Gucci apuesta por los actores secundarios

La firma italiana nombra a Alessando Michele nuevo director creativo, tras la marcha de Frida Giannini.

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A las seis de la tarde, Gucci comunicaba vía redes sociales el que ya era un secreto a voces. O quizá no tanto. Las quinielas daban como inesperado ganador a Alessandro Michele el pasado lunes, cuando salió a saludar junto al equipo de diseño atribuyéndose así la autoría del desfile masculino de la marca. Una colección que, por cierto, se sitúa creativamente en las antípodas de lo que Frida Giannini, anterior directora creativa, solía presentar.

El desconcierto el hilo musical del desfile: la banda sonora de la cinta Un Hombre Soltero, el debut cinematográfico de Tom Ford, el d...

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A las seis de la tarde, Gucci comunicaba vía redes sociales el que ya era un secreto a voces. O quizá no tanto. Las quinielas daban como inesperado ganador a Alessandro Michele el pasado lunes, cuando salió a saludar junto al equipo de diseño atribuyéndose así la autoría del desfile masculino de la marca. Una colección que, por cierto, se sitúa creativamente en las antípodas de lo que Frida Giannini, anterior directora creativa, solía presentar.

El desconcierto el hilo musical del desfile: la banda sonora de la cinta Un Hombre Soltero, el debut cinematográfico de Tom Ford, el diseñador que encumbró Gucci durante el cambio de siglo y que salió de la marca en 2004. Los rumores sobre el regreso de Ford han sonado hasta el último minuto. Por la música, por la línea de la colección (abiertamente transgresora, como las que él solía firmar) y, sobre todo, porque no estamos acostumbrados a que una figura anónima se haga con las riendas de una gran firma. Esperamos ideas y venidas de diseñadores estrella. Sin embargo, es ese hombre de jersey de punto y barba el que, a partir de hoy, dirigirá el equipo de diseño de la segunda marca de lujo mejor valorada del mundo (la primera, según el ránking anual de Interbrand, es Louis Vuitton). Lo de Tom Ford ha sido un homenaje explícito a sus años al frente de la maison. La realidad, y el puesto, van a parar al segundo de a bordo.

Curiosamente, Michele ha seguido los mismos pasos profesionales que Frida Giannini. Los dos pasaron por los talleres de Fendi y los dos han ostentado durante años el puesto de jefe de accesorios en Gucci. Cuando Tom Ford dejó la enseña, esta decidió apostar por su cantera y, tras un breve periodo de transición, nombró a Giannini directora creativa. Lo ha vuelto a hacer en el caso de Michele. Al fin y al cabo, y teniendo en cuenta que el grueso de la facturación la ocupan bolsos y demás complementos, quién mejor que un diseñador de accesorios para saber repuntar las ventas de una gran firma de lujo. En época de diseñadores convertido en personajes mediáticos per se, es complicado que los trabajadores en la sombra accedan a puestos de mando. Lo lógico, para mantener la expectación, es contratar a figuras conocidas por el público. Pero las cada vez más numerosas excepciones a esta norma han demostrado ser exitosas y rentables.

Tras el suicidio de Alexander Mcqueen, y ante la presión de los gestores de la marca por encontrar un reemplazo igual de genial y carismático, estos acabaron apostando por la mano derecha del británico y ascendieron a Sarah Burton, que se ha revelado como una directora creativa (y continuadora del legado de su predecesor) más que solvente. Años antes, Chloé se encontraba en la misma encrucijada con la partida de Stella McCartney, y descubrió que su amiga y ayudante, Phoebe Philo, podría ser la respuesta. Sobra decir que Philo, hoy al frente de Céline, es una de las diseñadoras más aclamadas de los últimos tiempos. Tampoco nadie daba un duro por Valentino tras la retirada de su alma máter, y hoy Maria Grazia Chiuri y Paolo Picciioli, que antes fueron los jefes de accesorios en la marca, han conseguido que sus creaciones destaquen por encima de las de la mayoría de sus competidores (y son cientos). Incluso Julie de Libran, durante años fiel ayudante de Marc Jacobs en Louis Vuitton, está consiguiendo devolver eco mediático y aumentar la clientela de una firma como Sonia Rykiel, olvidada durante una década.

Poco sabemos de Alessandro Michele. Pero tal vez no haga falta saber demasiado. Gucci se ha decantado por su perfil para hacer frente a la difícil misión de volver a aumentar su facturación anual. Cuando ascendió a Giannini, no les salió mal la jugada: pese a que en estos últimos tiempos no hizo crecer las ventas, en sus primeros años de andadura (y pese a las malas críticas) logró que sus creaciones fueran el objeto de deseo de clientas y celebridades.

Lo que sí sabemos casi con toda probabilidad es que Michele va a abrir un nuevo capítulo en la firma, más cercano a la transgresión de Tom Ford que a los complacientes ejercicios de estilismo de su predecesora inmediata. Su colección masculina (en teoría, realizada en tan sólo veinte días) ha roto los esquemas del público a golpe de prendas unisex. Todo apunta a que su debut en la sección femenina, previsto para el 25 de febrero, dé carpetazo definitivo a la identidad que ha definido a Gucci en los últimos diez años. Porque en ocasiones no hace falta desplegar la parafernalia que rodea a un diseñador mediático para generar expectación o resucitar un legado. Basta con dar una oportunidad a alguien que lo conoce de primera mano, que ha lidiado con encargos y peticiones de sus superiores y que se ha curtido en el dificilísimo arte de crear un bolso exitoso. Tal vez ha llegado la hora de que todos aquellos segundos diseñadores en la sombra demuestren definitivamente su valía, concedan entrevistas y salgan a saludar al final de esos desfiles en los que llevan años involucrándose.