Kendall Jenner y su increíble poder como prescriptora literaria (agota todo lo que lee)
W Magazine ya la ha apodado como la “santa patrona de la literatura alternativa”.
El pasado 7 de noviembre, Kendall Jenner (Los Ángeles, 1995) compartía en sus historias de Instagram los libros que tenía pensado leer, como cada año, por recomendación de su agente y amiga Ashleah Gonzales. Las obras de Fariha Róisín (How to Cure a Ghost, 2019), Chelsea Hodson (Tonight I’m Someone Else, 2018), Lang Leav (Sea of Strangers, 2018), Amparo Dávila (El huésped y otros relatos siniestros, 2018), Darcie Wilder (...
El pasado 7 de noviembre, Kendall Jenner (Los Ángeles, 1995) compartía en sus historias de Instagram los libros que tenía pensado leer, como cada año, por recomendación de su agente y amiga Ashleah Gonzales. Las obras de Fariha Róisín (How to Cure a Ghost, 2019), Chelsea Hodson (Tonight I’m Someone Else, 2018), Lang Leav (Sea of Strangers, 2018), Amparo Dávila (El huésped y otros relatos siniestros, 2018), Darcie Wilder (Literally Show Me a Healthy Person, 2017), Leonora Carrington (The Complete Stories of Leonora Carrington, 2017), Melissa Broder (So Sad Today, 2016), Lydia Davis (Can’t and Won’t, 2013) y Eve Babitz (Black Swans, 1993) engrosaban una lista compuesta en su totalidad por mujeres, muchas de ellas jóvenes. La modelo visibilizaba a nueve escritoras pocos días después del movimiento internacional #LeoAutorasOct –que consiste en promover a través de las redes sociales, bajo este hashtag y durante el mes de octubre, títulos firmados por mujeres– y ayudaba a entretejer, conscientemente o no, esa red de sororidad que atraviesa la sociedad desde que naciera la iniciativa en 2016. La actualización, dirigida a sus 120 millones de seguidores, era el germen de algo más grande.
Tras pasar por la feria de arte contemporáneo Art Basel, TMZ y Daily Mail capturaron a Kendall sumida en la lectura de Tonight I’m Someone Else en la cubierta de un yate frente a la costa de Miami Beach. Las fotografías no tardaron en dar la vuelta a Internet y por primera vez, la atención no recaía en el bikini de Sommer Swim que vestía, sino en la primera colección de ensayos de Chelsea Hodson en la que estaba inmersa y en su portada atestada de post-its. Una imagen que invitó a tirar del hilo y a rescatar otras instantáneas de la angelina con algunos de los ejemplares mencionados anteriormente, como Literally Show Me a Healthy Person o Black Swans. El resultado fue el mismo en todos los casos: veinticuatro horas después de su publicación, se dispararon las ventas y la popularidad de tales trabajos. “Mi libro salió hace más de un año, por lo que ha sido maravilloso ver cómo tiene una segunda vida gracias a la prensa generada por Kendall Jenner. Ha demostrado lo poderoso que puede ser el respaldo de una celebridad. Se agotó en Amazon después de su stories en Instagram y volvió a suceder cuando las fotos se difundieron. Mi editor no me ha proporcionado cifras exactas, pero han tenido que reponerlo en la plataforma y en las librerías locales”, explica Hodson a S Moda.
Que la influencia de Kendall sobre las generaciones zeta y millennial trasciende la moda es algo que intuíamos, pero lo que ha evidenciado esta sucesión de acontecimientos va más allá de reafirmar su autoridad como personaje público. El alcance que ha obtenido confirma que las historias concebidas, respaldadas y referenciadas por mujeres interesan y que, en contra de lo que nos hicieron creer, lo femenino es universal. También que los prejuicios machistas asociados a las personas, especialmente mujeres, que dedican su fuerza de trabajo a profesiones socialmente feminizadas –como el ámbito de la estética, por ejemplo– han quedado obsoletos y eso significa dejar de frivolizarlas. Ser modelo no suprime tu capacidad lectora y el impacto logrado por Jenner es el revés perfecto contra quienes, hace no tanto, cuestionaban con escepticismo que Gigi Hadid pudiera disfrutar de una novela de Albert Camus. “Gran parte de las autoras citadas, algunas de las cuales son amigas mías (no es por presumir), pertenecen a la misma escena literaria. Una que comprende un perfil creativo de izquierdas, conocedor de las redes e inteligente de entre mediados y finales de la veintena, que viste básicos, patrocina librerías independientes, lee The Strategist y, en general, es consciente del clima artístico de Brooklyn”, sintetizaba Wilder en una columna para The Outline.
Apodada por W Magazine como la “santa patrona de la literatura alternativa”, lo cierto es que la estadounidense prefiere los libros de autoayuda y desarrollo personal, admite leer menos de lo que le gustaría y señala la sobreestimulación en línea como una de las causas que explican su poca capacidad de concentración y la del resto de sus coetáneos, los nativos digitales. El hecho de que hable sin tapujos de sus intereses como lectora y que el mundo esté pendiente de lo que ella y el resto de sus compañeras tienen que decir al respecto refleja cómo el sesgo de género empieza a resentirse. Ya no vale aquello de menospreciar lo considerado femenino y emplearlo, acto seguido, como vara de medir –a la baja– las capacidades intelectuales de las personas. Ahora importa tanto las prendas que alguien con el perfil mediático de Kendall consume como los libros que amenizan su tiempo libre y reposan en su mesilla de noche. En ninguno de los escenarios, la forma en la que decide gestionar la exposición de su cuerpo resulta determinante ni debería condicionarla. Los juicios de valor quedan, al menos en este capítulo, fuera de página.