Cómo la obsesión de Andre Agassi con Steffi Graf se convirtió en el matrimonio más improbable del tenis
Un 22 de octubre de 2001, dos de las mayores estrellas del mundo del tenis se dieron el ‘sí, quiero’ en Las Vegas. Con un patrimonio conjunto de 30 Grand Slams y más de 200 millones de dólares, su relación es hoy una de las más estables del mundo del deporte.
En el verano de 1992, los titulares de la prensa deportiva contaban las hazañas de un tenista tan melenudo y carismático como talentoso. El estadounidense Andre Agassi, de 22 años, se abría paso como un huracán en el cuadro masculino del torneo de Wimbledon. Después de un par de intentonas fallidas, buscaba su primer Grand Slam haciendo gala de una motivación no vista antes. Una motivación, según confesaría después, del todo extradeportiva: rubia, alemana y que respondía al nombre concreto de Steffi Graf. La de Mannheim, solo un año mayor que él, ya era la ref...
En el verano de 1992, los titulares de la prensa deportiva contaban las hazañas de un tenista tan melenudo y carismático como talentoso. El estadounidense Andre Agassi, de 22 años, se abría paso como un huracán en el cuadro masculino del torneo de Wimbledon. Después de un par de intentonas fallidas, buscaba su primer Grand Slam haciendo gala de una motivación no vista antes. Una motivación, según confesaría después, del todo extradeportiva: rubia, alemana y que respondía al nombre concreto de Steffi Graf. La de Mannheim, solo un año mayor que él, ya era la referencia indiscutible en el circuito femenino y Agassi, fascinado por su carácter, anhelaba tener la oportunidad de conocerla por primera vez. Incluso su novia de por aquel entonces, Wendi Stewart, sabía de estos hondos sentimientos.
Conocedor de que en el torneo londinense la tradición obligaba a los ganadores a bailar juntos en la gala de celebración, Agassi, en la víspera de su final, se marchó a los almacenes Harrods para comprarse un esmoquin para la ocasión. Se declaró vencedor, vaya si lo hizo, en una final agónica a cinco sets que se convertiría en la primera de las ocho que conquistó durante su carrera. Sin embargo, una vez llegó al evento dispuesto a “hacer girar a Graf en la pista, aunque no sepa bailar”, los organizadores le rompieron el corazón al comunicarle que ese año no tendría lugar. “Me quedo sin bailar con Steffi, aunque recibo un premio de consolación: me la presentan formalmente”, desveló el tenista en su imprescindible biografía Open, sobre una historia de amor que no fructificaría hasta siete años después para erigirse como uno de las romances más estables de entre los –poquísimos– conformados por sendas estrellas del deporte.
Hace justo diecinueve años, un 22 de octubre de 2001, Steffi Graf y Andre Agassi se dieron el ‘sí, quiero’ en una ceremonia íntima en una capilla de Las Vegas, ciudad en la que reside la pareja. Tan íntima como que, además de los aludidos, solo contaba con otras tres personas en la sala: el sacerdote y sus respectivas madres. Después del intento fallido de Wimbledon 92, fue con otro trofeo compartido, el de Roland Garros siete temporadas después, cuando comenzó de forma oficial el romance entre ambos. Su amor causó un gran impacto en el mundo del deporte por lo opuesto de sus personalidades. Mientras que la alemana había hecho gala durante toda su carrera de un perfil discretísimo, Agassi era toda una estrella de Hollywood tanto dentro como fuera de las pistas, con sonados affaires con actrices tan conocidas como Barbra Streisand o Brooke Shields.
Con Shields, el tenista compartía una historial de abusos infantiles por parte de unos padres que solo querían verlos llegar a lo más alto de sus respectivas carreras sin importar el coste emocional. Pareja desde 1993, se casaron cuatro años después y su matrimonio duró dos años más. En uno de los episodios de Open, Agassi comparte la anécdota de que el referente físico de Shields no era otra que la que sería su siguiente esposa. “Corre, levanta pesas, realiza estiramientos, cuenta hasta la última caloría. Para motivarse, pega una foto en la puerta de la nevera y la rodea con un corazón magnético. Es una foto de la mujer perfecta, dice. La mujer perfecta con las piernas perfectas, las piernas que quiere tener Brooke. Asombrado, me fijo en la foto. Me acerco al marco y lo rozo con los dedos. ¿Esta no es…? Sí, dice Brooke. Steffi Graf”.
El divorcio de Agassi coincidió en el tiempo con la ruptura de la relación entre la ganadora de 22 torneos de Grand Slam y el piloto Michael Bartels. Era primavera de 1999 y el estadounidense por fin tenía la oportunidad de cortejar a su amor platónico. Agassi decidió pedirle una cita con motivo del cumpleaños de Graf: “No quiero malentendidos… Estoy seguro de que has oído que Brooke y yo hemos roto. Creo que eres preciosa y fascinante y tengo un tremendo respeto por lo que parecen ser tus pilares en la vida. ¿Podemos comer, cenar, tomar un café, dar un paseo? No me importa. Solo quiero conocerte mejor”.
Graff no solo permitió a Agassi conocerla mejor, sino que, para sorpresa mayúscula del circuito, anunció su retirada unos meses después. Tenía solo 30 años y era la número 3 del mundo, pero alegó que “había dejado de divertirse” en las pistas. La alemana llevaba compitiendo profesionalmente desde los 13 años, siendo una de las más jóvenes de la historia en hacerlo. Unos días después de su boda en 2001 nació su primer hijo, Jaden, a la que se uniría una niña, Jaz, dos años después. Hoy Jaden también trata de hacerse un nombre por sí mismo en el mundo del deporte, pero ha cambiado la raqueta por el bate y el tenis por el béisbol. “Me siento extremadamente afortunada por haber conocido a Andre y la vida que hemos construido juntos”, desveló la legendaria tenista en una entrevista con ESPN, calificando de “increíble” tener la oportunidad de vivir una vida perfectamente ordinaria y corriente, después de décadas de viajes transoceánicos y solitarias habitaciones de hotel.
Con una fortuna conjunta valorada en cerca de los 200 millones de euros, Graf y Agassi decidieron mantenerse alejados de los focos desde que el estadounidense se retirara del circuito en 2006. El de Las Vegas ha ejercido como entrenador de tenistas como Novak Djokovic y Gregor Dimitrov y, junto a su mujer, ha participado en varios torneos de exhibición con fines benéficos. Más allá de la familia, sus labores altruistas ocupan la mayor parte de su tiempo. Children for Tomorrow, dirigida por Graf, proporciona tratamiento psicológico a los niños traumatizados por los rigores de la guerra u otras crisis. The Andre Agassi Foundation, fundada en 1994, busca mejorar el sistema educativo público en Estados Unidos y ayudar a los estudiantes procedentes de familias menos pudientes. Aunque ya fuera del circuito, el legado de estas leyendas sigue creciendo.