Opinión

Qué pesaditas

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Era finales de 2017 cuando a Beatriz García, redactora jefa de la web de S Moda, alguien le dijo: “Qué pesaditas estáis con lo de Weinstein, ¿no?”. Estaban, efectivamente, pesadísimas. No paraban de contar lo que varios medios acababan de revelar: todo un sistema de violaciones, abuso sexual, acoso sexual, coacción y presiones para silenciar a las mujeres normalizado en la industria de Hollywood. Las investigaciones de Megan Twohey y Jodi Kantor en The New York Times y de Ronan Farrow en The New Yorker, que desvelaron este escándalo, por supuesto ganaron el Pulitzer del año 2018. Twohey y Kantor, a las que entrevistamos en S Moda hace unos meses, contaron minuciosamente cómo destaparon el caso en su libro She said, publicado en español por Libros el KO. Les hago un resumen: fueron muy pesadas. Insistieron hasta desfallecer para convencer a víctimas y testigos de denunciar públicamente al magnate más poderoso de la industria del cine.

Vivian Gornick, escritora neoyorquina de 86 años, inesperado icono de la cuarta ola feminista (que comenzó precisamente con el movimiento #MeToo surgido de esas investigaciones) y protagonista de la segunda en los años setenta, explica en nuestras páginas que todo va ahora tan rápido que ni siquiera hay tiempo para una reacción a este último movimiento feminista, una contrarreforma como ocurrió entonces, sino que sucede a la vez. Se lucha en los dos sentidos al mismo tiempo.

Sabemos, a pesar de lo que digan desde algunos púlpitos, que el género importa (pregunten a las afganas, a las víctimas de violencia machista o a las mujeres trans que han peleado por una ley guerreada hasta el infinito). Sabemos que los roles de género importan porque son los que encorsetan los comportamientos, los que crean arquetipos y expectativas que debemos cumplir firmes para encajar. Sabemos que las industrias de la moda y la belleza, que durante tiempo han perpetuado estos roles, han sido y son, cada vez más, una forma única de construir un yo diferencial, también uno gregario. Los dos útiles, esto también lo sabemos.

Erika Linder, la protagonista de nuestra portada, comenzó su carrera posando para un reportaje como un joven Leonardo DiCaprio. Después modeló, en ese mundo teatral pero estanco que eran antes las pasarelas, ropa de hombre. Después ya no quiso modelar ropa de hombre, pero como tampoco encajaba con la idea voluptuosa de cierta feminidad tuvo que reclamarlo. Ganó. A Yseult le ocurrió lo contrario. La cantante francesa tenía complejo de su cuerpo rotundo y voluptuoso. Ahora lo que quiere es enseñarlo. Conclusión: nunca se es adecuadamente voluptuosa.

Cumplir con los roles es, además de aburridísimo, un camino directo a la frustración. Nunca se es exactamente lo que de una se espera. Siento que en S Moda repetimos mucho ciertos conceptos: terminar con los estereotipos, romper los códigos, reclamar el espacio de todas las mujeres, buscar nuevas voces. Percibimos a veces el “qué pesaditas” y la verdad, ya nos entra la risa. En el fondo, me parece a mí, esa es la cosa: utilizar la risa y todo el instrumental ligero que esta revista pone a nuestro alcance para no parar nunca de contar la otra historia.

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