sus coetáneos, a quienes no ha dudado en criticar sin medias tintas, se ha labrado por sí solo una carrera marcada por la honestidad y la crítica social. Viniendo del suburbio angelino de Compton, uno de los lugares con el mayor índice de criminalidad de todo Estados Unidos, no ha desaprovechado ninguna ocasión que se le ha presentado para poner el dedo en la llaga sobre asuntos que afectan a la comunidad afroamericana como el abuso policial o la discriminación racial.
Sonoramente DAMN. puede que no fuese tan impactante como su anterior To Pimp a Butterfly, un trabajo en el que los samples y, sobre todo, las influencias del jazz brillaban con luz propia. DAMN., en contraposición, es mucho más áspero y crudo formalmente, pero en lo que a sus letras se refiere nadie puede discutir que refleja a la perfección el momento por el que pasa su país. Sin ir más lejos, a lo largo de sus catorce temas dispara sin contemplaciones contra FOX News y la prensa conservadora estadounidense en respuesta a las duras críticas que recibió en 2015 tras interpretar Alright en los premios BET Awards sobre un coche de policía y respaldado por una gigantesca bandera estadounidense como telón de fondo. En aquel momento muchos le acusaron de incitar a la violencia. No obstante, lejos de defenderse de inmediato, Lamar prefirió mantener la boca cerrada entonces para fraguar su fría venganza en su siguiente lanzamiento discográfico.
Tampoco quiso en DAMN. desperdiciar la ocasión para criticar duramente el uso descontrolado de armas de fuego. Buena muestra de ello puede encontrarse tanto en BLOOD. como en DUCKWORTH., los temas que respectivamente abren y cierran el álbum. Y lo cierto es que no hay nadie mejor que él para hablar del asunto, ya que su propio padre estuvo a punto de perder la vida cuando trabajaba en un Kentucky Fried Chicken. Un hombre entró al establecimiento, le apuntó con una pistola y, tras el susto inicial, la historia finalmente acabó bien porque el padre de Kendrick le prometió al asaltante pollo frito gratis de por vida para toda su familia. Quien portaba la pistola, por cierto, no era otro que Anthony “TopDawg” Tiffith, quien años después acabaría siendo el director artístico de su discográfica. Ironías de la vida.
Más allá de la espiritualidad que Lamar proyecta en el disco (hay numerosísimas referencias a la Biblia a lo largo de su minutaje), mucho más mundana y comunitaria que grandilocuente, la sombra de Trump también puede vislumbrarse en una pieza como XXX., en la que los propios U2 le echaban un cable. La canción protesta con conciencia social ya no es cosa exclusiva de los cantautores. En estos tiempos locos en los que los supremacistas blancos pueden manifestarse impunemente por Charlottesville y en los que la Casa Blanca vive en su propia burbuja ajena a los problemas reales de la calle mientras los tiroteos indiscriminados no cesan, sin duda, la figura de alguien como Kendrick Lamar es más que necesaria.