Lucía Casani, de la Casa Encendida: «Somos un equipo de mujeres bajo un modelo de liderazgo trasversal»
La Casa Encendida cumple dos décadas en funcionamiento con un equipo de mujeres creando contenidos en los que el feminismo es principio motor.
Cualquiera de los seis millones de turistas que llegan a Madrid al año no tienen por qué intuir al pasar frente al elegante edificio neomudéjar de ladrillo y granito, diseñado por Franco Arbós y Tremanti a principios del siglo XX para albergar una oficina bancaria, que allí dentro ocurren algunas de las cosas más interesantes de la escena cultural madrileña. La Casa Encendida es desde hace 20 años, cuando se obtuvieron los derechos del libro homónimo del poeta Luis Rosales para llamarla así, la sede de un centro cultural (antes Caja Madrid y ahora la Fundación Montemadrid), pero sobre todo el ...
Cualquiera de los seis millones de turistas que llegan a Madrid al año no tienen por qué intuir al pasar frente al elegante edificio neomudéjar de ladrillo y granito, diseñado por Franco Arbós y Tremanti a principios del siglo XX para albergar una oficina bancaria, que allí dentro ocurren algunas de las cosas más interesantes de la escena cultural madrileña. La Casa Encendida es desde hace 20 años, cuando se obtuvieron los derechos del libro homónimo del poeta Luis Rosales para llamarla así, la sede de un centro cultural (antes Caja Madrid y ahora la Fundación Montemadrid), pero sobre todo el espacio donde se da voz a las manifestaciones artísticas (en el sentido más amplio de la palabra) de las periferias (en la noción más incluyente del término), entre ellas, las periferias feministas. Lo saben los vecinos del barrio de Lavapiés, que tienen el lugar como referente de lo que una buena gestión cultural puede hacer por el tejido urbano; lo saben también las mujeres con sensibilidades e ideas infrarrepresentadas a las que la institución lleva dando voz 20 años.
Es así en parte gracias a la senda que marcó su primer director, el fallecido ministro de Cultura José Guirao, quien tuvo claro, desde la puesta en marcha del centro en 2002, que el lugar no iba a ser una obra social al uso. “Fue un jefe maravilloso del que aprendimos muchísimo. La idea de saber escuchar y dar espacio a todo el mundo, pero sobre todo de dejarse guiar por la intuición”, cuenta con afecto la que es directora desde 2014, Lucía Casani. Ella señala que la intuición, “tan femenina”, ha sido importante para seguir las sendas con las que han entrado en territorios nada obvios, como por ejemplo la música electrónica creada específicamente por mujeres, a la que se le dedica el ciclo anual She makes noise, que desde 2015 lleva a cabo un mapeo de artistas, obra audiovisual, investigadoras y crítica.
Casani sabe que su apuesta por el vanguardismo y los movimientos urbanos ha marcado escuela en muchos centros culturales del resto de España. “Desde el principio hemos sido un equipo de mujeres organizadas de una forma muy orgánica: bajo un modelo de liderazgo en el que las decisiones se toman de forma transversal, todas trabajamos para detectar los huecos y poner el foco en la creación femenina pero también naturalizarla, es decir, que esto no acabase siendo un rincón de ‘mujeres que hacen cosas”, cuenta Casani, que ha tenido un olfato infalible para localizar las voces que le ayudarían en ese cometido.
Ella fue por ejemplo quien dio luz verde al festival Princesas y Darthvaders, en el que la escritora, podcaster y activista Lucía Lijtmaer comisariaba el cartel de un festival en el que todas las bandas estaban compuestas por chicas y unas jornadas dedicadas a dar espacio a mujeres humoristas: desde la ilustradora Rocío Quillahuaman hasta la youtuber Andrea Compton, pasando por Soyunapringada, recibieron su primer empujón institucional desde allí. “El equilibrio en lo popular y lo elitista es difícil de conseguir: siempre trabajamos con colectivos que no están presentes en otros sitios, pero con la idea de que pueda resultar interesante el contenido a todo tipo de mujeres”.
Respondiendo a esa vocación han dado conferencias bajo los techos del edificio de la Ronda de Valencia desde una jovencísima Greta Thunberg, hablando, por supuesto, de los retos climáticos que afronta el planeta, hasta la experimentada coreógrafa Nora Chipaumire, quien con su danza derriba estereotipos sobre el mundo negro; o ha dado un concierto íntimo en el patio central la legendaria Patti Smith: las entradas, a tres euros, hacían honor a su gran lema, People have the power. Tras 15 años al frente y 20 dentro de la casa, Lucía Casani no encuentra fácil elegir a la invitada cuya presencia más le impresionó, aunque finalmente se decide: “Costó mucho traer a Angela Davis, pero cuando lo conseguimos fue muy emocionante. Hicimos una visita al Reina Sofía para ver el Guernica que nunca olvidaré”. Ese día, la activista fue conferenciante y turista.