10 logros históricos de mujeres (y el mérito se lo llevaron los hombres)
Con motivo del Día Internacional de la Mujer reivindicamos la figura de mujeres que, a pesar de haber hecho grandes aportaciones al mundo, acabaron olvidadas y eclipadas por sus compañeros masculinos.
Figuras Ocultas, nominada a mejor película en los pasados Oscar, es la película que debería ver todo el mundo esta temporada. El fime recupera la historia de tres matemática negras (Katherine Johnson, Mary Jackson y Dorothy Vaughan) que, a pesar de ser esenciales en la misión de llevar al hombre al espacio, quedaron a la sombra durante años por cumplir dos requisitos imperdonables en la época: ser mujeres y afroamericanas. Aprovechando que hoy es el Día Internacional de la Mujer, reivi...
Figuras Ocultas, nominada a mejor película en los pasados Oscar, es la película que debería ver todo el mundo esta temporada. El fime recupera la historia de tres matemática negras (Katherine Johnson, Mary Jackson y Dorothy Vaughan) que, a pesar de ser esenciales en la misión de llevar al hombre al espacio, quedaron a la sombra durante años por cumplir dos requisitos imperdonables en la época: ser mujeres y afroamericanas. Aprovechando que hoy es el Día Internacional de la Mujer, reivindicamos otros nombres femeninos de la historia que hicieron grandes descubrimientos o inventos que acabaron siendo atribuidos a hombres:
El Monopoly, por Elizabeth Magie
En 1903, la diseñadora de juegos Elizabeth Magie ideó el famoso juego de mesa para demostrar de una manera lúdica que el monopolio de la tierra a manos de unos pocos era perjudicial para el resto de la población. Lo bautizó como The Landlord’s Game y solo recibió 500 dólares por parte de Parker Brothers, empresa dedicada a la fabricación y distribución de juegos. Hasta que esta historia salió a la luz en 2004, todo el mundo atribuía el invento a Charles Darrow, un vendedor de calefactores domésticos. Qué pena que una mujer se le adelantase más de tres décadas.
La doble hélice del ADN, por Rosalind Franklin
Seguramente recuerden haber estudiado a Watson y Crick en la clase de biología. Ellos pasaron a la historia (y a los libros de texto) como los descubridores de la forma de doble hélice del ADN. Parece que nadie se acordó de escribir el nombre de Rosalind Franklin, una química inglesa que jugó un papel fundamental en el hallazgo. Fue ella quien logró perfecccionar una técnica para observar de cerca las moléculas y la primera en capturar una imagen fotográfica de ácido desoxirribonucleico o ADN. Uno de sus compañeros del King’s College mostró la imagen, sin su permiso, a Watson y Crick y esa información se convirtió en fundamental para su tesis. Franklin, conocida como la «dama oscura del ADN», centró sus estudios posteriores en el ARN y murió víctima del cáncer en 1958, cuatro años antes de que Watson y Crick recibieran el premio Nobel.
La bengala, por Martha Coston
Coston revolucionó la comunicación entre los buques de la Marina de Estados Unidos gracias al invento de la bengala. Fue, sin embargo su marido, Benjamin Franklin Coston, el que pasó a la historia como el creador a pesar de haber fallecido diez años antes. Es cierto que fue él quien comenzó a investigar sobre la creación de algún tipo de artefacto que se pudiese utilizar en caso de socorro marítimo. Pero, tras su muerte en 1848, su mujer Martha (de 21 años y con tres hijos a su cargo) continuó la investigación y logró patentar el sistema. Y sí, tuvo que hacerse pasar por un hombre para contactar con varios pirotécnicos de Nueva York y poder aplicar la técnica de los fuegos artificiales a su invento.
Las bolsas de papel, por Margaret Knight
Las típicas bolsas de supermercado estadounidense (o ecológico) fueron ideadas por Margaret Knight. Ella inventó una máquina para cortar y pegar bases cuadradas a las bolsas, pero, antes de que pudiera patentarla, un hombre, Charles Annan, se adelantó argumentando que era imposible que una mujer fuera la autora de tal avance. Knight presentó una demanda y demostró que el prototipo era suyo. Recuperó la patente en 1871 tras una lucha incansable.
El primer algoritmo informático, por Ada Lovelace
Hija de Lord Byron, fue incentivada por su madre desde muy pequeña para destacar en matemáticas. Con solo 20 años empezó a trabajar en la Universidad de Londres con Charles Babbage, quién quería crear la llamada máquina analítica (el equivalente a un ordenador antiguo). Entre las notas sobre la máquina que escribió Lovelace se reconoce lo que actualmente llamaríamos el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina. Es decir: Ada Lovelace fue la primera programadora de la historia. Durante años los historiadores dudaron si había escrito las notas por sí misma o eran obra de Babbage.
Narración hipertextual, por Judy Malloy
¿Conocen esos relatos en los que el lector puede decidir lo que ocurrirá según dónde haga clic? Debemos darle las gracias a Judy Malloy por inventarlos. La estadounidense es programadora autodidacta, artista conceptual y la primera que, en 1986, tuvo la ocurrencia de escribir Uncle Roger, el primer relato compuesto por fragmentos de texto unidos entre sí mediante enlaces. Malloy creó una nueva base de datos para contar su historia y un motor de búsqueda bastante avanzado para el momento. Sin embargo, en 1992 un crítico de literatura del New York Times coronó al novelista Michael Joyce como el «abuelo de las ficciones hipertextuales de extensión larga».
La fisión nuclear, por Lise Meitner
Meirner fue una física austriaca que dedicó su carrera a investigar la radiactividad y la física nuclear. Nacida en una familia judía, se vió obligada ha dejar sus estudios en Berlín (donde acudía a las clases del importante físico y matemático Max Planck). Aún en la distancia, siguió investigando junto a su socio Otto Hahn. En 1938 articuló por primera vez la idea de fisión nuclear que después daría lugar a la bomba atómica. Su nombre, sin embargo, quedó olvidado por ser mujer y fue Hahn quien se hizo con el premio de la Royal Swedish Academy of Sciences en 1944. Eso sí, la tabla periódica no se olvidó de rendirle homenaje aunque fuese cinco décadas después. El meitnerio (anteriormente llamado unnilennio) recibió ese nombre en 1994 para honrar a la física.
El fin de la ley de conservación de la paridad, por Chien-Shiung Wu
Chien-Shiung Wu (1912-1997), una física estadounidense de origen chino, desmintió la ley física de conservación de la paridad. Sus conclusiones, sin embargo, se atribuyeron a dos físicos masculinos, Tsung-Dao Lee y Chen Ning Yang. Gracias al trabajo de la «Madame Curie China» (como es recordada), Yang y Lee recibieron el premio Nobel en 1957.
Receptor opioide, por Candace Pert
«Estas son las reglas del juego». Con esta frase respondió el Dr. Solomon Snyder cuando la que fuera su alumna, la neurocientífica Cuando Pert, se quejó porque le habían dado un premio por un descubrimiento que había hecho ella (el del receptor opiodide, receptores celulares para neurotransmisores presentes en el sistema nervioso de los mamíferos). Pert protestó en una carta formal al comité de la evaluación y revolucionó la neurociencia con sus trabajos posteriores. Estaba trabajando en un tratamiento más eficaz contra el Alzheimer cuando murió en 2013.
La radioseñal de un púlsar (un tipo de estrella), por Jocelyn Bell Burnell
Son solo 24 años y mientras cursaba un posgrado, esta astrofísica irlandesa descubrió la primera radioseñal de un púlsar (según la RAE, «estrella que emite radiación muy intensa a intervalos cortos y regulares») junto a su tutor de tesis, Antony Hewish. A pesar de que su labor fue fundamental y fue de las primeras en observar la señal, su nombre quedó excluído de gran parte de los reconocimiento que acompañaron al descubrimiento. «Posiblemente, mi condición de estudiante y tal vez mi género hicieron que no ganara el Premio Nobel, que fue otorgado al profesor Antony Hewish y al profesor Martin Ryle. En aquel momento, todavía se consideraba que la ciencia solo podía llevarse a cabo por hombres distinguidos«, declaró la astrofísica.