Sí, las groupies fueron (y siguen siendo) referentes de estilo
Popularizadas por sus aventuras de cama con las estrellas, estas devotas de la música siguen ejerciendo como auténticos referentes de estilo.
“Éramos el sexo en el ‘drogas, sexo y rock and roll”. Con esta frase, Pamela des Barres, la ‘groupie más famosa del mundo’ definía en un documental una parte (que no la única) de aquellas almas libres devotas de la música de Robert Plant, Miker Jagger o David Bowie. Con menos de 20 años, ellas contribuyeron a poner patas arriba el panorama sexual de la época, pero fueron un paso más allá. Formaron “una parte íntegra de la escena [musical y social]”, como decía des Barres, y solo algunos supieron verlo....
“Éramos el sexo en el ‘drogas, sexo y rock and roll”. Con esta frase, Pamela des Barres, la ‘groupie más famosa del mundo’ definía en un documental una parte (que no la única) de aquellas almas libres devotas de la música de Robert Plant, Miker Jagger o David Bowie. Con menos de 20 años, ellas contribuyeron a poner patas arriba el panorama sexual de la época, pero fueron un paso más allá. Formaron “una parte íntegra de la escena [musical y social]”, como decía des Barres, y solo algunos supieron verlo.
Uno de ellos fue el fotógrafo Baron Wolman, que retrató en 1969 a las groupies originales para la revista Rolling Stone desde una perspectiva más cercana al respeto que a la provocación: “El estilo y la moda eran básicos en su presentación. Obviamente no eran chicas en vaqueros buscando chicos que las llevasen a casa. Descubrí lo que creía que era una subcultura del chic y pensé que se merecían una historia”, declaraba. Es precisamente este enfoque lo que ha dado alas al libro Groupies and Other Electric Ladies, donde se recogen los retratos y artículos originales del número de la revista.
Además de dignificar a las mujeres, las imágenes de Wolman son una prueba más de que sí, las groupies fueron (y siguen siendo) referentes de estilo. Antes que Lana del Rey, la propia Pamela llevó vestidos ‘vintage’ y coronas de flores en la cabeza en la década de los 60. Los hot-pants, las minifaldas, las medias negras y las de rejilla o las plataformas se combinaban en un extravagante uniforme que Hedi Slimane no ha dudado en replicar alguna vez sobre la pasarela de Yves Saint Laurent. Ahora en efervescencia, los kimonos, el lamé o las sandalias plateadas ya formaron parte del ‘glam’ que Sable Starr o Queenie, dos de las ‘baby groupies’ de los 70, lucieron en locales de culto como el Whiskey a Go Go.
Las lentejuelas y los metalizados convivían con un espíritu bohemio, encarnado por Anita Pallenberg, en el que destacaban las pieles, las plumas o la joyería antigua. Varias de esas pistas las daba Star, una polémica revista adolescente que ejerció por un corto periodo de tiempo como una especie de crónica de la escena groupie. Sus imágenes no distan mucho del ADN de firmas como Anna Sui o ese ‘aire festivalero’ repetido hasta la saciedad con Kate Moss o en Coachella. Queenie definiría el look groupie en una entrevista para esta publicación como “a medio camino entre el estilo neoyorquino y el look femenino inglés. Los años 40 y 50 tienen mucho que ver con cómo nos vestimos”. Los contenidos de Star fueron precisamente uno de los referentes que impactaron en los adolescentes del momento, como reconocería Tim Blanks en el número de primavera de la revista Another Man.
Usar ropa interior por encima, confeccionar minivestidos a partir de manteles o cubrirlos con una boa de plumas era su forma de diferenciarse de las demás. El objetivo principal era expresar su feminidad de una forma “muy sexy”. Una intención que nunca ha sido muy bien recibida porque de hecho, el término ‘groupie’ es uno de los más castigados. Surgió en los años 60 de mano de un periodista británico para designar a aquellas chicas que pasaban tiempo con los grupos de música. Pero enseguida se distorsionó. Como describía des Barres en una de sus columnas para la revista Rolling Stone, “se percibe a las groupies como mujeres facilonas, cazafortunas y star fuckers”. Cuando presentó su primera biografía I’m with the band: Confessions of a Groupie (1987), la propia Pamela fue tildada de “prostituta” y de “servil lameculos” incluso por mujeres: “Al salir el libro, pasé la mayor parte del tiempo defendiéndome” reconocía en una entrevista para Toronto star.
La revista Star tampoco saldría bien parada. Además de consejos de moda, sus contenidos no escatimaban en detalles a la hora de describir el paso a paso de una rinoplastia con 16 años o las claves de estilismo para conseguir a lo que ellos llamaban tu ‘superfox’ (hombre). Teniendo en cuenta que se dirigían a chicas adolescentes, solo cinco números vieron la luz. Unos padres preocupados no tardarían en llamar la atención sobre la editorial, y el resto ya es historia.
Aunque el debate sobre la relación entre groupies y feminismo es delicado, tanto en su segunda biografía como en sus entrevistas, Pamela des Barres muestra una firme convicción al respecto. Tiene una anécdota que recogía el New York Times sobre cómo la feminista Gloria Steinem no quería compartir plató con ella en un programa de televisión: “Me veían como una zorra sumisa. Pero yo era una mujer que hacía lo que quería. ¿No es eso feminista?”.
Buscaron estar cerca de sus ídolos y se colaron en su backstage, pero inundaron como un torrente sus camas, sus canciones y en ocasiones, también sus sentimientos. Se convirtieron en amigas y máximas confidentes, como Freda Kelly, y hasta en estrellas, como las GTO, la banda musical de groupies liderada por Pamela des Barres y producida por Frank Zappa. Si se elevaron los grupos a categoría de dioses, las groupies ocupan sin duda un puesto de honor en ese Olimpo del rock and roll.