Vicky Krieps: “Hollywood es una experiencia bastante traumática”
Después del éxito de ‘El hilo invisible’, la actriz luxemburguesa huyó de la fama y se refugió en el cine europeo. Ahora regresa con más ganas y menos miedos. Estrena ‘Tiempo’, de Shyamalan.
Luxemburgo es un país demasiado pequeño para sueños grandes. Eso dice siempre Vicky Krieps (37 años) de su país natal. Allí creció yendo a clases de teatro en las que nunca interpretaba a la princesa, solo papeles secundarios, de fondo, un árbol, un niño sin diálogo. Soñaba con ser actriz, pero tenía la certeza de que era un sueño demasiado grande para un lugar tan reducido. Precisamente, por esa estrechez de horizontes, Krieps se marchó pronto. Primero, donde más lejos pudo, geográfica y culturalmente: en un viaje de Sudáfrica a Mozambique encontró la fuerza para decidir seriamente que quería...
Luxemburgo es un país demasiado pequeño para sueños grandes. Eso dice siempre Vicky Krieps (37 años) de su país natal. Allí creció yendo a clases de teatro en las que nunca interpretaba a la princesa, solo papeles secundarios, de fondo, un árbol, un niño sin diálogo. Soñaba con ser actriz, pero tenía la certeza de que era un sueño demasiado grande para un lugar tan reducido. Precisamente, por esa estrechez de horizontes, Krieps se marchó pronto. Primero, donde más lejos pudo, geográfica y culturalmente: en un viaje de Sudáfrica a Mozambique encontró la fuerza para decidir seriamente que quería ser actriz y volvió a Europa. Estudió en Zúrich, en Berlín –donde ya se instaló y vive aún con su marido y dos hijos– y en Londres.
Empezó en teatro, siguió en cine, en televisión y por toda Europa. Habla inglés, francés, alemán. Daba algún salto a Estados Unidos, pero fue en 2017 cuando su carrera estalló sin ella buscarlo ni esperarlo. Paul Thomas Anderson la escogió como Alma, la musa, perdición y obsesión de su diseñador de moda en la sutil y sublime El hilo invisible. Krieps se enfrentó en pantalla, casi literalmente, a Daniel Day-Lewis y no solo estuvo a su altura, fue la gran estrella del filme. El descubrimiento. Entre finales de 2017 y los Oscar de 2018, Vicky Krieps se subió a la maquinaria hollywoodiense, aceptó todas las obligaciones que venían con una producción así, pero en cuanto todo acabó se bajó en marcha de esa «cultura de la celebridad» y se volvió a Berlín, a su familia, a una más accesible industria europea. Ahora, en 2021, estrena un buen puñado de películas, Tiempo, de M. Night Shyamalan (estreno en cines 30 de julio); Beckett, The Survivor… Solo en el reciente Festival de Cannes protagonizó Bergman Island, de Mia Hansen-Løve; y Hold Me Tight, de Mathieu Amalric. «Normalmente soy una persona muy tímida. Y sigo sin sentirme cómoda con esta parte de mi trabajo, promocionar, hablar de mí, me asusta…», empieza. «Pero en este caso, estoy feliz por poder celebrar el cine de nuevo. Solo quiero que la gente vea mis películas, que vaya al cine».
Casi todas sus nuevas películas son producciones europeas más pequeñas, menos Tiempo. ¿Qué es lo que le gustó del guion?
No la he visto aún, no sé cuánto miedo dará al final, pero me lo imagino. Aunque para mí lo más importante es que habla del sentido más profundo de la vida, y se enlaza con mis otras dos películas, Bergman Island y Hold Me Tight. Es una coincidencia, pero las tres reflexionan sobre la idea de realidad: qué es real, cuál es mi realidad, quién soy como mujer, como esposa, como persona en la sociedad… El tiempo es un gran tema en el filme, obviamente. Se llama Tiempo [en inglés Old] y es una película de terror, está claro, ¿no? Espero que al salir del cine te preguntes por qué nos da miedo envejecer, por qué huimos de la única certeza de esta vida: que se acaba. Solo no sabemos cuándo.
Como actriz, ¿da más miedo envejecer?
Quizá soy cabezota, creo que sí lo soy, intento no obsesionarme, intento que no me dé miedo envejecer, quiero disfrutarlo, y la única arma que he encontrado para hacerlo, sé que suena muy cliché, es estar presente. Estar aquí y ahora. Si lo consigo, nada me asusta y entonces envejecer se convierte solo en vivir y puedo disfrutar de cumplir años. Es maravilloso ver envejecer a tu pareja, envejecer juntos, ver crecer a tus hijos… Todo es parte del círculo de la vida. Y que la película se sitúe en una playa no es casual, la playa te recuerda el ir y venir de las mareas, el ritmo de este planeta que es muy diferente al tiempo que marcan nuestros relojes porque eso solo es una convención, pero nadie sabe qué es el tiempo realmente.
Hablando de tiempo… ¿El éxito de El hilo invisible le parece ya muy lejano?
Por un lado, parece que fue ayer porque fue completamente diferente a las experiencias que había vivido. Y quizá porque aprendí tanto, siento que era una persona diferente en aquel rodaje, era un bebé [se ríe] y parece muy lejano.
Todo el mundo le decía que El hilo invisible iba a cambiar su carrera, pero huyó de Hollywood y se volvió a Berlín. ¿Por qué?
No fui a Hollywood porque pienso que no estaba preparada personalmente. No era que pensara que no podía trabajar allí, pero personalmente necesitaba volver a ser yo, entender de dónde venía… Cuando vienes de un país tan pequeño como Luxemburgo, de pronto haces esta gran película, vas a Hollywood, los Oscar, toda esa atención, es una experiencia bastante traumática, la verdad, porque nada te prepara para eso. Creo que por eso necesité este tiempo, coger cierta distancia y ser yo misma, quizá tuve miedo de perderme en aquel mundo. No sé si fue el paso correcto o no, pero no me perdí. Y si ese era mi objetivo, lo he conseguido. Por primera vez tuve que pararme a trazar un plan.
Eso supondría decir muchas veces no, tener que marcar líneas rojas.
Recuerdo que después de Paul Thomas Anderson era muy consciente de que había trabajado probablemente con el mejor director con el que se puede trabajar hoy. ¿Qué podía hacer entonces? Lo único que tuve claro es que pensé que si podía elegir, quería hacer cine francés. Y fue mágico, porque no me presenté allí: «Bonjour, gentes, aquí estoy yo». Empecé a recibir guiones, todos eran maravillosos y comencé a trabajar en Francia. Supongo que una película como El hilo invisible y, sobre todo, un personaje como Alma les llama la atención a directores como Mia Hansen-Løve o Mathieu Amalric. Y no me arrepiento para nada. Las dos películas que he presentado en Cannes son dos obras maestras ‘hechas a mano’. Aunque Tiempo también, me siento muy afortunada de poder elegir y poder apostar por este tipo de proyectos.
Vicky Krieps atiende por teléfono, recién aterrizada… en Luxemburgo. «He vuelto a casa, pero solo unas semanas para retomar el rodaje de Corsage, en la que interpreto a Sissí Emperatriz». ¿Una nueva versión de las películas de Romy Schneider? «No, algo completamente nuevo. Las películas originales de Sissí están genial, son pelis de culto, pero no muestran a la mujer real. Son una versión romántica de ella, que era más oscura, más dura, sufrió mucho por ser mujer en esa época, era una gran intelectual, muy comprometida políticamente también, algo prohibido para una mujer entonces, era alguien muy triste, deprimida. Un ejemplo: llevaba un tatuaje, hablamos de 1860, se lo hizo en un bar de marineros de Ámsterdam. Cuando me enteré de eso y empecé a leer, lo hablé con la directora: teníamos que hacerle justicia, contar su historia. Fue idea mía». Una prueba más de que Vicky Krieps se mueve a otro ritmo. En otro tiempo. Va en otras direcciones a las marcadas por convenciones e industria.
La directora Mia Hansen-Løve dice que su película Bergman Island habla de qué significa ser mujer en el mundo del cine. ¿Qué significa para usted?
Este es el tipo de película por el que me dedico a esto. Es una película con la que he aprendido mucho. Pregunta quién eres como artista, como mujer, como madre, como esposa, como amante… ¿Son todas estas mujeres la misma persona? Y lo que dice la película es que, al final, tienes que dejarlo pasar, siempre serás todas estas personas diferentes. Tenemos que olvidar esta dictadura de la realidad, porque no sabemos qué es real, eso quería decir con sentirme presente, si estoy presente soy real… ¿pero cuál es la realidad? Tenemos todas estas ideas preconcebidas sobre nosotras mismas, hay que olvidarlas. Ha sido una película fundamental para mí, porque habla de que somos quienes somos ahora mismo, pero también de quiénes éramos hace años… Yo sigo siendo la chica que vivió su primer amor, y también la madre con hijos.
¿La línea entre realidad y ficción está más desdibujada cuando eres actriz?
Durante el rodaje de Tiempo hablé mucho de esto con Gael García Bernal. Yo me veo como una bailarina entre realidades, entre tiempos, como esos bufones de la Edad Media. Creo que los actores podemos bailar un poco sobre esas líneas que marca la sociedad. Si todos lo hiciéramos sería demasiado caótico, pero hace falta que algunos lo hagamos. Los actores podemos atrevernos a ir a otras realidades y no saber si volveremos. No es peligroso, no es que me den igual las reglas, pero significa ser valiente para asomarte al abismo. A veces tienes que aceptar la locura para no volverte loca del todo.
¿Qué haría si sus hijos quisieran seguir sus pasos?
Sé que hay muchos actores que le dicen a sus hijos que no se dediquen nunca a esto. Pero yo lo veo estúpido, cómo puedo plantarme delante de mi hija y decirle que no se convierta en lo que soy. ¿Entonces quién soy yo? Sería mentir. Por supuesto, amo lo que hago, pero nunca se lo adornaría, y ella lo ve, ella sabe que no tengo vacaciones, que no paro. Pero me encanta mi trabajo y no podría encontrar otra cosa que saciara mi curiosidad.