«Hasta el coño», el lema del grupo ciudadano que se plantó ante la violencia machista
Hablamos con las responsables de ‘Zas’ (Zero agresiones sexistas), un movimiento surgido en redes sociales para denunciar la violencia hacia las mujeres.
33 en lo que va de año. Treinta y tres mujeres asesinadas desde el 1 de enero de 2015. Una media de una mujer víctima de la violencia de género cada cinco días. Quizás las estadísticas sean demasiado quirúrgicas en asuntos como este, pero también tienen la ventaja de ser argumento inapelable e incontestable. No hay nada que interpretar. Nada que valorar. Nada que matizar. Aún ante este goteo incesante de muertes que ya a nadie parece sorprender, no hay grandes muestras de que las autoridades u organismos competentes (esta expresión cuyo significado empezó a palidecer hace ya tiempo) se sient...
33 en lo que va de año. Treinta y tres mujeres asesinadas desde el 1 de enero de 2015. Una media de una mujer víctima de la violencia de género cada cinco días. Quizás las estadísticas sean demasiado quirúrgicas en asuntos como este, pero también tienen la ventaja de ser argumento inapelable e incontestable. No hay nada que interpretar. Nada que valorar. Nada que matizar. Aún ante este goteo incesante de muertes que ya a nadie parece sorprender, no hay grandes muestras de que las autoridades u organismos competentes (esta expresión cuyo significado empezó a palidecer hace ya tiempo) se sientan demasiado concernidos.
Se sigue hablando de denuncias falsas y de hombres maltratados como si eso pudiera diluir el horror o maquillar las cifras… Y, lo que es más preocupante, tampoco da la sensación de que haya signos de alarma social en la ciudadanía (en una última encuesta del CIS –julio 2015-, el problema ‘violencia contra la mujer’ está en la cola de preocupaciones de los españoles con un miserable 0,4% equiparado al terrorismo/ETA o las drogas). Así pues, y siguiendo el signo de estos tiempos en los que la revolución –sí es se hará en las redes sociales– se ha organizado un grupo de trabajo en Facebook llamado ZAS! (Zero Agresiones Sexistas) destinado a discutir, debatir, proponer y, sobre todo, hacer algo ante este gigantesco y aterrador ‘¿qué coño está pasando?’.
Nos cuentan qué, cómo y por qué cuatro de ellas: la periodista y dj Diana Aller, la diseñadora y arquitecta Inés Aguilar, de La Casita de Wendy, la escritora Sabina Urraca y la ilustradora y animadora de dibujos Silvia Bezos (las dos últimas responsables de algunos de los carteles que con el hashtag #estamoshastaelcoño empiezan a inundar las redes). Todas coinciden en los esfuerzos deben ir orientados a la educación.
Ilustración de Silvia Bezos.
¿Qué objetivos tiene este grupo de trabajo? ¿Cómo y por qué surge?
Diana Aller: ¡ZAS! (Zero agresiones sexistas) es una reacción lógica ante la ola de terrorismo machista a la que asistimos. De forma totalmente espontánea un montón de mujeres enrabietadas, hartas, nos hemos juntado para plantar cara al feminicidio, para cuestionar los poderes que lo sustentan, para exigir medidas eficaces y protestar. En definitiva, dar voz, gritar… Esto es un sinsentido. Basta ya ¿no?
Sabina Urraca: Es una respuesta a algo que lleva sucediendo mucho tiempo, pero que en estas últimas semanas parece que se ha recrudecido. Con respecto a este recrudecimiento, me pregunto si realmente hay un aumento de la violencia de género, o lo que está sucediendo es que se ha producido un boom informativo. No puedo evitar tener cierto temor a que esto lleve años teniendo lugar de una manera ininterrumpida, pero que sólo ahora (este verano) se esté informando de ello de manera exhaustiva. Con respecto al grupo, sólo hay una cosa que no termino de entender: ¿por qué no hay prácticamente miembros hombres? Creo que es importante planteárselo. No creo que el camino para la solución de la violencia de género esté en una lucha feroz exclusivamente femenina, sino en una lucha general, una lucha TOTAL, porque con estas muertes todos salimos perdiendo. Así que uníos, muchachos.
¿Qué coño está pasando?
D.A.: Estamos viendo la punta del iceberg, asoma el horror, los asesinatos de mujeres a manos de parejas y ex parejas. Y es la parte visible de una situación de sometimiento y horror, enquistado en la cultura, en la sociedad, en los micromachismos imperceptibles, que toleramos como “normales”, porque son muy habituales.
Inés Aguilar: Cada vez somos más conscientes del verdadero horror que nos rodea, una realidad en la que muchas mujeres sufren violencia de género, viven con miedo y se sienten acosadas. Una realidad en la que todavía estamos muy lejos de poder decir que hombres y mujeres somos iguales. Hay una educación aún muy patriarcal en nuestra sociedad que se inocula desde niños y se aprecia en muchas cosas, en los detalles del lenguaje, en lo que esperamos de hombres y mujeres, en el trato personal del día a día, en los derechos… Es todo muy sutil, pero lo envuelve todo. Yo misma, que me considero muy fuerte, me he tenido que enfrentar a situaciones estresantes o de miedo por el mero hecho de ser mujer, sencillamente al andar de noche por la calle o en el trato que recibo en muchas ocasiones, condescendiente, agresivo o invasivo.
Silvia Bezos: A pesar de que está siendo un agosto muy sangriento, yo diría que no está pasando nada nuevo. Por desgracia, ya en 2010, la OMS advertía que la violencia machista era la primera causa de muerte de las mujeres de entre 15 y 44 años en el mundo. La diferencia es, quizás, que las redes sociales están ayudando a concienciar a mucha más gente y a visibilizar esta lacra.
Ilustración de Verónica Maraver.
A pesar del terrible panorama, en una reciente encuesta del CIS, el problema de la ‘violencia de género’ no aparece entre las preocupaciones prioritarias de los españoles… ¿Por qué?
D.A.: Uno de los problemas es que los datos están sesgados. No se consideran víctimas de la violencia de género quienes no tienen vínculo sentimental con el agresor. En el brutal caso de Cuenca, Laura del Hoyo Chamón, amiga de la otra víctima mortal, no computa, no consta, no existe. Es parte de esta invisibilización social. El tratamiento informativo se centra en el morbo y sigue culpabilizando a las víctimas. Los titulares dicen que las mujeres mueren, no hablan de asesinato y mucho menos de terrorismo o feminicidio. El grueso de la sociedad no percibe éste como un problema de primer orden, porque está tan enquistado y se minimiza tanto que se asume como algo secundario, lejos de la gran alarma que en realidad debería ser.
I.A.: Es una muestra más del desprecio que la sociedad tiene hacia la mujer, hay una violencia brutal, sistémica. Me horroriza cuando leo las noticias y los titulares dicen: “Muere una mujer a manos de su pareja"; ¿cómo que muere? Ha sido asesinada y parece como que ha muerto de una enfermedad propia de mujeres. En el lenguaje subyace todo, tenemos que cambiar ya de mentalidad y empezar a visualizar el verdadero horror de esta realidad y a llamar las cosas por su nombre.
S.B.: Creo que la sociedad ve la violencia machista como un conjunto de situaciones puntuales en vez de ver un problema global y estructural. Algunas personas se niegan a sacar el común denominador y creen que los maltratadores son personas con trastornos mentales, cuando la realidad es que la sociedad alimenta un modelo que culmina, en su forma más cruel, en el maltrato y asesinato de sus mujeres.
¿Cuáles creen que podrían ser las medidas o las acciones a llevar a cabo a medio y corto plazo para tratar de frenar este horror?
D. A.: Solo hay una solución y es a largo plazo: educación, educación y educación. Eliminación de roles sexistas de dominación-sumisión, de las mujeres como objetos consumibles para los varones donde unas son la oferta y los otros la demanda… Y, sobre todo, la idealización del amor romántico heterosexual. Resulta muy dañina la perpetuación de ciertos estereotipos como “los trapos sucios se lavan dentro de casa” o “sus celos son porque es muy protector y me quiere”. A corto y medio plazo son necesarias nuevas políticas que persigan y condenen las agresiones, que protejan, de verdad, a las víctimas, que sean eficaces y no prescriban con los delitos. Que los gobiernos y gobernantes se posicionen, se mojen, se involucren. ¡Zas! (Zero agresiones sexistas) nace desde la rabia, desde el descontento, el hartazgo. Estamos pensando y creando estrategias de trabajo desde el activismo, la performance y el arte; pero también se están gestando cosas por parte de trabajadoras sociales descontentas, para hacer por nuestra cuenta acciones a las que no llegan los organismos pertinentes… No se trata tanto de llenar huecos institucionales como de protestar y trabajar de una forma novedosa, desde el tino de la lógica y no la victimización. Por ejemplo, llegar a las mujeres maltratadas física y psicológicamente y trabajar por fortalecerlas. No están solas. Estamos con ellas. Esto es un “por mí y por todas mis compañeras”. Porque la sustancia de todo esto es que nos matan por ser mujeres, no por no denunciar, no por ir provocando, no por portarse de una manera o de otra… Es única y exclusivamente por pertenecer a ese 50% de población oprimida, juzgada con rasero diferente, excluida, ninguneada…
I.A.: Es fundamental acabar con el machismo en la política. Si los que pueden parar tantas muertes con la ley en la mano no se toman estas muertes en serio seguirán muriendo mujeres cada día. Se necesita más formación de todos los profesionales que intervienen y que, a veces, no saben evaluar e incluso cuestionan a la victima (algo que no ocurre en otros tipos de violencia). El problema está también en las escuelas y en los hogares, en la educación, en el día a día. Me parece que necesitamos una terapia social, y para esto tenemos que comunicar eficazmente que esto es un problema grave, no normalizarlo ni asumirlo. Cada uno tiene que asumir la parte de culpa que le corresponda y mejorar en lo posible, no tener actitudes ni siquiera pequeñas de machismo, ni inculcarlas a nuestros hijos, es dificil porque venimos de siglos de patriarcado y violencia contra la mujeres. Asumir esto es importante para empezar.
S. U.: Es necesario un plan general de educación a la población. Y no hablo de campañas contra la violencia de género, hablo de la visibilización de nuevos modelos de relación de pareja lejos del horror heteropatriarcal que se está perpetuando con total alegría en chicos y chicas de quince años, hablo de ir borrando la figura de la mujer como ente sexy y aniñada que necesita paternalismo y unos cuantos azotitos, hablo de que nos convirtamos nosotros mismos y las generaciones que vienen en personas con mayúsculas, olvidándonos un poco de nuestros mal entendidos roles de mujer y hombre. Me apasiona cómo expresa esto Caitlin Moran en su libro Cómo ser mujer, algo así como que tenemos que tener claro que todos debemos ser gente intentando hacerlo lo mejor posible.
Teniendo en cuenta la pasividad de las instituciones, ¿son estos grupos ciudadanos la única vía para luchar contra el problema?
D. A.: Serían necesarias iniciativas más contundentes, más punkies para que instituciones y pueblo llano se concienciara. Pero al aglutinar tanta gente (hay maltratadas muy susceptibles psicológicamente, hay feministas radicales, hay mujeres de toda condición entre nosotras) solo podemos operar desde cierta corrección política y por supuesto el marco legal. ¡Zas! somos un grupo horizontal, abierto, pero con una fuerza arrolladora y muchas ganas de gritar, de llamar la atención y de luchar por simples y llanos derechos humanos.
S. U.: Absolutamente. Grupos ciudadanos así son los que pueden crear alarma social, concienciación, e incluso, ¿por qué no decirlo?, tendencia (ese monstruito que puede hacer cosas muy malas, pero también muy buenas). Si ves que una tía a la que admiras, una prima a la que adoras o una compañera del trabajo que es estupenda están muy preocupadas por la violencia contra las mujeres, quizás levantes tu culo quinceañero del sofá, mires a tu novio que te trollea el amor con amenazas por whatsapp, y digas: "Oye, esto no mola nada. Esto no tiene que ser así. Esto puede ser de otra manera". Y quizás en unos años no mueras a manos de la bestia parda con la que te has casado. O incluso, aún mejor, esa bestia parda no exista, porque a los quince años tomó conciencia de en qué no debía convertirse.
Ilustación de Helena Pérez.
Un trabajo de Clara Montagut.