‘Machos Alfa’ y el falso feminismo: todos los errores en los que cae la serie que arrasa en Netflix

Expertos en diversidad, masculinidades y representación audiovisual LGTBIQA+ comparten con ‘S Moda’ su opinión sobre la serie, que arrasa en Netflix su nueva temporada

Un fotograma de la serie 'Machos Alfa'.Foto: MANUEL FIESTAS/NETFLIX | Vídeo: Netflix

El estreno de la tercera temporada de ‘Machos Alfa’ ha liderado el ranking del contenido más popular de Netflix, una clara señal de que la serie de los Alberto y Laura Caballero, cuyas dos primeras temporadas estuvieron en el Top 10 global durante tres semanas, ha convencido a muchos con su propuesta. En ella se puede ver a cuatro hombres, que en lugar de comprarse ostentosos coches o salir con mujeres jóvenes, navegan la crisis de los cuarenta intentando deconstruir su masculinidad. Al hacerlo, la nueva temporada introduce conceptos que a priori, es complicado desarrollar en comedias, como la manosfera y los ‘incels’. Esto, por descontado, ha enfurecido a algunos hombres. “Machos Alfa es la peor serie de la historia de la humanidad. Semejante wokeada, jamás había visto nada parecido. No me arrebataréis mi heterosexualidad”, dice un usuario en X. Según explica Irene Crespo, periodista especializada en cine y series, “si los ofendidos se están cabreando así es porque la serie está haciendo algo bien. La visibilidad y hasta viralidad que está teniendo Machos Alfa quizá no cambie la opinión de estos ofendidos, pero sí creo que puede llegar (y está llegando), desde el humor, a un público más joven y familiar. También a un público más dispuesto a conocer y comprender mejor estos términos y reevaluar conceptos y comportamientos que ya no son aceptables”.

El problema de tratar ciertos temas con levedad y sin crítica

S Moda ha tratado de ponerse en contacto con los creadores de la serie Alberto y Laura Caballero, pero no lo ha conseguido. Tampoco con guionista o asesores de feminismo. Pero una entrevista publicada en Best Movie nos da una idea de lo que piensa uno de sus creadores, Alberto Caballero, que explicaba así los comentarios que provocan los visionados. “Lo divertido no era convertirlo ni en un panfleto, ni en una oda machirula, ni llegar a intentar simplemente exponer algo que está pasando desde el humor, lo divertido son las lecturas que hace la gente, porque de repente uno lo ve como la quinta esencia del wokismo y financiado por el Ministerio de Igualdad, y otros lo ven como una exaltación de los valores machirulos más clásicos. Pero bueno, esto es lo divertido, que cada uno se queda con lo que quiere”, asegura.

Sin embargo, Irantzu Varela, autora de Lo que quede (Contenta me tienes, 2024) y creadora del monólogo Manólogo, asegura que “se puede hacer una comedia convencional sin que sea un panfleto, pero no se puede hacer un panfleto de lo contrario”. La periodista considera un error hablar de temas tan relevantes y vitales de una manera entrañable, restándoles gravedad. “La comedia puede servir para hablar de temas aparentemente intocables, pero tiene que hacer que lo problemático salga mal parado. Un buen ejemplo era el personaje de Mauricio Colmenero en Aída, pero Machos Alfa aborda temas ciertamente tremendos sin hacerlo de forma crítica. En la comedia se puede hablar de todo siempre y cuando las opresiones y las violencias salgan mal paradas”, continúa.

La quinta edición del Informe ODA, realizado por el Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales, destaca el auge de tramas que tienen la masculinidad hegemónica como elemento cómico en las series españolas y aplaude especialmente el papel de ‘Machos Alfa’ a la hora de abordar estos argumentos. “Describir el mundo desde la mirada masculina y canónica, aunque se aborden cuestiones que no suelen estar en la agenda por salirse de lo mainstream, no es hacer algo progresista. La serie ofrece una mirada misógina y es un panfleto machirulo”, dice al respecto Varela. Por su parte, Paula Serna, Directora de investigación de ODA, aclara a S Moda que no cree que la serie sea un buen ejemplo de diversidad. “Por un lado, plantea el clásico “¿Cómo sería esto si lo hiciera una mujer?” al hablar de temas como el acoso laboral, tocar el culo de un desconocido en una discoteca, etc, obviando por completo las estructuras sociales que rodean el machismo. Por otro lado, es interesante hablar de que las masculinidades no hegemónicas también pasan por no tener comportamientos capacitistas, lo cual ocurre en la serie. Hay una trama sobre cómo uno de los personajes tiene una cita con una mujer en silla de ruedas y la deja plantada por esa razón. No te ríes de lo capacitista que es él, sino de que decida huir de la situación”, dice.

Por ello concluye que si la serie quiere hablar de masculinidades, tiene que haber diversos modelos de masculinidad, no únicamente cuatro, pues pese a ser cuatro personas distintas, al final son masculinidades muy similares. “Machos Alfa cae en entender las masculinidades como algo que solo tienen los hombres normativos, cuando las masculinidades también existen en hombres bi y gay, en hombres trans, en hombres racializados, en hombres con discapacidad, en mujeres butch… Al final, muchos mandatos de lo que se denomina “caja de masculinidad” son la virilidad, la autonomía, etc, que pueden abordarse también sobre cómo ser un verdadero hombre de forma constante es imposible y que las tramas traten sobre cómo asumen ese fracaso”, explica. Quien sí tiene una visión favorable de Machos Alfa es la Dra. Begonya Enguix, profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC y directora del programa del grado de Antropología y Evolución Humana. Enguix aplaude la forma en la que la serie subraya la importancia del lenguaje, y el encargado de hacerlo con especial ahínco es el personaje al que da vida Gorka Otxoa, que constantemente echa en cara a sus amigos los comentarios machistas, cosificadores u homófobos que hacen. “El lenguaje es muy importante para definir el mundo en el que vivimos. Por lo tanto, me parece que apuntar al lenguaje como una práctica cotidiana que tiene unos efectos de los que muchas veces no somos conscientes, es muy interesante”. Considera además que esta serie puede ayudar a “pensar unas masculinidades que antes se pensaban como intocables”.

Intentos de visibilización de la machosfera y de la anarquía romántica

El estudio La caja de la masculinidad: construcción, actitudes e impacto en la juventud española revela que el 41 % de los hombres de entre 15 y 29 años en España no se identifica con los valores de la masculinidad más tradicional y hegemónica. La mayor parte de la juventud se alinea con posturas que problematizan la masculinidad hegemónica tradicional, pues el 57,3% considera que los hombres deben aprender a mostrar su vulnerabilidad.

Con esa intención, los cuatro protagonistas masculinos acuden a un curso de deconstrucción de la masculinidad pese a la inicial negativa del personaje que interpreta Raúl Tejón. “Se deconstruye una croqueta; mi masculinidad no la deconstruye ni Dios”, dice enfurecido. En una de las clases, el profesor da un discurso en el que asegura que la masculinidad tradicional es tóxica. “Lo es porque es irreal y nos hace infelices, pero a la mayoría de hombres que inician su deconstrucción muchas veces los ridiculizan llamándoles nenazas y traidores. Me pregunto si, al final, ¿es un privilegio ser hombre o somos víctimas de la masculinidad?”.

Lionel Delgado, doctor en sociología, divulgador e investigador en temas de masculinidades, asegura que aunque la última frase es interesante, es vital hacer un matiz. “Somos víctimas de un sistema patriarcal que también afecta a las mujeres, y nunca hay que eliminar la idea de la estructura desigual, porque entonces, se termina despolitizando el discurso. Ese es uno de los problemas de la serie, que no termina de profundizar más en esta idea estructural y genera una especie de normalización”, asegura. “Es cierto que la sociedad señala a quienes inician la deconstrucción. Existen mecanismos de nivelación por los cuales socialmente, sobre todo en dinámicas más grupales como el género, se busca nivelar la diferencia, señalando y generando homogeneidad entre los grupos. Se castiga a los que quieren salir voluntariamente, a los que no son iguales y a los que no llegan. El castigo genera malestar y es una de las dimensiones más violentas dentro del género. Aquí hay que hablar de los costes, es decir, de si los hombres únicamente son reproductores de violencia o si también son víctimas del patriarcado. Las dos familias que hay respecto a esta visión serían los hombres feministas, que creen que la desigualdad y la inequidad y problemas se refieren sobre todo en relación con el patriarcado, y el grupo de activistas por los derechos de los hombres, tan importantes dentro de la manosfera”, explica.

La machosfera, ese universo digital en el que los denominados incel, o célibes involuntarios, adiestran a los hombres sobre cómo seducir o violar a las mujeres, tiene un lugar relevante en la tercera temporada, pues el interés romántico de uno de los protagonistas es una periodista que para escribir su libro, llamado Machosfera, crea un perfil falso para conocer su comportamiento. Recuerda a lo que Laura Bates hizo para escribir Los hombres que odian a las mujeres (Capitán Swing, 2023), pues para documentarse, la periodista se hizo pasar por un joven llamado Álex para adentrarse en las comunidades misóginas. “La comunidad incel es el rincón más violento de la llamada machoesfera consagrada a odiar con virulencia a las mujeres. Se trata de una comunidad capta activamente a miembros que quizá tengan problemas y vulnerabilidad muy reales y les dice que las mujeres son las causantes de todas sus desdichas. Una comunidad en cuyo nombre, en los últimos diez años, han sido asesinadas y agredidas más de cien personas (la mayoría, mujeres). Y es una comunidad de la que seguramente, nunca hayas oído hablar”, escribe. Por ello, es importante que la serie visibilice su existencia. Paula Serna critica que esa periodista que investiga la machosfera aparece como si fuera “la voz del feminismo”. “Es un personaje que tiene un argumentario claramente abolicionista de la prostitución, y no es una cuestión consensuada en los feminismos. Uno de los principales problemas es que no se puede hablar de masculinidades, en plural, si representan el feminismo como uno solo, singular”, explica a S Moda.

La tercera temporada de Machos Alfa visibiliza también la anarquía relacional de la mano del personaje al que da vida Kira Miró, pues propone a su pareja apostar una forma no monógama de relacionarse en la que los vínculos no están sometidos a categorías preestablecidas o jerarquías. Arola Poch, sexóloga de la red social para explorar la sexualidad Wyylde, considera un acierto que una serie así muestre con naturalidad otras formas de relacionarse más allá de la monogamia, pero cree no muestra del todo bien lo que es la anarquía relacional. “No explica en qué consiste y parece que el personaje que interpreta Kira Miró simplemente tiene diferentes relaciones sexo-afectivas en las que no hay situaciones que muestren, por ejemplo, la no jerarquización de los vínculos propia de la anarquía relacional. Por otro lado, las relaciones no monógamas que muestra la serie no salen bien paradas”, advierte. Serna considera que Machos Alfa retrata “una idea muy monolítica de lo que es el feminismo, como si usar conceptos como “anarquía relacional”, “masculinidad tóxica” o “consentimiento viciado” automáticamente lo convierta en pedagógico, cuando no están bien usados y e aplica a contextos absurdos”.

Machismo, despolitización y demagogia

Juan Roures, crítico de cine especializado en representación audiovisual LGTBIQA+, dice que aunque a priori, Machos Alfa es una crítica al machismo, en realidad no es así. “No solo otorga el protagonismo a cuatro machirulos, sino que los retrata de manera tierna e inofensiva, apelando a la empatía del público incluso cuando hacen las cosas mal. En cambio, los personajes femeninos son insoportables y muy dependientes. Lo peor es que son ellas quienes los acosan a ellos, no como crítica irónica a la realidad, sino como negación de la violencia machista. Un “ni machismo ni feminismo” de manual”, explica. “Se crean escenarios supuestamente reales que llevan las cuestiones sobre el género al ridículo. Por ejemplo, la serie comienza con una falsa denuncia por violencia de género como si fuera algo habitual y sencillo. También se usa la sumisión química en dos ocasiones como si las mujeres usaran el argumento para mentir”, añade Serna.

Juan Roures indica que en la tercera temporada, la hija del único matrimonio que sigue en pie dice que quiere cambiar de género e incluso se denomina trans, acusando de transfobia a toda su familia, que en ningún momento se para siquiera a escuchar. “Al conocer a una mujer lesbiana, sin embargo, comprueba que solo quería ser hombre porque la sociedad le hacía sentir que es mejor. En un momento en que un pequeño pero ruidoso sector del feminismo insiste en que las personas trans son unas impostoras y hasta un peligro, el arco del personaje no es casual. No, los hombres trans no son lesbianas confundidas, y es lamentable que, para una vez que se aborda el tema en televisión, se caiga en eso”, dice a S Moda. “Escudándose en la comedia caricaturesca, transmite ideas machistas y tránsfobas, y lo hace aprovechando precisamente que buena parte del público está demasiado distraído con sus bobaliconas tramas como para ser consciente de ello”, asegura.

Una de las reflexiones que la serie hace comienza señalando que el hombre patriarcal es un hombre enfermo. Continúa así: “De pequeños, nos amputaron nuestra feminidad, porque la primera obligación de un hombre era no ser una mujer. Pero abdicar de nuestros privilegios, renunciar a la ambición o la agresividad, reconocer nuestra vulnerabilidad, saber perdonar, consagrarnos al cuidado de nuestros hijos o a las tareas domésticas no nos hace menos hombres. El ideal masculino hegemónico, obsesionado con el éxito, el poder y la fuerza, es agotador”. Lionel Delgado comenta que la figura del “hombre enfermo” es una idea despolitizada, pues el machismo no viene por un orden estructural patriarcal desigual, sino porque ciertos hombres tienen ciertos problemas a la hora de poder ser “normales” o poder actuar como hombres de verdad. “La idea de que la primera obligación de un hombre es no ser una mujer viene de una frase de Elizabeth Badinter que dice que la masculinidad se fundamenta en una triple negación: no ser mujer, no ser niño y no ser gay. Una de las cosas más difíciles de trabajar con la masculinidad es definirla, porque está definida en torno a esas tres negativas. Actualmente, en torno al debate sobre la masculinidad, hay uno sobre qué entra dentro del hombre y qué no, y desde hace unos años se habla de las masculinidades híbridas, un concepto acuñado por Tristan Bridges y Cheri J. Pascoe”, explica. “Aparece así un nuevo agente, un nuevo tipo de masculinidad que ocupa posiciones de poder altas y que, sin embargo, incorpora rasgos, formas y estéticas de lo que en otros momentos serían las masculinidades más subalternas o excluidas. Eso lo vemos en esta reflexión, cuando se indica que un hombre puede mantenerse como hombre renunciando a la agresividad y reconociend además su vulnerabilidad. El gran debate está ahí y actualmente se está aceptando la horquilla de lo que es la definición cultural de la masculinidad. Se están incorporando estas demandas de trabajo, cuidados e igualdad, pero si se despolitiza y se plantea que el feminismo no hace ya falta, se puede avanzar a una visión apolítica de las masculinidades, algo que termina posicionando el problema como si fuera individual”, advierte.

Roures no quiere dejar de hacer una consideración acerca de la reflexión que en la nueva temporada hace Fele Martínez. “Os habéis empoderando cogiendo de referencia el modelo femenino, que es un poco chungo. Antes éramos nosotros los que huíamos del compromiso y ahora vosotras veis enamorarse como una debilidad. Seguimos teniendo la necesidad de relacionarnos, pero ya no sabemos cómo. Lo que está claro es que ya no os hacemos falta”, dice. “Este discurso no podría ser más condescendiente y demagogo para con el progresismo, al que culpa de haber caído en lo que critica, poniendo una vez más la igualdad y la desigualdad en la misma balanza”, asegura el crítico de cine especializado en representación audiovisual LGTBIQA+. Para finalizar, Paula Serna indica que lo que legitima el argumentario que representa una serie es en qué dirección va la comedia, y considera que es ahí onde está el gran error de Machos Alfa. “Los temas que se salen de los modelos más normativos de pareja y género son enfocados de forma superficial y las cosas que quedan fuera de la norma son ridiculizadas. Pluralizar las narrativas es lo que permite no encasillar la diversidad y por eso hablamos siempre de evitar que ciertos temas se limiten a géneros concretos”, advierte.


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