‘Glitchcore’ o cómo convertir en tendencia la estética de los fallos de los primeros ordenadores
En un momento en el que el metaverso y la moda digital monopolizan el discurso de las firmas, los estampados que imitan errores nostálgicos de ‘software’ o videojuegos inundan las colecciones de la próxima temporada.
Aunque ahora exploremos las infinitas posibilidades de internet en una pantalla de 6 pulgadas y con una sola mano, seguro recordarán aquellos armatostes que se hacían llamar ordenadores a finales del siglo pasado y principios de este. El reloj de arena en mitad de la pantalla era una constante que incluso se agradecía con tal de que el programa en cuestión no se colgara del todo. Si esto ocurría, una lluvia de píxeles de colores, imágenes deformadas, tipografías borrosas o líneas discontinuas lo inundaban todo antes de tener que darle a reiniciar. Ese error que aparecía de imprevisto mermándon...
Aunque ahora exploremos las infinitas posibilidades de internet en una pantalla de 6 pulgadas y con una sola mano, seguro recordarán aquellos armatostes que se hacían llamar ordenadores a finales del siglo pasado y principios de este. El reloj de arena en mitad de la pantalla era una constante que incluso se agradecía con tal de que el programa en cuestión no se colgara del todo. Si esto ocurría, una lluvia de píxeles de colores, imágenes deformadas, tipografías borrosas o líneas discontinuas lo inundaban todo antes de tener que darle a reiniciar. Ese error que aparecía de imprevisto mermándonos la paciencia es lo que se conoce como glitch.
Hace tiempo que la estética de esos fallos se ha convertido en inspiración para artistas (glitch art) y diseñadores de todo tipo que han reinterpretado esa mezcla de colores y figuras geométricas en cuadros, textiles (Phillip Stearns es un genio en este campo), vídeos e incluso música. El diseñador gráfico Pedro Ajo definió el glitch en su libro La estética del error en la edad digital como esos «errores o aberraciones que ocurren en los programas software, en videojuegos, vídeos, sonidos y datos similares». Pues bien, el aspecto feísta de esos errores vinculados a los primeros ordenadores da lugar ahora al Glitchcore en la moda.
O lo que es lo mismo, ahora que las marcas no paran de lanzar colecciones de moda digitales y están centrando sus esfuerzos en traducir sus prendas en skins para vestir a los personajes de un videojuego en el metaverso, la nostalgia tecnológica se convierte en tendencia. No hay más que echar un vistazo a las colecciones para la próxima temporada primavera-verano 2022 para confirmarlo.
Balenciaga, por ejemplo, estampa su logo encerrado en pequeños cuadraditos de colores en un vestido. Dolce & Gabbana comercializa en su web varias prendas glitch que reproducen el efecto de las rayas de colores que crean interferencias en la pantalla y Vetements hace lo propio en un traje de chaqueta. Diseñadores y firmas menos conocidas por el gran público como Arthur Arbesser, Coperni o Chet Lo también convierten la estética nostálgica de los fallos técnicos en coloridos estampados.
Y así hasta llegar a la diseñadora española Paloma Wool, que lo mismo comercializa una camisa ilustrada con lo que parece código binario que un top con un paisaje que bien podría ser un fondo de escritorio deformado o varias camisetas que transitan entre lo psicodélico y lo glitch. Incluso grandes cadenas como H&M, que incluyó guiños al mundo digital y a la estética glitchy de la tecnología en su colección para estas pasadas fiestas, se han atrevido con una tendencia que tiene muchas papeletas para estar por todas partes (en el mundo físico y en el digital) los próximos meses.
A pesar de que esta estética entronca muy bien en el movimiento Y2K, que desde hace varias temporadas se empeña en recuperar todo aquello que juramos no volver a ponernos al repasar el álbum de fotos de los primeros dosmiles, también debe entenderse como un guiño al futuro. Ahora que la Generación Z paga por prendas que solo podrá lucir en una imagen de Instagram o un mundo digital (plataformas como DressX o XR Couture están especializadas en la venta de este tipo de atuendos), imprimir los errores informáticos en la ropa es una referencia directa al tiempo que vivimos y que se desarrolla entre dos mundos: el virtual y el real.
La pandemia, que también puede leerse como ese fallo que nadie esperaba, también es otro ingrediente al intentar buscar una explicación al reciente furor por el glitchore. «Hemos pasado tanto tiempo en el mismo espacio, caminando por los mismos barrios todos los días, y al mismo tiempo, tantas horas frente al ordenador o mirando el móvil, que esos dos mundos han empezado a desdibujarse», explicaba el diseñador Neil Grotzinger, fundador de la joven firma neoyorquina NIHL, que también ha jugado con la estética glitch en sus colecciones. La unión entre esos dos mundos se materializará en forma de camisas, pantalones o vestidos esta primavera.