«Dylan, yo sí te creo»: Hollywood reniega en masa de Woody Allen
Tres actores de su próxima película, aún sin fecha de estreno, aseguran que donarán todo su salario a la plataforma contra el acoso sexual. Mientras tanto, las mujeres más poderosas de Hollywood entonan al unísono creer a la hija adoptiva del director.
El estoque final lo tenía que dar Oprah. Rodeada por algunas de las mujeres con más poder en Hollywood en la actualidad, las mismas que idearon la plataforma Time’s Up, la conductora (y posible aspirante a la presidencia en 2020) lideró una mesa redonda recogida por el canal CBS para analizar el futuro del movimiento. Cuando Winfrey preguntó a la presentes si «...
El estoque final lo tenía que dar Oprah. Rodeada por algunas de las mujeres con más poder en Hollywood en la actualidad, las mismas que idearon la plataforma Time’s Up, la conductora (y posible aspirante a la presidencia en 2020) lideró una mesa redonda recogida por el canal CBS para analizar el futuro del movimiento. Cuando Winfrey preguntó a la presentes si «ya se ha acabado el tiempo de Woody Allen«, Natalie Portman fue la encargada de sentenciarlo: «Yo te creo, Dylan». El resto –entre ellas Reese Witherspoon, Shonda Rhimes, Nina Shaw, America Ferrera o Tracey Ellis Ross– asintieron al unísono.
No son las únicas. Sus nombres se suman a una lista que no deja de crecer en los últimos días. En la era post Weinstein y del #MeToo, ¿cómo lidia la industria con un aclamado director denunciado por abusar sexualmente de su hija adoptiva, Dylan Farrow, cuando esta apenas tenía 7 años? ¿Cómo afronta aceptar su universo después de que un periodista del Washington Post tildase recientemente a todo su archivo de «misógino» y concluyese en un incisivo reportaje que Allen «está obsesionado con las adolescentes y niñas»? ¿Cómo hacerlo cuando la supuesta víctima sigue escribiendo demoledoras acusaciones contra el director y la doble moral de Hollywood desde diferentes cabeceras? A tenor de cómo se engrosa la lista de renegados del director, retirándose en manada y sin ganas de asociar su nombre al del cineasta,
Están los que se arrepienten de trabajar con él: Mira Sorvino («¡Lo siento, Dylan! No puedo ni imaginarme cómo te sentiste todos estos años mientras veías cómo todos —incluyéndome a mí e incontables personalidades de Hollywood— alababan una y otra vez a quien habías acusado por haberte lastimado de niña»), Ellen Page («el mayor arrepentimiento de mi carrera”), Evan Rachel Wood, («trabajé con él años antes de leer la carta de Dylan, no volveré a hacerlo»), Greta Gerwig («si hubiese sabido lo que sé ahora, no habría hecho la película») o Dave Krumholtz («trabajar con Woody Allen ha sido un error descorazonador»). Están los que aseguran que nunca trabajarían con él (Jessica Chastain, Susan Sarandon), o bien los que optan por donar todo lo que ingresen con su próxima películas con el director a Time’s Up, la plataforma que asiste legalmente a mujeres en casos de discriminación de acoso (Rebecca Hall, Timotheé Chalamet o Griffin Newman). Eso, sin contar la alargada lista de actrices que está expresando públicamente su apoyo a Dylan Farrow. Hasta la madre de Selena Gomez, que actuará en su próxima película, ha dicho en sus redes que intentó convencerla de que no actuase en una película suya.
El caso de los supuestos abusos a Dylan Farrow es público desde hace un par de décadas. Allen siempre ha sostenido que las acusaciones son falsas y dos investigaciones concluyeron sin cargos contra el director. La policía investigó el caso en 1992 y las pesquisas se cerraron cuando Mia Farrow aceptó en el juicio sobre la custodia prohibir a Allen visitar a sus dos hijos adoptados (Dylan y Moses) y a su hijo biológico Satchel. En 2014, Dylan Farrow sostuvo en una cruda carta acusatoria contra el director en The New York Times que si Mia Farrow no continuó y presentó cargos penales contra él fue porque el fiscal consideró «la fragilidad de la menor» y que su fortaleza psicológica peligraba si seguían por la vía penal. Lo que sí está probado es que el director, durante la investigación policial, cambió varias veces su declaración sobre los supuestos abusos proferidos en el ático de su casa. Primero negó haberlo pisado, pero luego cambió su declaración al encontrarse un cabello suyo allí. Finalmente, el juez que le denegó la custodia de sus hijos, Elliott Wilk, escribió en su declaración de 33 páginas que el comportamiento de Allen sobre Dylan «era gravemente inapropiado» y que se debían «tomar medidas para protegerla». El mismo juez también apuntó que «no había pruebas creíbles que apoyen las aseveraciones del señor Allen: que Mia Farrow había entrenado a Dylan y que actuaba con deseo de venganza contra él por seducir a Soon-Yi». Ha tenido que pasar un cuarto de siglo para que Hollywood, casi al unísono pero con muchas destacadas ausencias, ahora entone ese «Dylan, yo sí te creo».
Es precisamente significativo cómo reniegan en caída libre los principales intérpretes del próximo estreno de Woody Allen, A rainy day in New York (título provisional de la película, cuyo rodaje terminó cuando explotó el escándalo Weinstein), que presumiblemente se estrenará en el calendario de festivales de 2019. Griffin Newman fue el primero y en octubre ya advirtió que donará todas sus ganancias a una organización que asiste a mujeres abusadas. Rebecca Hall, que vuelve a trabajar con el director tras Vicky, Cristina, Barcelona, ha emitido un comunicado sobre por qué donará su salario íntegro a Time’s Up: “El día después de que las acusaciones contra Weinstein explotaran yo estaba rodando para la última película de Woody Allen en Nueva York […] le estoy muy agradecida por haberme dado mi primer papel importante en una película […] Después de leer y releer las declaraciones de Dylan Farrow de hace unos días y las antiguas […] he visto que mis acciones han ayudado a que otra mujer se sienta silenciada y vencida […] hago un gesto pequeño que no creo que sirva para compensar, pero he donado mi salario a Time’s Up”.
También lo ha hecho la joven estrella Timotheé Chamalet. El intérprete, uno de los jóvenes nombres que más fuerte suena en Hollywood por sus interpretaciones en Call me by your name o Lady Bird, ha compartido en sus redes una nota en la que indica que no puede responder a las preguntas sobre por qué trabajó con Woody Allen «por obligaciones de contrato» pero que «no quiere beneficiarse» de la película, por lo que donará todas sus ganancias a Time’s Up, el centro LGTB de Nueva York y Rainn (Red Nacional de Violación, Abuso e Incesto). «Me ha quedo muy claro en los últimos meses, siendo testigo de un movimiento poderoso que quiere acabar con la injusticia, la desigualdad y por encima de todo, el silencio», apunta en la nota.
«A rainy day in New York va de un hombre de mediana edad (Jude Law, 45), persiguiendo a una niña de 15 años (Elle Fanning, 19). Cómo se reciba cuando se estrene será un importante test de cómo nos hemos vuelto en la era post-Weinstein», escribía al respecto Chitra Ramaswamy en The Guardian hace unos días. A tenor de los acontecimientos, su promoción, con unos actores renegando de verse atados en lo económico a ella, promete no ser fácil.