Judy Chicago: «Tengo fe en que hombres y mujeres nos pongamos de acuerdo antes de que sea tarde»
Hablamos con la artista feminista más importante del siglo XX sobre su colaboración con Dior y cómo la lucha por los derechos de las mujeres ha inspirado su obra.
En los años setenta Judy Chicago (Chicago, 1939) le dijo a Gloria Steinem que su objetivo como artista era «crear imágenes en las que la experiencia femenina es el camino hacia lo universal, en lugar de aprender todo a través de la mirada masculina». Conseguirlo no ha sido fácil. Su obra más famosa es The Dinner Party –una enorme mesa triangular con 39 platos que evocan vaginas y representan los logros de una mujer notable de la historia de la humanidad y que se sirven sobre un mantel con bordados en el estilo y técnica de la época de la mujer en cuestión realizados por 400 anónimas t...
En los años setenta Judy Chicago (Chicago, 1939) le dijo a Gloria Steinem que su objetivo como artista era «crear imágenes en las que la experiencia femenina es el camino hacia lo universal, en lugar de aprender todo a través de la mirada masculina». Conseguirlo no ha sido fácil. Su obra más famosa es The Dinner Party –una enorme mesa triangular con 39 platos que evocan vaginas y representan los logros de una mujer notable de la historia de la humanidad y que se sirven sobre un mantel con bordados en el estilo y técnica de la época de la mujer en cuestión realizados por 400 anónimas trabajadoras del textil– y cuando la presentó al mundo, Hilton Kramer, uno de los críticos de arte más reputados del The New York Times, dijo que la obra era un fiasco y una decepción. Aquella crítica fue un verdadero golpe para su autora, que se derrumbó al leerla. Cuarenta años después, The Dinner Party en particular y la producción de Chicago en general, se consideran uno de los grandes hitos del arte feminista del siglo XX.
El De Young Museo de Bellas Artes de San Francisco celebrará las cuatro décadas de la creación de aquella polémica mesa con una enorme retrospectiva el próximo mes de mayo; pero el mensaje de Chicago va mucho más allá de las instituciones, como demuestra que la directora creativa de Dior, Maria Grazia Chiuri, haya pedido a la artista que colabore con ella para crear la espectacular escenografía del último desfile de alta costura de la casa parisina, compuesto por 22 banderolas bordadas con mensajes tan sugerentes como «¿Qué pasaría si las mujeres gobernasen el mundo?» y una capilla en cuyo interior se despliega una alfombra de flores que, como nos explica la propia Chicago, «está inspirada en las Cruzadas y conduce hacia la Corte del amor, donde las mujeres ayudan a los hombres, después de volver de la batalla, a reasimilar las convenciones sociales».
¿Cómo es posible que la moda, un mundo tan femenino, haya estado tradicionalmente dominado por hombres?
No soy una historiadora de la moda, así que no puedo contestar a esta pregunta de forma muy precisa, pero sí puedo ponerla en contexto. Las mujeres fueron las creadoras originales de la danza, por ejemplo, y después les fue arrebatada por hombres. De la misma manera, había muchísimas mujeres involucradas en los primeros pasos de la fotografía, pero también eso se les quitó de las manos y sus logros fueron ignorados. Como ha dicho alguna vez Maria Grazia Chiuri, la moda gira en torno al cuerpo femenino. Y a pesar de eso, ha sido un territorio disputado por hombres, que lo han dominado. Que ella haya sido capaz de introducir un punto de vista femenino y ropa cómoda en esta clase de ambiente es algo que debemos celebrar. Lo llevábamos esperando desde hace mucho tiempo.
¿De qué manera puede la moda ser liberadora para las mujeres?
He leído mucha crítica feminista sobre moda y cómo oprime a las mujeres. Me generaba curiosidad ver si esto se podía cambiar, si la moda, en realidad, podía dar poder a las mujeres y creo que es en esto en lo que Maria Grazia y yo estamos alineadas. Me impresionó particularmente que decidiera que mis banderolas las bordaran las mujeres de la escuela de artesanía Chanakya de la India, un centro que forma a mujeres para que sean bordadoras profesionales. Es un ejemplo perfecto de cómo la moda puede tener un efecto positivo en el mundo, en la ropa que se diseña y en la forma en que se presenta al público.
¿Cuál ha sido la parte más difícil de este proyecto?
Nuestra colaboración era completa porque implicaba a infinidad de gente. Le propuse un concepto a Maria Grazia: La Divina Fémina. He estado interesada desde siempre en transformar la manera en que las mujeres son vistas. De hecho, muchas mujeres se ven a sí mismas como secundarias al hombre. Cuando hice The Dinner Party realicé una investigación muy extensa sobre las sociedades primitivas y me di cuenta de que la mayoría de ellas adoraban a deidades femeninas. Devolver esa divinidad a las mujeres era uno de los objetivos de aquella obra y también lo ha sido mi colaboración con Maria Grazia.
¿Es compatible el activismo feminista con el hecho de trabajar con grandes corporaciones como LVMH?
Me ofrecieron la posibilidad de contar con esta enorme fuerza de trabajo y eso hizo posible mi deseo de honrar a las mujeres a una escala global que nunca antes hubiese podido siquiera soñar.
Judy Chicago siempre ha estado involucrada en proyectos colectivos en los que las mujeres artistas aprendían el valor de sus propias miradas conviviendo entre ellas. Primero organizó una clase formada solo por mujeres «para escapar de la presencia y, por lo tanto, de las expectativas de los hombres». Aquel taller se llamó Fresno. Después puso en marcha Womanhouse, junto con Miriam Schapiro. La experiencia con Dior es heredera de todos aquellos experimentos de los años setenta. «Claramente Maria Grazia está usando su posición como la primera mujer directora creativa de Dior para ayudar a otras mujeres. Otros diseñadores han colaborado con artistas pero ninguno había trabajado así con mujeres artistas. No es solo que colabore con proyectos alrededor del mundo que empoderan a las mujeres, como el que he comentado de la escuela de bordadoras. Es que además la ropa que diseña está liberada de esas formas distorsionadas y de esos zapatos de tacón demenciales que muchos diseñadores masculinos han perpetrado contra las mujeres en nombre de la libertad creativa».
¿Cómo llegó a su conocimiento el movimiento que ella ha puesto en marcha?
Supe de su existencia cuando me contactaron del Frankfurter Allgemeine para un artículo que iban a hacer sobre 10 mujeres que ella había citado como sus principales influencias. Me sentí honrada y muy emocionada al darme cuenta de que era una de ellas.
¿Qué artistas pop contemporáneos de todos los campos considera radicalmente feministas?
Beyoncé, Janelle Monáe y sus pantalones vagina, un dúo en Boulder (Colorado) llamado Vagina China.
¿Qué es lo que más le está gustando del feminismo de cuarta generación y con qué se siente menos cómoda del nuevo activismo?
Yo no veo el feminismo de esta manera. El feminismo es una larguísima lucha histórica que quiere traer la igualdad al planeta. Ha habido sucesivas olas que se remontan al siglo XV, cuando Christine de Pizan escribió El libro de la ciudad de las damas. El feminismo es también una filosofía que reta el paradigma patriarcal prevalente, que supone una estructura de poder para todo el planeta en el que los hombres mandan sobre las mujeres y los humanos sobre todas las criaturas.
Usted ha trabajado mucho en la falta de imaginería y representación visual del parto y el embarazo en el mundo del arte. ¿Qué otros elementos del universo femenino cree que están infrarrepresentados?
Dado que las voces de las mujeres han sido omitidas del diálogo cultural y el arte femenino o bien borrado o bien marginado, hay millares de aspectos de la experiencia femenina que siguen estando absolutamente ausentes. Hasta que haya igualdad en el mundo no habrá igualdad en el arte.
¿Cree que está habiendo un cambio histórico con respecto al rol que deben ocupar las mujeres en el mundo profesional?
Creo que desde siempre hay lucha histórica de las mujeres presionando en todo el mundo para conseguir sus derechos. Y tengo fe en que hombres y mujeres serán capaces de ponerse de acuerdo para cambiar lo que está pasando antes de que sea demasiado tarde.