Fotos de niños en redes sociales: ¿un riesgo innecesario?
¿Cuáles son los peligros potenciales de poner una foto en internet de un menor?
Te llega por WhatsApp. En la foto, tu sobrino de siete meses está precioso, sonriente y lleva puesta esa camiseta tan simpática que le regalaste hace poco. Editar. Compartir. Etiquetar. La foto ya está en la red y cientos, miles de personas podrían acceder a ella desde ese momento. Y ahora, ¿qué?
En apenas una década, desde la llegada a nuestras vidas de las redes sociales, hemos visto nacer en ellas de todo, también niños. Ecografías, recién nacidos, cumpleaños… Las fotos de los hijos de familiares y amigos nos permiten verlos cuando están lejos y suelen ser imágenes tiernas o dive...
Te llega por WhatsApp. En la foto, tu sobrino de siete meses está precioso, sonriente y lleva puesta esa camiseta tan simpática que le regalaste hace poco. Editar. Compartir. Etiquetar. La foto ya está en la red y cientos, miles de personas podrían acceder a ella desde ese momento. Y ahora, ¿qué?
En apenas una década, desde la llegada a nuestras vidas de las redes sociales, hemos visto nacer en ellas de todo, también niños. Ecografías, recién nacidos, cumpleaños… Las fotos de los hijos de familiares y amigos nos permiten verlos cuando están lejos y suelen ser imágenes tiernas o divertidas, pero mientras unos opinan que hay que tomarse las posibilidades de las redes con naturalidad otros advierten de los peligros que acechan tras un acto tan cotidiano como el que acabamos de describir.
Para Gustavo Cánovas, director del portal Protégeles, los riesgos potenciales de exponer la imagen de los menores en redes sociales son tres. “Una vez que las fotos están en sitios no privados de Internet, y sitios no privados son prácticamente todos, pueden ser usadas para usurpar la identidad del protagonista, haciendo creer a otros que es él. Además, alguien puede utilizar las imágenes para acosarte, lo que conocemos como cyberbullying y, por último, pueden darse casos de morphing, la manipulación de la foto y con el fin de usar el rostro del menor superponiéndolo a otra imagen, del tipo que sea, y distribuirla”.
Las anteriores no son situaciones muy frecuentes pero ocurren. Y esta amenaza latente estimula el debate en torno a si es correcto a subir fotos de los menores hasta el punto de generar sentimientos de culpa en algunos progenitores: “Yo subo muchas fotos de mi hija, sobre todo a Instagram. Aunque muchas veces me siento mal por hacerlo, por si piensan que soy una mala madre por exponerla –cuenta Marta, madre de una niña de nueve meses– pero luego pienso que viviendo a 1.000 kilómetros de distancia y sin que casi ninguna de mis amigas ni mi familia la puedan ver, pues también sirve para que le sigan la pista y la conozcan. En realidad creo que es como hacer un blog sobre el crecimiento”.
Un “blog sobre el crecimiento” actualizado a tiempo real y cuyo primer post suele ser la ecografía del futuro bebé, al que le seguirán primeras sonrisas, primeros pasos, primeras vacaciones y lo que es más peligroso, primeros planos. Del todo desaconsejados por los expertos y evitados por muchos padres que tratan de neutralizarlos con ingenio. Clara, tiene dos hijos y afirma que “cuando una persona comparte de manera pública su vida en las redes, los hijos forman parte de esa ventana, pero hay muchas maneras de abrirla. Soy partidaria de publicar fotos de niños siempre y cuando la imagen sea parcial. Es importante preservar la identidad y la integridad del menos, pero creo que un tipo de fotos artísticas y aspiracionales son válidas”.
Para otros, sin embargo, el asunto está claro. Fotos de menores en redes sociales "no" y sin excepciones. Es lo que opina Ana, madre de una niña de 7 años cuando dice: “Un no rotundo. Debemos protegerlos al cien por cien. No son monos de feria que exponer y los riesgos son más que la alegría que provocan en los amigos o la familia por ver una foto. Estoy especialmente sensibilizada y quizá vea fantasmas donde no los hay pero no quiero facilitar el trabajo a degenerados a través de fotos de mi hija y publicar su imagen me parece exponerla en un mercado”.
Al igual que ocurre con las fotos de los adultos los expertos hablan de emplear el sentido común en lugar de ponerse taxativos con las decisiones sobre imágenes y menores. Si los valores que se transmiten no son negativos, la foto no tiene por qué serlo, “una cosa sería publicar que su hijo ha sido el ganador de un concurso, que en principio puede ser algo positivo, y otra que aparezca un menor manipulando un arma de fuego o conduciendo un coche", indica Marisol Ramoneda, psicóloga especializada en el ámbito familiar y colaboradora de la Asociación Pro Defensa del Menor. Y aconseja: “Hay que ponerse en el lugar del menor antes de actuar de manera impulsiva para evitar que los chavales crezcan y sientan que han sido expuestos por sus padres a situaciones que no son de su agrado".
Esta apelación a la empatía hacia los niños no es solo cuestión de precaución sino de respeto hacia los menores que, también en la red, a menudo son utilizados por los adultos en sus guerras conyugales. “Las fotos de los hijos acaban siendo un arma arrojadiza en procesos de separación o divorcio. Algunos padres parecen competir por ver con quién se lo pasan mejor, o quién genera más situaciones divertidas y los padre se acusan mutuamente. Lo peor es que cuando se dan cuenta de esto, los menores se sienten francamente mal. Subir fotos de sus hijos es un derecho que usan los padres, y no es delictivo, pero pasa por encima de los derechos del propio niño porque ese niño no es consultado sobre si quiere que toda su vida, desde que es una ecografía, esté una red social”, asegura Cánovas. Recientemente hemos conocido que la modelo Laura Sánchez y su expareja Aitor Ocio están en plena guerra mediática, precisamente por las fotos que el exfutbolista publica en las redes sociales de la hija que tienen en común.
Entre la paranoia y la sobreexposición está la prudencia. Y debemos usarla al admitir que todavía no sabemos con seguridad las consecuencias de lo que subimos a la red ni somos del todo conscientes del rastro que dejamos por lo que hay que prevenir a la prole de apuros futuros. “Quizá lo más práctico es pensar que cuando cuelgue una foto en internet esa fotografía podría verla todo el mundo. Antes de subirla debes estar seguro de esa foto que ti mismo, si eres un adolescente, o tu hijo o tu hija, si eres progenitor, puede estar circulando por internet toda tu vida y tus futuros jefes, tu futura pareja, tus futuros hijos lleguen a verla”, dice Cánovas.
Ya existen casos de chavales que lamentan la vida virtual que han generado sus padres, aunque lo habitual es que sientan naturalidad y orgullo, cuando la gestión de su imagen no ha sido responsable “los niños más tímidos o pudorosos pueden sentir dolor o rabia ante esta exposición”, indica Ramoneda.
Pero la precaución de los padres no es la única garantía para proteger a los niños. A pesar de que, a medida que crecen reciben información sobre el buen uso de su imagen en la red, siguen indefensos ante el que se está convirtiendo en la mayor de las amenazas según el Centro de Seguridad en Internet para los menores en España: la descarga de aplicaciones con acceso a sus galerías de fotos, vídeos y datos de contacto. “Los niños en España se descargan millones de aplicaciones al año, sobre todo de mensajería instantánea, que exigen acceso a todos esos datos, esas son sus redes sociales y no las clásicas. Son empresas situadas en EEUU, Rusia, Corea y todas partes del mundo, no sabemos para qué quieren estas imágenes ni por qué las almacenan, ni durante cuánto tiempo, ni qué medidas de seguridad cumplen. Y antes eso nadie está diciendo nada y es gravísimo” alerta Cánovas.
Los padres tienen la última palabra para amparar a sus hijos ante los frenéticos cambios de la red hasta los 14 años, momento en el que pueden empezar a decidir por ellos mismos dentro de los límites familiares. Y según Protégeles, podemos ser optimistas, los paneles de jóvenes con los que trabaja la Comisión Europea concluyen que los chavales son cada vez más conscientes de los peligros de exponer su imagen y colegios, padres y menores disponen de información para evitar situaciones problemáticas y “cuando se les informa se hacen plenamente conscientes de que han de sopesar el riesgo de subir una foto a cambio del reconocimiento o popularidad que puedan obtener y suelen hacerlo adecuadamente”. Quizá, y a pesar de las constantes amenazas, haya que reconocer que, en general, la segunda generación de nativos digitales tiene recursos para manejar las redes con más acierto que sus padres.